Ana Tragolaf: «El aborto está presente en todas las culturas”

Ana Tragolaf: «El aborto está presente en todas las culturas”

Por Camila Muñoz

Ana Tragolaf es presidenta de la Corporación de Mujeres Mapuche Aukiñko Zomo y trabaja como docente en la Universidad de la Frontera en Temuco. También es coordinadora técnica del Observatorio Regional de Equidad en Salud según Género y Pueblo Mapuche, desde donde ha desarrollado un liderazgo en la zona en defensa al feminismo Mapuche, siendo un referente para su comunidad en la Araucanía. “Cuando nosotras (Aukiñko Zomo) llegamos acá, hace seis años atrás, la gente no quería hablar de la violencia, las mujeres nos decían que no, que eso no estaba presente en su comunidad, que pasaba en otras comunidades”.

Según informaciones de la Fiscalía Nacional durante el 2016 hubo 15.266 denuncias por delitos sexuales. Se estima que cada 33 minutos ocurre un abuso sexual en el país. En este mismo año, hubo 536 casos en la Araucanía, convirtiéndose en una de las regiones con mayor número de denuncias. Datos de Carabineros de Chile de 2015 arrojan que 348 mujeres fueron víctimas de abusos sexuales constatados en esa región.

Violencia invisible

La violencia de género es un problema que afecta a cientos de mujeres año tras año. La presencia de patrones culturales que avalan la violencia ejercida contra ellas aumenta progresivamente. Pese a que el tema ha estado de manera sistemática en la agenda pública, esto no ha sido suficiente para concienciar y generar una red de apoyo para las mujeres rurales. Ana Tragolaf considera que hoy, la deficiencia radica en cómo se aborda el tema.

“Nosotras vemos qué pasa con las mujeres mapuche de la región, porque es un programa de Estado que, en el fondo, aplica de una misma manera para todo el país. Consideramos que hay una deficiencia de estos programas porque no siempre se condicen con la realidad de las mujeres en las regiones, por un tema cultural, sobre todo acá en la región, eso se invisibiliza”, explica.

Uno de los puntos que más critica la docente, es la desatención del sistema de salud. “Hay mujeres que acuden a un servicio público y no son bien atendidas, son violentadas o son discriminadas, y eso es algo que no se contabiliza dentro de las estadísticas”, enfatiza Tragolaf, haciendo referencia a aquella violencia que es institucional. Considera que existe un problema con las políticas en materia de violencia hacia las mujeres. Por ello, junto al Observatorio de Equidad en Salud según Género y Pueblo Mapuche han ido generando análisis de conservatorios que congregan a mujeres mapuches y no mapuches.

«Las mujeres rurales no están protegidas. Una mujer que vive en la cordillera baja para denunciar una situación de violencia, pero no hay una red de apoyo cercana cuando vive un episodio de violencia.” Son pocas las que tienen contención. En el caso de las mujeres rurales de la Araucanía esta ausencia es aún más compleja y delicada de abordar.

El trabajo realizado por Tragolaf y sus compañeras en el Observatorio ha permitido generar lazos y cercanías con las mujeres de la zona. “Al ir teniendo más confianza con las mujeres, un trabajo cercano, ellas fueron contando situaciones, dieron testimonios. Efectivamente comenzaron a hablar sobre lo que les estaba pasando”, comenta. La presidenta de la Corporación de Mujeres Mapuche Aukiñko Zomo dice que después de un tiempo, las mismas entrevistadas terminaron siendo monitoras y ayudándose entre ellas como una forma de reparar los daños de la violencia a la que sobrevivieron. Así, se continúa ampliando la red de apoyo de mujeres.

Aborto en tres causales, una limitación

El trabajo que realiza el Observatorio de Equidad en Salud según Género y Pueblo Mapuche también ha sido esencial para que en la región exista un mayor conocimiento de los derechos sexuales y reproductivos y de la igualdad de género, manteniendo un compromiso con la diversidad de la zona y las distintas organizaciones de la sociedad civil.

El próximo 16 de enero, la Comisión de Constitución del Senado votará por la despenalización del aborto en tres causales: peligro de vida para la mujer, inviabilidad fetal incompatible con la vida y embarazo por violencia sexual. Este proyecto es una de las grandes propuestas del segundo mandato presidencial de Michelle Bachelet. Según estimaciones del Instituto Chileno de Medicina Reproductiva (ICMER) en Chile se realizan alrededor de 60 a 70 mil abortos en Chile al año.

Ana Tragolaf hace constante seguimiento a las políticas públicas en salud, levantando indicadores que den cuenta de las inequidades en esta materia. “Estoy de acuerdo con el aborto en las tres causales y con el aborto en general. Es un tema presente y presente en todas las culturas», reconociendo que la brecha que entre el movimiento de mujeres y la mirada que tienen los legisladores respecto al aborto es bastante grande: “Al tener tres causales, ya hay una limitación”.

La docente explica que dentro de los pueblos indígenas existen otras formas de manejar el aborto, que tienen que ver con el uso de remedios y de hierbas medicinales. “Diría que ni siquiera las mujeres mapuche, y en otros pueblos indígenas, está muy discutido (el aborto), más bien se debate y se ha discutido a nivel del movimiento de mujeres feministas urbanas, pero en lo rural, este tema no ha sido muy llevado”, asegura Tragolaf. De ahí los énfasis del Observatorio; abrir espacios de diálogo respecto al aborto y los derechos reproductivos a través de conversatorios y seminarios en distintos espacios con mujeres urbanas y rurales.

Lucha feminista Mapuche

Ana Tragolaf ejerce una influencia en su territorio. Sus vínculos con líderes mapuche, con dirigentes y con diversas mujeres relacionadas a la política ha sido una vía incluso para llegar con su propuesta de diálogo a la educación como institucionalidad. “Hemos ido generando algunos materiales de educación como estrategia para abordar los temas con la infancia, con los niños, con las niñas y así enfrentar las temáticas de la violencia de género”.

La presidenta de Aukiñko Zomo y el observatorio juegan un papel decisivo en el territorio. Pero reconoce que ha sido complicada la recepción que los hombres del Pueblo Mapuche tienen de los temas relacionados a los derechos de las mujeres “Por una parte, no se logra entender el proceso de lucha de las organizaciones feministas y, por otro lado, ser mujeres mapuche. Creo que se interpreta como una forma de alejarte de la lucha de tu pueblo. Muchas veces nos dicen que no compartimos la misma mirada hacia las mujeres porque las vemos mucho más autónomas (…) Participar en instancias feministas se ve más como una amenaza que una contribución porque tal vez al participar, también una va recogiendo distintas herramientas para enriquecer tu accionar”.

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