Aborto ilegal, una violación a los derechos humanos de las mujeres

Aborto ilegal, una violación a los derechos humanos de las mujeres

A días de conmemorar un nuevo Día Internacional de la Mujer, donde todas nuestras luchas, algunas convertidas en conquistas y otras que continúan en demandas, se visibilizan con más fuerza en la agenda ciudadana, de los medios y en la política-institucional. ,

Las feministas históricamente hemos dado pruebas de nuestra voluntad al diálogo porque sabemos que cualquier derecho conquistado es producto de un pacto, de una nueva construcción política determinada por condiciones sociales, políticas, económicas y culturales de un momento histórico.

No es el momento de negar las diferencias que históricamente hemos tenido las feministas. Nos mueven distintas sensibilidades, contradicciones, identidades pero  tenemos cadenas de equivalencia importantes cuando luchamos por subvertir el orden patriarcal.  La antropóloga Marta Lamas cuando analiza el movimiento de mujeres y feminista de México presenta la dicotomía entre las feministas de lo posible y las feministas utópicas.

En lo que respecta al momento histórico del país, podríamos decir que las feministas “de lo posible” reconocen los límites que impone el Estado transicional, de la post dictadura civico-militar, para construir la institucionalidad que nos permita generar las condiciones de la autonomía y pleno ejercicio de derechos de las mujeres de Chile. El proyecto por tres causales viene a dar una – mínima – oportunidad para debatir sobre la autonomía y dignidad de las mujeres.

El reconocimiento de las  feministas “utópicas” es insoslayable. Ellas han movido el cerco discursivo (hegemónico hace un tiempo) argumentando que el proyecto de ley es un mínimo ético civilizatorio para la salud y dignidad de las mujeres en Chile; un sentido común que es urgente concretizar para avanzar en los derechos de niñas y mujeres.  Quien quiera ver lo contrario, no es capaz de leer los marcos interpretativos que nos mueven a las mujeres organizadas.

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Lidia Casas: “La causal de más difícil aprobación es la violación porque pone en juego la autonomía de las mujeres”

Por Catalina Ellies

Lidia Casas es abogada de la Universidad Diego Portales (UDP), magíster en Derecho de la Universidad de Toronto y doctora en Derecho de la Universidad de Ottawa, Canadá. Desde marzo de este año es directora del Centro de Derechos Humanos de la UDP, donde anteriormente se desempeñó como coordinadora del Área de Género y Derechos Humanos.

El primer trabajo que hizo sobre aborto fue en un electivo de su postgrado en la UDP que fue publicada en Academia de Derecho, una revista que tenían los estudiantes. En 1995, realizó la primera investigación de América Latina sobre mujeres mujeres privadas de libertad por abortar. Luego de eso, comenzó a trabajar en esterilización voluntaria y a partir de 1997 en anticoncepción de emergencia.

Cambios en el quehacer feminista

Lidia Casas actualmente forma parte de la Mesa Acción por el Aborto en Chile, espacio conformado por organizaciones de derechos humanos, organizaciones de mujeres y feministas, académicas de la Universidad Diego Portales y la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Este grupo surge en 2015 cuando ella congregó a diversas personas a opinar sobre la investigación que lanzó el Centro de Derechos Humanos sobre «La ilegalidad del aborto como violación a los Derechos Humanos». “Mi idea como autora era producir conocimiento para ponerlo a disposición de la comunidad y que cualquiera pudiera usarlo. Me provocó mucho goce cuando el Senador Tuma lo citó en su intervención en el debate en el pleno del Senado en enero pasado”comenta.

En 2003, la abogada también participó en una mesa de trabajo sobre aborto, frente a un proyecto que presentó la diputada María Antonieta Saa sobre la reposición del aborto terapéutico, espacio que finalmente no prosperó porque había una disputa y una fragmentación muy fuerte en el movimiento feminista. “En ese tiempo el feminismo estaba casi desmovilizado y debido a eso no podía impactar en ningún programa de gobierno. En esa época el tema era la píldora (anticonceptiva de emergencia) que a mi juicio siempre fue la puerta de entrada al gran debate que hoy estamos viviendo, pero no hubo involucramiento activo y potente, vino después, con el fallo del Tribunal Constitucional. Cuando hay compañeras que no aceptan las diferencias, me da una profunda pena por la miopía política que tienen. Creo que hoy no hay esos niveles de acidez, las nuevas generaciones son mucho más maduras y estamos mucho más cohesionadas por un objetivo común”, precisa.

El rol del Estado en el debate sobre aborto

Lidia Casas cree que lo que gatilló que se haya instalado el debate sobre el aborto tiene que ver principalmente con el cambio cultural que ha habido en Chile. “Si uno lo pone en contraposición con los temas de diversidad sexual, éstos a todas luces se han dado mucho más rápido que el aborto. Ambos se vinculan con un cambio sociocultural sobre la autonomía en el ejercicio de la sexualidad y la reproducción. También algunas feministas han flexibilizado sus posturas porque cuando una quiere una apertura cultural, tiene que estar dispuesta al diálogo con otros, no entre quienes estamos de acuerdo, si no en llegar a quienes no lo están y hoy, gracias a eso, las feministas no tienen esa carga peyorativa que tenían antes, que eran concebidas como una especie de monstruos come guaguas”.

Quienes se oponen a este proyecto insisten en remarcar la diferencia entre despenalizar y legalizar, para la abogada eso es enredar la discusión. “Es medio artificioso porque algunos dirían que bastaría con no penar a las mujeres y listo. Si fuese tan simple, el Estado dejaría al arbitrio de cada quien cómo gestionar el acceso al aborto en estas 3 causales y no puede. El Estado tiene la responsabilidad política y jurídica de regular abortos en condiciones dignas y seguras para proteger la vida, salud e igualdad de condiciones de las mujeres”, puntualiza Casas.

Un proyecto cercenado

Sobre el estado actual del proyecto de aborto en 3 causales la abogada cree que este se redujo a un mínimo, en comparación al que se presentó en enero de 2015. “Se quitaron varios elementos importantes. La causal de riesgo de vida de la mujer en su primera versión tenía una redacción mucho más amplia, consideraba el riesgo actual y futuro y fue acotada en la Cámara de Diputados. Hoy han tratado de restringirlo a su mínima expresión y solo se centra en la inminencia de muerte, pero no eventual. Hay mujeres que no fallecen por el embarazo, si no que por sus patologías de base como puede ser el lupus”, expresa.

Otro tema que preocupa a Lidia Casas es la obligación de denuncia y la reducción de los plazos respecto de niñas y adolescentes víctimas de violación. “La regla general es que una violación es un delito de acción pública e instancia particular, bajo el actual sistema de reglamentación del ámbito procesal penal hoy una mayor de 14 no está obligada a denunciar este ilícito y se está pidiendo que esto deba ser comunicado al Ministerio Público, no por ella, si no que del equipo médico. También se modificaron los plazos, antes eran 14 semanas para mayores de edad y 18 para menores de edad y eso estaba sentado a través de evidencia, pero fue rebajado sustantivamente en caso de niñas y adolescentes a 14 semanas y en mujeres adultas a las 12 semanas y ahí hay un cambio de paradigma. Bajo determinados contextos tendrían que subir sus plazos. Lo ideal serían 18 semanas como lo han hecho en Ciudad de México y Uruguay”, ejemplifica.

La confidencialidad médica también era un elemento importante del proyecto y que fue eliminada. “Hoy las mujeres que llegan a hospitales públicos son denunciadas, esa norma debía ser derogada, pero no lo fue. Puesto así, es un proyecto cercenado en especial en la causal de violación porque todavía en el mundo de los senadores hay muchas dudas respecto a que las mujeres mienten o que esta es la puerta de entrada para el aborto libre.Estamos en un estado de tramitación todavía muy incierto respecto al resultado y la redacción final. La ley de interrupción de embarazo ideal sería como ingresó en un principio”.

Mujeres y suspicacia

Para Lidia Casas la obligación a parir es violencia, porque significa una maternidad donde no importa el contexto. “Es una violación a los derechos humanos que a las mujeres sean dejadas a la deriva y tener que practicarse abortos clandestinos y poner en riesgo su vida, no lo digo yo, lo han dicho todos los órganos internacionales.Creo que la causal de más difícil aprobación es la violación porque pone en juego la autonomía de las mujeres, las otras dos están condicionadas por su contexto de salud. En este debate se está pasando por alto las necesidades y las condiciones físicas y psíquicas de las niñas víctimas de violencia sexual”.

El discurso utilizado por quienes se aponen a este proyecto ha sido que las mujeres mienten y que incluso algunas de ellas podrían inventar que fueron violadas para abortar. Casas cree que este trato hacia ellas es muy duro e injusto. “Da rabia, no es posible que la gente diga este tipo de barbaridades. La suspicacia pesa históricamente en las mujeres, una lo vio en investigaciones de paternidad por ADN donde el debate fue impactante, en torno a le ley de acoso sexual, en los delitos sexuales y violencia intrafamiliar. Esa es una estructura cultural que hay que desmantelar porque lo único que hace es generar más violencia, revictimizar y desincentivar las denuncias”.

Lidia Casas siente que si esta discusión tuviera que ver con hombres sería tratada de forma distinta y le parece interesante que en el actual debate algunos hombres lo hayan dicho. “Ellos tienen privilegio y las cosas cambian en la medida en que la gente pierde el privilegio, pero hay una resistencia muy grande a eso. Creo que de alguna manera he hecho cosas para el derecho que son osadas y pueden ser anómalas desde el punto de vista académico, que es situar al otro en el contexto de las mujeres. En el caso específico del aborto los he convocado a pensar en que ellos nunca van a tener que estar en esa situación y lo hice en mi alegato de clausura en el Tribunal Constitucional, cuando mirando a cada uno de los miembros les dije que ellos siempre habían tenido libertad de conciencia para decir qué método utilizar: coitus interruptus, condón, anticonceptivo o lo que fuera de su agrado”, recuerda.

El poder de las mujeres

La académica cree que a pesar de estar en pleno siglo veintiuno, las mujeres siguen siendo consideradas como ciudadanas de segunda categoría. “Creo que seguimos en esa línea porque no hemos estado en el poder, a pesar de tener una presidenta mujer porque ella no representa el poder de las mujeres, ella representa a un conglomerado político. Ella recién llega con un discurso de mujeres para su segundo periodo luego de haber estado en ONU Mujeres. No hay una transformación durante Bachelet uno y creo que tampoco durante Bachelet dos”.

Agrega que a pesar de que un 71% de la población aprueba el aborto eso no ve reflejado en el Congreso porque no hay un involucramiento real. “La Nueva Mayoría no es más que una representación de lo que somos. Tenemos una ciudadanía desencantada que no vota. La masa crítica tampoco está dispuesta a sumarse a nuevas fuerzas. Están en la calle pero no creen en nada y van a asegurar que quienes están en el poder se mantengan. Entonces, si esto no se aprueba, ni los legisladores ni la Nueva Mayoría estarán fallando, la ciudadanía se fallará a sí misma”.

Lidia Casas sostiene que si la derecha acude al Tribunal Constitucional y se cae el proyecto, esto tendrá como consecuencia un cuestionamiento a el rol del TC. “Se verá si esta es una tercera cámara y si eso va a influir en las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias. Creo que el aborto permeará la agenda presidencial (durante las elecciones de noviembre de 2017) como lo hizo en la anterior y no será una pérdida total”.

Patricio Walker y el doble discurso

El senador DC Patricio Walker ha presentado diversos proyectos de ley respecto a la prevención del abuso sexual infantil, sin embargo en el Senado votó en contra de la idea de legislar la interrupción voluntaria del embarazo. “Él no hace la relación entre abuso sexual y aborto, no se lo permite y no está dispuesto a dar ese paso. No es que no sepa cuáles son las consecuencias, es como los progres de derecha que dicen que defienden los derechos humanos y en esta discusión eso lo entienden como «los derechos de los inocentes» como si la niña violada no lo fuera. Él tomó las palabras del Cardenal Silva Enríquez, que le daba voz a los que no tenían voz”, explica Casas.

Para Lidia Casa es un contrasentido que quienes se oponen al aborto lo hagan también a la educación sexual. “En las dos primeras causales no puedes prevenir nada, pero en la tercera causal puedes depurar mejores condiciones de autoprotección a las niñas y adolescentes, con un conocimiento mucho más claro sobre sexualidad y su libre ejercicio. Los opositores tienen una mirada que está ligada a una creencia religiosa que tiene que ver con la abstinencia sexual hasta el matrimonio y creen que si dan información y educación sobre eso alientan que tengan sexo”.

A pesar de las dificultades y modificaciones que se han presentado, la abogada valora mucho el debate sobre aborto que se ha dado en Chile. “Si perdemos, porque no se aprueba o porque queda cercenado el proyecto, escuchar a senadores y senadoras hablar del derecho a decidir, del rol del Estado y que haya un 71% de la población a favor, es una ganancia cultural.  Pero eso no significa que la lucha termine”, concluye Lidia Casas.


 

Cristián Cuevas: “La mujer es dueña y propietaria de su cuerpo”

Por Camila Muñoz

Cristián Cuevas (49) es una de las figuras más reconocidas del mundo sindical. Hoy invierte buena parte de su energía en un emergente proyecto político, Nueva Democracia, que se constituyó en septiembre del año pasado y con el que pretende devolverle confianza a la política.

Nacido en Coronel (Región del Bío Bío) e “hijo del carbón” como él mismo se denomina, el dirigente sindical apuesta por un Chile con una erradicación de la violencia de género y una re significación de la política con las distintas identidades que cruzan las luchas sociales en Chile.

Sus inicios en el movimiento sindical datan de 1997, en Codelco Andina. Tras vivir en condiciones deplorables de habitabilidad como contratista, decide escribir en un baño “abuso laboral”; consigna que al día siguiente apareció atestado de otros rayados en su apoyo. Esa fue la antesala del sindicato Sodexo Chile División Andina y el inicio de 17 años de sindicalismo.

Los derechos laborales se convirtieron en tema de primera importancia política, cuando el 2007, Cuevas como presidente de la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC) lideró una huelga no autorizada de unos 20.000 trabajadores subcontratistas de Codelco. Tras seis años presidiendo la CTC, decide relevar su cargo e ir en búsqueda de la candidatura parlamentaria por el Distrito 3, de la Región de Antofagasta. Un punto de quiebre; perdió la elección y no hubo manera de volver atrás. Según cuenta, uno de los procesos más dolorosos que le ha tocado vivir.

Hoy 2017, Cristián Cuevas ya no milita en el Partido Comunista y junto a Nueva Democracia forma parte de las fuerzas que conforman el Frente Amplio. “No basta con la lucha social, no basta con un descontento si eso no va generando cambios, una nueva institucionalidad, y desde este marco, nosotros nos comprometemos a impulsar una Nueva Constitución”.

Sindicalismo machista

En el sector de las organizaciones obreras en América Latina continúa prevaleciendo el sindicalismo machista, donde las mujeres han tenido que redoblar su esfuerzos para combatir por más derechos labores y de género.

Cristián Cuevas ha trabajado constantemente en ir creando cuadros sindicales que vayan incorporando políticas de género y así erradicar el machismo que ha afectado por décadas a la industria minera. Rememora su vida vinculada al activo social de la zona obrera del país. “Nací en Coronel y nuestra vida cruzaba todo el quehacer social donde los trabajadores jugábamos un papel esencial; la familia y nuestras propias madres vivían la violencia también machista”.

Se formó políticamente desde una perspectiva social, entre la resistencia contra la dictadura y el movimiento sindical. “Si tú me preguntas si yo nací para ser dirigente sindical la respuesta es no. Los rechazaba, yo miraba a los dirigentes sindicales de la zona y los encontraba machistas, bebedores; no era el líder que a mí me generara ganas de seguir”, recuerda.

Aun así, el sindicalista entendía la importancia del rol de los trabajadores y la necesidad organizarse. Su trabajo con la comunidad era constante: a través de la dirigencia en la junta de vecinos, en el impulso a la formación de la agrupación de mujeres del carbón y en el proceso de incorporación de la mujer a la industria minera. Eso, a fines de los noventa.

“El mundo sindical es muy machista, requiere de cambios y de una revolución cultural alrededor del propio movimiento y del país. En ese marco nosotros debemos formar a los cuadros sindicales para que vayan incorporando estas políticas”.

Para avanzar en este objetivo ha incorporado a las acciones sociosindicales, conversatorios, talleres y exposiciones, enfrentándose a su propia posición como referente sindical; haciendo visible esta temática a través de testimonios de mujeres insertas en ese mundo.

“No sacamos nada con declararnos feministas si un trabajador de una faena no entiende lo que es el feminismo o si una pobladora vive la violencia y es compañera nuestra y no logra comprender lo que significa para una mujer empoderarse de sus propios derechos”.

En su juventud, Cristian Cuevas fue colaborador de Pachamama, organización feminista que le dio el impulso que necesitaba para su liberación sexual e ideológica. Su temprana conciencia por el respeto hacia las mujeres y la sensibilización al maltrato y subvaloración social de género, gatilló en él una fuerte cercanía con feministas de distintas generaciones. “Lo que iba observando lo iba incorporando a mi aprendizaje, a mi quehacer social y eso lo trasladé a mi experiencia en el movimiento sindical”, cuenta.

Ese trabajo fue signo de solidaridad hacia las mujeres, una reivindicación al liderazgo que ellas ocupan en la política y en la historia del país. “Veía a estos hombres mineros, luchadores, aguerridos pero maltratadores de sus compañeras, de las mujeres; nuestros vecinos, nuestros padres, con una brutalidad y un trato inhumano hacia nuestras compañeras”, denuncia.

Paso por España

En 2014, Cristián Cuevas fue designado como agregado laboral en España por el segundo gobierno de Michelle Bachelet. Asegura que hubo un nexo especial con compatriotas. Una relación más horizontal y cercana entre el quehacer diplomático y quienes decidieron vivir en el continente europeo. “Por primera vez nuestros compatriotas sentían que un diplomático les colaboraba en años, había un nexo entre la embajada y este agregado laboral que iba donde estaba lo compatriotas”, declara.

Dice que la sociedad española en materia de género y sensibilidad hacia la violencia contra las mujeres está dos décadas más avanzada que la chilena. “Es una sociedad mucho más sensibilizada. Más que la sociedad, las políticas públicas tienen mayor gravitación en función de las políticas de erradicación de la violencia y también en función de la igualdad de género”.

En España estableció se vinculó con feministas, que trabajan en la erradicación de la violencia contra las mujeres, y la comunidad LGTB. “Ahí fuimos aplicando esas políticas y esas experiencias, en diálogos que tuvimos en función a la equidad; de mesas paritarias, de incorporar en nuestro debate esos elementos con compatriotas en el exterior y también con españoles”, menciona Cuevas.

“Lo que hicimos en ese año y medio, me enorgullece. Las experiencias de la lucha nuestras compañeras españolas y europeas por erradicar la violencia, para así efectivamente avanzar hacia una sociedad más igualitaria, fueron parte de lo que incorporamos a nuestro aprendizaje y ese aprendizaje lo hemos traído para acá”.

Cifras violentas

Según la información expuesta en la Comisión de Salud del Senado por la Ministra de Salud, Carmen Castillo a principios de 2017, la zona norte del país concentra la mayor tasa de embarazo adolescente del país. Las hipótesis de esta realidad giran en torno a la migración, pobreza y baja presencia de matronas en el territorio.

Cristián Cuevas señala, “lo de la migración es un prejuicio. Una de las cosas que más afecta es la poca información en los sectores más empobrecidos, hay una cultura de control por parte de la religión a partir de que nuestras niñas y niños tengan ese derecho a liberarse, emanciparse y poder tener toda la información oportuna”, explica.

Salud también dio cuenta de las niñas entre 10 y 14 años que “fueron madres” (sic): 852 nacimientos, que representan el 12% del total nacional. “Se debiese hacer una profunda reflexión de cómo se genera una estadística como esta, porque hay un abuso de niñas y mujeres menores de edad que no se debe naturalizar. Eso es un acto violencia, un acto de violencia contra las niñas y lo muestran como estadística”, sentencia.

Aborto, sí.

“Siempre he hecho una reflexión sobre el aborto. He pensado que es tan estigmatizado; es una violencia de parte de la propia sociedad hacia las mujeres. Es una situación dolorosa, por una cuestión cultural, pero quien decide es la mujer, ella es dueña y propietaria de su cuerpo”.

Para Cristián Cuevas, el debate sobre aborto actualmente está subyugado a una cuestión moral y no se presenta como una discusión democrática. “Si nosotros como sociedad no asumimos nuestro deber de generar normativas y leyes que protejan los derechos de las mujeres, estamos perdidos; no podemos construir una sociedad sana, igualitaria, justa ni democrática”.

Para el sindicalista, el aborto tiene que ver con el propio proceso de conciencia de las mujeres, pero señala que a su vez tiene que haber un Estado y una política pública que acompañe a la mujer en lo requiera. Critica la poca educación e información al respecto, “es una sociedad doble estándar, que no discute sobre la sexualidad, no discute sobre los derechos reproductivos, no discute, es todo entre cuatro paredes”

Enfatiza que así, los derechos de las mujeres quedan entrapados en la burocracia del poder legislativo, en ausencia de un debate sobre sus derechos sexuales y reproductivos. “Tiene que ver con una sociedad secuestrada a partir del control social de sectores neoconservadores y social cristiano que tiene el dominio del poder económico, de los medios y que, a pesar de que hoy en el ejercicio ciudadano una mayoría de la sociedad se expresa, esta no tiene poder político”.

Nueva Democracia y violencia hacia la mujer

Nueva Democracia se declara un proyecto político feminista y desde su conformación ha estado trabajando bajo la premisa de la defensa hacia la mujer y sus derechos. Estamos trabajando, tenemos un equipo que está desarrollando una política con distintas compañeras. Hay un equipo que constituyó políticas de género y antidiscriminación en Nueva Democracia”.

Actualmente se encuentran en la formación de responsables en el área de género en todo el país.  Creen fielmente en la paridad en las elecciones en los partidos políticos. “La idea es poder incorporar a todas nuestras escuelas de formación política, un capítulo sobre discriminación de género, de violencia hacia la mujer para ir formando e informando a nuestros militantes sobre esta temática”.



Alejandra Matus: “La despenalización del aborto requiere de convicción y de lucha”

Por Alejandra Villalobos

Alejandra Matus (51) es una destacada periodista, académica e investigadora chilena, que ha desarrollado parte de su carrera escribiendo sobre graves atentados a los Derechos Humanos ocasionados por la dictadura de Augusto Pinochet.

Justamente, una de las últimas decisiones de la Junta Militar fue prohibir, en el año 1989, el aborto bajo toda circunstancia, modificando la normativa del Código Penal y Sanitario que regía hasta entonces. A pesar de ello y hasta nuestros días, esta es una práctica que se realiza en la clandestinidad, en la que mujeres y adolescentes ponen en riesgo su salud y la vida.

Alejandra Matus cree que las dificultades a la base del debate sobre aborto en Chile se deben a que “no hay un reconocimiento de la sociedad a la autonomía y autodeterminación de las mujeres, esa es la barrera de fondo, real. Todo el debate intenta esconder este hecho; de que no se le permite a la mujer tomar una decisión sobre su cuerpo.”

Recientemente, el Senado aprobó la idea de legislar en general el proyecto de despenalización con 20 votos a favor, 15 en contra y dos abstenciones. El siguiente trámite legislativo será en marzo con la votación en particular de este proyecto de ley en base a causales.

El aborto como derecho

Una de las principales demandas que se instala en este debate, se refiere a el derecho a decidir que se les está negando a todas las mujeres, adolescentes y niñas. En este sentido, la periodista sostiene que “es la mujer la que debe decidir sobre su cuerpo. Nunca un aborto es una decisión fácil ni alegre como los críticos intentan establecer, como que las mujeres quisieran hacerse abortos, casi como un asunto que es agradable. En la mayoría de los casos nunca es así, siempre es una decisión difícil. Creo que lo que le corresponde a la sociedad es acompañar a esa mujer en su decisión, guardar silencio respecto de ella, evitando cualquier juicio”.

El actual proyecto de ley solo considera la despenalización en las causales de riesgo de vida de la mujer, inviabilidad fetal de carácter letal y embarazo por violación; causales que, en otros países como España, ya fueron discutidas mucho tiempo atrás. “A mí me parece que las tres causales son un mínimo. Creo que ni siquiera debiesen estar en discusión, eso no es aborto; dos de las tres causales son más un consenso médico de situaciones en que el aborto es prácticamente mandatorio, salvo en el caso de la violación, donde hay un espacio para la decisión de la mujer, pero me parece que ese es un mínimo”, afirma la periodista Alejandra Matus respecto de la discusión legislativa que se mantendrá este 2017.

Dentro de las diversas organizaciones que se han hecho parte de esta discusión, están aquellas que intentan instalar su postura religiosa por sobre todo lo demás y a pesar de que Chile se define como un Estado laico. “Me parece que los sectores religiosos pueden tener una opinión, que se las expresen a sus fieles y sus fieles verán si la acogen o no la acogen. El aborto si se permite no es una obligación, es la posibilidad de no ir encarcelada por una decisión. Pero las creencias religiosas o de cualquier tipo en esta materia, son asuntos personales y no debieran, en mi opinión, influir en las políticas públicas”, sostiene la autora del libro “Doña Lucía”, una biografía no autorizada de la esposa de Augusto Pinochet.

Por la vida

‘Estoy en contra del aborto, estoy a favor de la vida’, es una de las frases más repetidas entre aquellos que se oponen a este proyecto de ley. Sin embargo, la periodista no duda en recalcar que “todos estamos a favor de la vida, incluso las personas que creemos que el aborto debe estar garantizado por ley.”

Para Alejandra Matus esta dicotomía que plantean quienes están en contra de legalizar la interrupción voluntaria del embarazo “no tiene nada que ver con el derecho a la vida, que este mismo Estado reconoce y garantiza, y que las personas que creemos que el aborto no debe ser penalizado, también defendemos. Me parece que no es justo ni es serio, ni es maduro, poner la discusión en esos términos”.

“La despenalización del aborto tampoco es que sea una política pública. Las políticas públicas son prevención de los embarazos no deseados, educación sexual, todas esas medidas que conocemos. Pero en aquellos casos en que una mujer se ve enfrentada a tomar una decisión sobre si abortar; esa es una decisión que no debiera ser penalizada” enfatiza la periodista. Lamentablemente, la ausencia en Chile de algunas de las políticas que menciona Matus, dejan en mayor desprotección los derechos sexuales y reproductivos de niñas, adolescentes y mujeres.

Según datos de la Fiscalía Nacional, en el año 2016 hubo 15.266 denuncias por delitos sexuales en Chile. Se estima que cada 33 minutos ocurre un abuso sexual en el país. Otro dato a considerar, por cada niña que denuncia, seis no lo harán.

Alejandra Matus asegura que “las personas que estiman que una mujer no puede decidir abortar después de haber sido violada, en su mayoría no son mujeres. No saben de lo que están hablando y creen que pueden imponer a una mujer una convicción religiosa o moral de la que hacen partícipe al Estado, eso me parece inhumano”.

La maternidad como función social

La palabra de las niñas y mujeres ha sido puesta constantemente en duda por parte de congresistas y otros actores políticos que participan del debate. Este machismo, según cree la periodista, es la concepción de que la mujer no es una persona autónoma, libre, con igualdad de derechos que los hombres. Porque yo presumo, que si fueran los hombres lo que quedaran embarazados de una violación, esto no sería tema.”

“La mujer ha sido históricamente, entendida como un ser de segunda categoría, con menos derechos que los hombres, con una cierta función reproductiva, maternal, que no es una decisión de ellas, sino que casi como una función social”, describe Alejandra Matus.

El proyecto de ley lleva dos años en discusión, enfrentando diversas trabas. A partir de la postura de Matus “la despenalización del aborto es una manifestación, un síntoma de una lucha mayor que es el reconocimiento de la mujer como un sujeto pleno de derechos y libre como cualquier otro. Requiere no solo de convicción, requiere de lucha.”

Prensa sin maquillaje

Respecto al papel de la prensa en mantener el tema y debate en agenda, la periodista explica que los medios de difusión son como el espejo, nos devuelven el rostro de lo que somos. A mí me parece que los medios si debieran sincerar sus posturas reales y no maquillarlas como una postura objetiva, cuando en realidad hay valores de fondo que acarrean y que debieran ser explícitos para la audiencia”.

Alejandra Matus es la autora del “El libro negro de la justicia chilena” (recientemente reeditado) que describió el quehacer de algunos jueces y de su forma de “impartir justicia” durante la dictadura civico militar de Pinochet. El texto fue censurado y Matus acusada ante la Ley de Seguridad del Estado en 1999. En democracia, debió asilarse y residir en Estados Unidos por dos años.

Hoy, con los medios de comunicación a disposición, opina que “la discusión del aborto, lamentablemente, ha sido muy abstracta, en algunos momentos sobre ideologizada, incluso en las personas que promueven la despenalización del aborto. Se adquiere como un lenguaje, un dialecto, que es súper comprensible para las personas iniciadas en ese dialecto, pero que, para el otro, el que uno trata de convencer o persuadir, es incomprensible. Es un lenguaje demasiado experto, técnico, que impide que tengamos una conversación honesta y franca en la sociedad respecto del tema o que incluso uno pueda ganar mentes y corazones para la causa”.

La discusión continúa y en marzo se debiese reiniciar un nuevo trámite legislativo en torno a las causales. “Hasta como se prevén las cosas en este minuto y salvo que haya cambios sustanciales, me parece que lamentablemente va a suceder que, se van a aprobar las dos causales médicas y no violación”, augura la periodista.

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