Aborto, un derecho sin causal

Aborto, un derecho sin causal

Septiembre es un mes cargado de historia, para el país, pero muy especialmente para las mujeres, en general, invisibilizadas en esa historia. Un mes de memorias de la represión de la brutal dictadura cívico militar que asoló al país y que, en el caso de las mujeres, se expresó en violencia sexual, pero también un mes en que cobra relevancia el derecho de las mujeres a decidir sobre su reproducción. Se cumplieron 2 años desde la aprobación de la ley que autoriza la interrupción voluntaria del embarazo en tres causales y el 28 de septiembre congrega el activismo de las mujeres de América Latina y el Caribe en el Día por la Despenalización del aborto. El abuso y el poder sobre el cuerpo de las mujeres ocupan nuevamente en el centro de nuestras preocupaciones.

Décadas ha tardado la memoria feminista de la represión de la dictadura en ver la luz pública. Décadas ha tomado la lucha de las mujeres por la autonomía del cuerpo y por los derechos reproductivos, que muestra como avance la ley que autoriza la interrupción voluntaria del embarazo en tres causales. Una ley muy importante, pero insuficiente y que ha encontrado numerosas barreras para su implementación, no haciéndose efectivo el derecho logrado por las mujeres.

Y la historia se repite: somos las propias mujeres, desde distintos espacios institucionales y sociales, quienes hacemos visible las deudas de la democracia, quienes abrimos caminos para avanzar en el cumplimiento de los derechos alcanzados, quienes denunciamos y exigimos justicia de género. Tanto en Chile como en la región, contamos con redes de comunicación y acción, basadas en la confianza y la sororidad que dan vida a un movimiento social y político que empuja el horizonte de los derechos.

En este Boletín entregamos dolorosas memorias feministas de la represión de la dictadura silenciadas por los autores y responsables, mayoritariamente desconocidas por la opinión pública. Presentamos una mirada crítica, fundada, sobre la implementación de la ley sobre interrupción voluntaria del embarazo en tres causales, damos voz a mujeres que acompañan mujeres en su derecho al aborto libre ante un Estado que las abandona y penaliza, y presentamos el marco de actuación internacional en relación al derecho al aborto. Queremos contribuir así al debate y al ejercicio de una mejor democracia.

 

Viviana Díaz de Con amigas y en la casa: “Creo que toda feminista debería acompañar un aborto”

Por Josefina Espinoza Escárate

Con las amigas y en la casa es una red de mujeres, principalmente lesbianas, que acompañan a otras mujeres en situación de aborto. Nace el 2016, pero quienes impulsaron el proyecto llevan 10 años trabajando en esto. Vienen de otras organizaciones como Línea de Aborto. Viviana Díaz, médica de profesión, es fundadora de esta red. La describe como “una red de mujeres lesbianas – en que también participan otras corporalidades que no se denominan mujeres- que acompañamos a mujeres y otras corporalidades que no se denominan mujeres, en su decisión de abortar. Lo que hacemos es entregar información y acompañar el proceso de aborto antes, durante y después. Además, de facilitar el acceso a medicamentos de manera segura para que no se arriesguen con el mercado ilegal”.

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Gloria Maira coordinadora Mesa Acción Aborto: «El aborto es un evento en la vida reproductiva de las mujeres»

Por Catalina Arenas

Lo dijo fuerte y claro en el Congreso Nacional en Valparaíso: “La interrupción voluntaria del embarazo es una prestación casi clandestina, no se informa a las comunidades ni a las mujeres”. La coordinadora de la Mesa Acción por el Aborto en Chile (MAA), Gloria Maira, profundiza en los obstáculos que no permiten la plena implementación de la Ley, el silencio de las autoridades y el rol de las organizaciones de mujeres activistas y feministas.

La falta de diligencia es muy distinta a la negligencia. Dos acciones negativas que a menudo se confunden y cuya diferencia radica en quién las lleva a cabo, ya sea por desinterés, desconocimiento o estratégica omisión. Por un lado, está la poca o nula diligencia de las autoridades pertinentes en materia de bienestar sexual y reproductivo y, por el otro, los equipos médicos y asistentes en salud que actúan de manera negligente al entorpecer el proceso hacia la prestación del servicio que permitiría interrumpir un embarazo.

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Cristina Rosero del CRR: «Latinoamérica es una de las regiones donde hay más restricciones a la interrupción legal del embarazo»

Por Catalina Arenas

De acuerdo con la experiencia de Rosero, el éxito de la implementación de una ley que permita interrumpir voluntariamente un embarazo (IVE) depende fuertemente del contexto de cada país. En especial, considerando las pautas de la agenda política y mediática que allí se aborden. El avance en la ejecución de la normativa está determinado por su posicionamiento como un asunto público y de cómo se habla de aborto. Y es que revisar las condiciones locales de cada país y sus contextos no bastaría para avanzar en la transformación cultural que se requiere para la plena implementación de la la ley. También se necesita de un agente de cambio encarnado de la movilización social de base que lucha por los derechos de las mujeres. “La única noticia que, por lo general, vemos sobre Ley IVE es una crónica roja con un titular estigmatizante para las mujeres cuando debiera ser estimado como un derecho de las mujeres reconocido internacionalmente como cualquier otro”, encausa Cristina Rosero.

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Beatriz Bataszew: “En Chile muchísimas mujeres fueron objeto de violencia política sexual en las poblaciones, y esas mujeres no califican”

Denuncia que hasta hoy, el Estado de Chile no propicia a las y los sobrevivientes defensa legal ni asesoría jurídica. “En el caso de nosotras, las mujeres, evidenciamos lo que había sucedido con nuestros cuerpos y nuestra sexualidad desde muy temprano. Lo hicimos en los juzgados, los pocos que acogían querellas por los detenidos desaparecidos donde nosotras íbamos a testificar, incluso estando en los campos de concentración. Ahí nosotras dábamos cuenta de los crímenes sexuales o de la violencia política sexual, pero nuevamente eran desdibujados. Es decir, nosotras entregamos el testimonio y eso se transformaba en trato humillante o degradante, pero no estaba el hecho, ni se investigaba”.

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