Beatriz Bataszew: “En Chile muchísimas mujeres fueron objeto de violencia política sexual en las poblaciones, y esas mujeres no califican”

Beatriz Bataszew: “En Chile muchísimas mujeres fueron objeto de violencia política sexual en las poblaciones, y esas mujeres no califican”

Por Josefina Espinoza Escárate

El pasado 13 de agosto, la agrupación “Mujeres Sobrevivientes Siempre Resistentes” se manifestó afuera del frontis de la ex casa de tortura apodada “Venda Sexy”. El lugar ubicado en la comuna de Macul, pretende ser vendido a una inmobiliaria a pesar de ser declarado monumento histórico el 2016. Es por eso que esta agrupación junto a la Coordinadora Feminista 8M levantaron sus pancartas en donde se lee “La memoria no se vende”. Beatriz Bataszew es una de las manifestantes, una de las personas detenidas en ese centro de tortura durante la dictadura cívica militar de Augusto Pinochet y una activista feminista defensora de los derechos humanos.

Legatarias de la memoria

Hace unos años mujeres ex detenidas en “Venda Sexy” decidieron armar el colectivo “Mujeres Sobrevivientes Siempre Resistentes”, de manera de introducir nuevas aristas a la memoria. Esto, porque según Bataszew “en general la memoria que existía con relación a las mujeres que luchamos contra la dictadura, estaba centrada específicamente en el dolor, en el tema de la tortura, y ni siquiera en el tema de la violencia política sexual o la tortura sexual. Eso a nosotras nos empezó a parecer insultante. Es decir, nos lesionaba, porque se omitía la parte fundamental que nos constituía como mujeres y luchadoras, y era precisamente la lucha, es decir, nosotras decidimos enfrentar a la dictadura, no es solo que pensáramos distinto -también era así-, pero decidimos enfrentar totalmente la dictadura y éramos militantes de organizaciones políticas, con proyectos políticos, con visiones de mundo y éramos en esos tiempos -y algunas lo seguimos siendo todavía- profundamente radicales. Nosotras queríamos el cambio de la sociedad y luchábamos por lo que llamábamos socialismo”.

Esto potenció la decisión de Beatriz Bataszew para posicionarse desde el feminismo, ya que pensaba que esa parte de la historia estaba absolutamente invisibilizada, incluso, desde las organizaciones de derechos humanos. De manera individual y junto a su colectivo empezaron un proceso que las llevó a acercarse a los nuevos movimientos feministas que emergían. “Nosotras las feministas nos consideramos legatarias de luchas anteriores, pensamos que la memoria no se puede fragmentar solamente en un hecho, o en un evento, y que no ha llegado el fin de la historia. Por ende, esas luchas anteriores de otras mujeres han ido nutriendo también nuestras luchas actuales, y las nuestras seguramente van a nutrir las luchas de las mujeres o las feministas que siguen después. Porque nosotras en el ámbito de los derechos humanos no lo pudimos hacer, o sea sencillamente, las organizaciones de DDHH no sintonizaban con nuestro planteamiento y tuvimos que hacerlo desde el feminismo”.

Hace un par de años que como colectivo observaron que tenían apoyo desde el feminismo o desde las organizaciones feministas en muchas de las actividades que realizaban, es por eso que deciden articularse en conjunto a la Coordinadora 8M y levantaron el Mes de Memoria de Rebeldía Feminista. “Eso fue muy importante, porque después del mes, se logró hacer un pre encuentro de memoria y a partir de eso, se hizo un planteamiento en lo que fue el encuentro plurinacional de mujeres del 8 de diciembre, y ese planteamiento que se hizo desde la memoria feministas y derechos humanos, pasó a ser parte del programa de la Coordinadora Feministas 8M”.

Violencia sexual como “daño colateral”          

El centro de tortura Venda Sexy, que se pretende vender a la Sociedad de Inversiones Arriagui Limitada, al igual que otros sitios como Villa Grimaldi, Londres 38 o José Domingo Cañas, era utilizado por la DINA (policía secreta de la dictadura de Pinochet) para detener, encerrar, torturar y hacer desaparecer personas. Pero además, es reconocido por sus brutales crímenes de violencia política sexual hacia las mujeres que pasaron por ahí; un tercio del total.

Estos crímenes hasta el día de hoy están completamente impunes. Prácticamente no se conocen. Es por eso que para Bataszew es importante empezar a diferenciarlos incluso de la tortura. “Hay un aspecto que tiene que ver específicamente con el terrorismo de Estado y con los instrumentos que utiliza, que se presenta de manera diferenciada en los hombres y las mujeres, es decir, los crímenes sexuales, o la violencia política sexual, se cometieron de manera diferenciada y desigual en los cuerpos y la sexualidad de las mujeres. Y eso es súper grave porque es considerado, incluso por algunos hombres “aliados”, igual como lo considera el sistema heteronormativo, como un daño colateral. Es muy importante hacer la diferencia para poder visibilizar eso, porque en este tema en particular, los crímenes sexuales contra las mujeres en dictadura, están todos, todos impunes”.

Esto se podría reflejar también en la situación que está pasando con “Venda Sexy”, que para la activista tiene que ver con dos asuntos fundamentales que se conjugan. “El primero, es que las políticas de memoria -de lo que llaman transición a la democracia, que yo creo que es solamente la administración del legado dictatorial-, se hicieron en base a negacionismo, a las políticas de consenso, es decir a las desmemoria. Seguramente porque el compromiso fue no tocar algunos sectores -en el caso particular nuestro- los sectores que no fueron tocados.  Porque quienes nos violaron, a nosotras las mujeres, o quienes nos abusaron con animales, fueron las Fuerzas Armadas, es decir los militares,  aviadores o marinos; fueron los carabineros y fueron las investigaciones. Entonces este primer elemento, es parte de los consensos que tiene que haber implicado también no juzgarlos por algo tan indecente e inexplicable como son las violaciones”.

Esto permitiría que la violencia política sexual para la institucionalidad o para la justicia, no exista. Como segundo elemento, Bataszew agrega que esta desmemoria se debe a que el tema de los sobrevivientes recién tiene una calificación el 2004 con el Informe de Valech “Prisión Política y Tortura”, en donde además el gobierno de Ricardo Lagos “estableció 50 años de silencio y de clausura para los datos de los criminales, o de lo que nosotras habíamos sido objeto. Entonces, esto cercenaba la verdad e imposibilitaba también juicios rápidos, con toda esa información que estaba en la Valech”.

Denuncia que hasta hoy, el Estado de Chile no propicia a las y los sobrevivientes defensa legal ni asesoría jurídica. “En el caso de nosotras, las mujeres, evidenciamos lo que había sucedido con nuestros cuerpos y nuestra sexualidad desde muy temprano. Lo hicimos en los juzgados, los pocos que acogían querellas por los detenidos desaparecidos donde nosotras íbamos a testificar, incluso estando en los campos de concentración. Ahí nosotras dábamos cuenta de los crímenes sexuales o de la violencia política sexual, pero nuevamente eran desdibujados. Es decir, nosotras entregamos el testimonio y eso se transformaba en trato humillante o degradante, pero no estaba el hecho, ni se investigaba”.

Violencia política sexual como política de Estado

Después de un largo tiempo de estar abocadas en el tema de los detenidos desaparecidos, a partir de distintas conversaciones que se tenían entre mujeres, se llegó al acuerdo de hacer una querella que estuviera focalizada en la violencia política sexual. “En esos tiempos le decíamos violencia sexual no más, no le poníamos todavía el componente político. En esa primera querella empezamos a introducir el término violencia política sexual porque es una política de Estado, es una política que tiene una clara connotación de género y es una política que hace uso del poder sexualizado. Este componente de poder es sustancial para entender también que ese poder es un algo permanente y estructural en la vida de las mujeres que, en situaciones de conflicto de guerra o de dictadura, se exacerba porque en esas situaciones el cuerpo de las mujeres es un territorio en disputa, es un territorio a conquistar y particularmente a dominar y disciplinar para que vuelva a los espacios que el sistema capitalista ha decidido que tienen que poblar las mujeres”.

Venda Sexy, un mínimo reparatorio para las mujeres

De manera muy sincera Beatriz Bataszew declara que ella no cree que el Estado le haga justicia, nunca. “Lo voy a hablar desde mí. Nunca he pensado que el Estado va a hacerme justicia, nunca. Lo entiendo así porque entiendo que el Estado y el sistema no nos puede hacer justicia, porque el Estado cuestiona hasta el día de hoy nuestro derecho a la autonomía, y lo cuestiona en relación por ejemplo a nuestro cuerpo, al aborto y a un montón de situaciones, pero sí pensaba, y era importante, que esta tensión posibilitara que este tema estuviera en la palestra”.

Fue entonces cuando empiezan a tensionar al otrora Sernam para tipificar la violencia política sexual como un crimen autónomo y distinto a la tortura. “Porque cuando está adentro, la tortura no existe, porque la mirada normativa considera que el daño o el sufrimiento fundamental se produce por el golpe, la cachetada, el colgamiento y no por lo que le pasa a una persona que es objeto de violencia sexual, eso está hacia al lado”.

Junto con eso exigieron a la institución pública que se hicieran cargo de la defensa legal de las mujeres que habían sufrido violencia política sexual en dictadura. Además “le pedimos que se hiciera cargo de nuestras compañeras detenidas desaparecidas,  que se hiciera cargo de nosotras, y también le pedimos que se hicieran cargo de las compañeras jóvenes estudiantes que en el año 2011 o 2012 fueron objeto de violencia política sexual por agentes del estado”.

Después de meses trabajando en eso, no llegaron a acuerdo. Bataszew convencida de que no habría justicia, decidió junto a su colectivo que el acto mínimo reparatorio era que se recuperara “Venda Sexy” y se le entregara a las mujeres. “Porque no hay ningún otro sitio de memoria que tenga una especificidad en género, y la forma de hacer memoria que tienen los otros sitios, es muy distinta a la que tiene pensado el feminismo. Pedíamos eso como un acto reparatorio y en ese contexto íbamos a la pelea, para que esto fuera efectivo y peleamos mucho por la declaración, que fuera declarado sitio memoria y monumento histórico. Se logró y se logró que se anunciara en el documento que el terrorismo de Estado había actuado de manera diferenciada y desigual en relación a las mujeres”.

En 2016, el Estado decide comprar el sitio. Ofrece un determinado precio al dueño, pero este no acepta. Se intenta negociar, pero finalmente el precio que exige su dueño es demasiado elevado para su compra. “A nosotras las feministas nos pareció en ese minuto, y nos sigue pareciendo, que no se puede comprar esa casa en casi 500 millones, que eso es una especulación y que nosotras no estamos ni ahí con potenciar esta nueva arista del neoliberalismo que es la especulación con una casa de tortura”.

No sólo las detenidas sufrieron violencia política sexual

Luego de fallar en la recuperación del sitio “Venda Sexy”, se les ofrece asignar otro espacio. “Pero eso no se concretó y para nosotras también era importante tener otro espacio, porque más allá del lugar, lo importante es el sentido, y el contenido”.  Esto fue una situación muy compleja para el colectivo, ya que Bataszew dice que el feminismo no tiene entrada en espacios como las mesas de negociación con relación a los ex presos y presas políticas. “Nosotras hemos desarrollado documentos sobre nuevas formas de hacer la calificación de las víctimas, porque para nosotras es absolutamente nefasto la forma en que se decide quienes son las mujeres víctimas y quienes no. De que solamente las mujeres detenidas en lugares reconocidos eran víctimas del terrorismo de Estado. En nuestro país muchísimas mujeres fueron objeto violencia política sexual en las poblaciones, cuando se hacían los allanamientos, muchas mujeres fueron violentadas sexualmente y esas mujeres no califican. Muchas mujeres que buscaban a detenidos desaparecidos también fueron abusadas sexualmente en regimientos o en comisarías, entonces hay una gama muy amplia de mujeres que no están contempladas en esta definición”.

Y a pesar de que el centro de tortura “Venda Sexy” tenga el valor simbólico con relación a la tortura sexual hacia las mujeres, Bataszew es enfática en decir que “el valor simbólico no significa que ese haya sido el único lugar donde se violentó sexualmente a las mujeres. Eso paso en todo Chile y en todos los centros de tortura. No nos parece justo apropiarnos de algo que nos corresponde a todas las mujeres, y no solo a las mujeres sobrevivientes. Esto que nos pasó a nosotras sigue pasando hoy día en la actualidad.Hoy se agudizan las contradicciones en el sistema producto de las crisis cíclicas que tiene el capitalismo, ya estamos entrando en una. Vamos a tener siempre dos vertientes, una es la precarización de la vida y eso va ser para toda la población, pero va a recaer de nuevo de manera diferenciada y desigual sobre nosotras, las mujeres”.

Feminismo como reparación

Para Beatriz Bataszew es difícil definir en qué momento se empieza a situar con el movimiento feminista. Vivió en una generación en donde siempre fueron feministas pero no tenían conceptualmente la idea, se manejaban en lo intuitivo e igualitario. “Todo esto es un proceso muy largo, siempre lo he dicho, a mí el feminismo me permitió avanzar mi proceso de sanación. Hoy día yo lo digo pasado los años, el feminismo me permitió a mí colocar esos dolores privados en un espacio público y transformarlos en acción política.”

Ya en el año 1976 empezó a comprender que eso que le pasaba no tenía que ver con ella. “No era porque yo era grande o porque era chica, no. Esto tenía que ver con estas violencias estructurales hacia las mujeres, que buscan dejarte en el sufrimiento, en la culpa, en el pudor, en la vergüenza, y yo tuve la fortuna maravillosa que algunas compañeras que estaban afuera de Chile, y con las estuve algunas veces en una célula del MIR, me entregaron esa información. Fue para mí profundamente sanador. Entender que no tenía por qué sentir culpa, porque todo eso era parte de esta dominación”. Todo ese proceso e información le permitió después seguir ese camino y avanzar, junto a su compañera Victoria Aldunate, en un periódico que se llamaba “Puntada con hilo”.

Su militancia es un espacio que se concreta junto al colectivo «Mujeres Sobrevivientes Siempre Resistentes«.“Se produce porque no nos dejaron otra opción más que pararnos desde el feminismo y hasta se lo agradecemos, por lo menos yo se lo agradezco, porque claramente militamos en espacios que son bastante más humanos y habitables otros. Esa es nuestra experiencia”.

COMMENTS