Opinión: Violencia hacia mujeres que luchan por la vida de su tierra

Opinión: Violencia hacia mujeres que luchan por la vida de su tierra

La garganta se aprieta y porque nos duele la crudeza de la criminalización que se ha transformado en un arma sistemática dirigida a las mujeres que luchan por la vida en la tierra, cuidando y respetando la biodiversidad a la que pertenecemos.

Por Viviana Catrileo, Directora Nacional ANAMURI

Las campesinas hemos venido reconociéndonos a lo largo de nuestra lucha organizada como sujetas esenciales de transformación y de cambio para el bien común. Desde el campo y desde cada uno de nuestros territorios que se une en la Vía Campesina Internacional. Asumimos, que nuestras luchas no son separadas frente a la amenaza fundamental que identificamos como capitalismo y patriarcado.

Es por ello que desde ANAMURI – Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas-. parte de la Vía Campesina y además de nuestras agendas que confluyen en la búsqueda de mejores condiciones de vida, hemos instalado desde el 2008 una campaña a nivel mundial “Basta de violencia contra las mujeres”, porque la violencia hacia nosotras se manifiesta de distintas maneras en todo el mundo y no estamos dispuestas a naturalizarnos con ella. En el plano nacional, en ANAMURI no hemos sumado con fuerza a esta campaña la cual constituye nuestra bandera de lucha contra el principal responsable de la violencia, el modelo capitalista patriarcal que desde su fase neoliberal ha venido profundizando la injusticia e inequidad de género y todo tipo de vulneración de derechos humanos en todas las esferas de la sociedad.

Son múltiples e incontables los hechos de violencia que las mujeres en este país padecen día a día, sin que este fenómeno sea decreciente. Hablamos de la violencia en el plano laboral, doméstico, ambiental, económico, religioso y cultural.

En esta parte me detendré para referirme a casos puntuales, que entre muchos otros, nos dejan casi sin palabras. La garganta se aprieta y porque nos duele la crudeza de la criminalización que se ha transformado en un arma sistemática dirigida a las mujeres que luchan por la vida en la tierra, cuidando y respetando la biodiversidad a la que pertenecemos.

Mujeres valientes y luchadoras como Macarena Valdés, víctima de femicidio en Panguipulli donde todo indica que fue asesinada por defender su espacio familiar y de proyecto de vida en un territorio amenazado, ocupado por centrales hidroeléctricas y con inminente instalación de cableado de alta tensión.

En la cárcel de Temuco encontramos a una de  nuestras autoridades ancestrales, presa, agónica, privada de libertad, privada de hacer su medicina para sanar a otros/as en la dimensión religiosa espiritual y cultura, es la Machi Francisca Linconao, acusada sin pruebas que puedan condenarla. A esto se suma el caso de Lorenza Cayuhan, mujer mapuche que es obligada a dar a luz engrillada. Otro hecho desquiciado e inhumano que solo nos indica el nivel de odio y racismo sistémico expresado en la violencia de los servicios del Estado. Junto a ellas son muchas las mujeres que en las comunidades mapuche sufren y resisten día a día la opresión del capitalismo y el patriarcado.

Tal parece que a las mujeres por luchar, nos toca lo peor y no nos sorprende, ya que enfrentamos a un sistema inhumano que por más disfraces que use para mostrarnos caras amigables jamás lo será porque su avance sólo hay destrucción y muerte.

Como cada año en el marco del 25 de noviembre, Día Internacional por la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres, ANAMURI desarrolla un Tribunal Ético en el cual intentamos visibilizar la mayor cantidad de violencia que las mujeres sufren y para este año hemos centrado nuestra atención en la zona de Cañete, parte del territorio ancestral mapuche. Allí esperamos además de visibilizar, articular y unir puntos de vista para acciones de solidaridad más permanente.

El tipo de sociedad en que vivimos, de profundas injusticias e inequidad de género, sólo nos indica que es de responsabilidad de todas y todos transformarlo. Porque la lucha de las mujeres no es aislada al resto de la sociedad, porque el capitalismo y el patriarcado es nuestro enemigo antagónico a los/as oprimidos/as, a los/as excluidos/as, a los/as pobres del campo y la ciudad. Es nuestro enemigo de clase a desincrustar y destruir, cambiando nuestras lógicas de relacionamiento y socialización desde la solidaridad, la organización, lucha y esperanza.

Libertad a la Machi Francisca Linconao

Globalicemos la Lucha y la esperanza, Ni una Menos.

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