Decidir es un derecho

Decidir es un derecho

Chile es uno de los 9 países en el mundo que prohíbe y criminaliza cualquier interrupción del embarazo.  Todas las encuestas de opinión, muestran a una ciudadanía y a un país, que reconoce el derecho de las mujeres a tomar decisiones soberanas sobre sus cuerpos. Sin embargo, la clase política conservadora se sostiene, obstinada, en subordinar la decisión de las mujeres a sus creencias.

En innumerables veces, organismos internacionales en derechos humanos han recomendado a Chile cambiar la legislación que existe en torno al aborto.  Lo que está en juego no es sólo la libertad de las chilenas, también lo está -y fundamentalmente- las condiciones de dignidad en las que accedemos a esta elección las chilenas. 

Resulta urgente resituar el debate en torno a la legalización del aborto. Si bien es algo que afecta exclusiva o principalmente a las mujeres, es por sobre todo un conflicto legítimo en la consolidación y ejercicio de los derechos humanos, que restringe su derecho a decidir y vivir una vida digna.

Tal como indica Erika Guevara en su entrevista, es preciso hablar desde la perspectiva de los derechos humanos y no desde la mirada ética, religiosa o moral que finalmente afecta el ejercicio de los derechos de las personas, en este caso de las mujeres.

El Ejecutivo ha reiterado en innumerables ocasiones, que el proyecto de ley sobre interrupción voluntaria del embarazo en tres causales -que hoy se encuentra en segundo trámite legislativo en el Senado – abre opciones a las chilenas, fundamentalmente en garantizar el acceso a una atención en salud cualquiera sea la decisión que las mujeres tomen. Hasta el momento se sostienen las tres causales del proyecto original, sin embargo, la derecha ha amenazado con el Tribunal Constitucional.  No existe asomo moral para usar el poder fáctico heredado de la dictadura, para subordinar el poder soberano de las instituciones democráticas.

Sin duda que el proyecto en cuestión no resuelve el problema del aborto en Chile, más lo que está en juego es la defensa de una disputa que estamos ganado las mujeres democráticamente.  Ganamos en la calle, en la agenda político-institucional del ejecutivo, en la mayoría del parlamento, en la agenda ciudadana.  Lo que las mujeres defenderemos frente al poder fáctico de la derecha y sus aliados conservadores en el parlamento, será el proceso de transformación creciente de las relaciones desiguales de poder entre mujeres y hombres. Es urgente despatriarcalizar nuestras instituciones, sólo así podremos consolidar nuestra agenda por más igualdad y justicia.

 

 

Erika Guevara de AI: “Chile es uno de los países más contradictorios de la región”

Por Sebastián Gárate

Erika Guevara tiene más de quince años de experiencia como profesional en el campo de los derechos humanos, la filantropía y la igualdad de género; y más de 20 en el activismo por la justicia social y la paz. Es abogada, feminista y actualmente directora para las Américas de Amnistía Internacional (AI).

En una entrevista en profundidad con el Observatorio de Género y Equidad se refirió a la cultura machista a la que se exponen día a día las mujeres en Chile y la región; al aborto como una de las múltiples situaciones de violencia de género que convierten al país -según ella- es un país contradictorio.

Lo que falta

Son múltiples los informes que avalan la falta de confianza de la ciudadanía hacia organismos internacionales que rodean a Naciones Unidas. Por eso, Erika Guevara ante la pregunta sobre la valoración que hace de la capacidad de Amnistía Internacional para incidir en temas como el derecho a decidir de las mujeres, en países que tienen una élite política tan conservadora como Chile, la entrevistada dice que “no solo estamos enfrentando un ambiente de regresión en materia de derechos humanos – los cuales se ponen en los discursos de líderes políticos siendo utilizados como bandera en contra de las personas- sino que estamos enfrentando una crisis institucional donde las grandes mayorías no se sienten representadas”. 

Para ella, las instituciones de la sociedad civil y los organismos internacionales, parecieran estar muy ajenos a las realidades que hoy enfrentan las mayorías de las comunidades. “En ese sentido las organizaciones como Amnistía Internacional tampoco estamos exentas, ya que además de una institución, somos un movimiento de personas que tenemos que asegurarnos de estar representado”.

Guevara considera que el debilitamiento de la influencia de estos organismos – particularmente ONU Mujeres- con relación a los derechos sexuales y reproductivos de las mayorías, ha jugado un papel importante en los Estados y en las limitaciones al ejercicio de derechos: particularmente el derecho a decidir y muy específicamente el acceso al aborto seguro.

Para Amnistía Internacional (AI) la agenda de derechos sexuales y reproductivos en las Américas es un tema vital desde algunos años, pero reconoce que “llegaron tarde”. “Queremos saber llegar; acompañar la lucha que por décadas las organizaciones de mujeres y los colectivos han ido avanzando en toda la región”, dice Guevara, precisando que en Chile acompañan a las organizaciones que están trabajando en aborto en plataformas de incidencia política internacional.

Ante los cuestionamientos de cómo contribuir a la legalización del aborto, Erika Guevara considera que es necesario priorizar en la agenda un cambio en la narrativa: esto no es solo un problema de mujeres sino es un conflicto legítimo en la consolidación y ejercicio de los derechos humanos que afecta particularmente al género, restringiendo su derecho a decidir.

Para Amnistía Internacional es necesario poner el tema en los espacios regionales como internacionales, informando y comprometiendo a quienes tienen influencia en la toma de decisiones de los estados. “De esta manera se empezaría a hablar desde la perspectiva de los derechos humanos y no desde la mirada ética, religiosa o moral, que finalmente afecta el ejercicio de los derechos de las personas. Es ahí donde creemos que podemos hacer la mayor contribución”.

Estados en contra las mujeres y niñas

Existe una tendencia internacional y regional a identificar la violencia contra las mujeres como una violación a los derechos humanos. Sin embargo, aún existen estados y sociedades que no lo comprenden así. Erika Guevara considera que son muchos los factores que condicionan la mirada o narrativa que se construye alrededor del tema de la violencia contra las mujeres, que impiden alcanzar los niveles de seriedad frente al análisis de estos derechos.

“Creo que se ha progresado y lo reconocemos. Ese avance se debe particularmente a todo el trabajo que han hecho los colectivos, grupos de mujeres y organizaciones de la sociedad civil particularmente representadas por mujeres”. Son esas organizaciones las que han reemplazando la responsabilidad del Estado. “Cuando se reporta por parte de las organizaciones de la sociedad civil el número de abortos clandestinos, se está dando cuenta que hay muchas mujeres y niñas en riesgo. Por tanto el Estado debería asumir esos datos y actuar” .

Para Erika Guevara hoy se habla de la violencia contra las mujeres desde una perspectiva de derechos humanos y su vinculación con la responsabilidad del Estado, “entonces cuando se hable de violencia contra la mujeres, también hay que hablar de violencia estatal. No podemos dejar de reconocerla”. Ahora bien, que eso genere un cambio significativo en el día a día de la vida de las mujeres, es otro camino por recorrer. Se debe lidiar con culturas patriarcales, la jerarquía de la iglesia y otros grupos de “clases cristianas” que todavía tienen influencia en los poderes público y políticos (particularmente en América Latina y el Caribe) que dificultan el cambio radical o rápido que se espera.

Como sociedad – advierte la representante de Amnistía – nos anteponemos a la revictimización de aquellas mujeres que enfrentan situaciones de violencia a todo nivel, desde la violencia en las comunidades, en las familias, hasta la policial o estatal. Según Guevara esto se vincula  con el discurso público social y su reproducción los medios de comunicación, que no se alinean con una mirada más progresista y progresiva de derechos humanos.

“Cuando una mujer es víctima de violencia, es revictimizada por el propio discurso social que justifica por qué esa persona fue sujeta a violencia. Acá tienes el caso de los feminicidios, donde se acusa a la mujer de por qué viajó sola, de por qué lo hizo de noche o con cierta vestimenta. Se pone en juicio a la mujer víctima del feminicidio y no al feminicidio como debe ser el caso”.

Otra deuda de los estados radica en la falta de información -no sólo estadística, sino de cómo se dan las distintas formas de violencia- para dar respuesta. “Los estados no elaboran material fidedigno que ayude a instruir la toma de decisiones de la política pública, es parte del grave problema que hoy enfrentamos.”. Guevara sostiene que el abuso de los estados también se refleja en la ausencia de leyes y políticas públicas que protejan derechos como el caso de la prohibición absoluta del aborto en un país como Chile. “Eso se refiere a violencia estatal, porque al no proteger el derecho a decidir de las mujeres y niñas, termina violentándolas”.

Chile abortable

El último informe de derechos humanos de Amnistía en Chile reparó en el lento avance del debate sobre despenalización del aborto y las cortapisas que ha tenido el proyecto actualmente en segundo trámite constitucional. Para Erika Guevara sin duda esto es alarmante. “Para AI esta ha sido una de las mayores preocupaciones que tenemos en materia de derechos humanos en el país; por la violencia que representa para las mujeres y el pleno ejercicio de sus derechos. Es una deuda histórica pendiente, es aberrante que en democracia se sigan violando los derechos de la mujeres y de las niñas”

No concibe esta forma de discriminación y violencia contra las mujeres, donde se les niega el derecho a decidir ante embarazos complejos, gestaciones forzadas por violencia sexual o embarazos no deseados. Y considera que la criminalización de esta práctica es una trasgresión a los derechos del género. “En la medida que una mujer no puede tomar decisiones tan básicas que tienen que ver con cómo se relaciona con su cuerpo y sociedad, es poco probable que el ejercicio de otro tipo de derechos puedan ser ejercidos en plenitud”. Para Erica el aborto no es un método de planificación familiar si no una respuesta a una situación de violencia que enfrenta una mujer a un embarazo no deseado.

El papel de los medios

La televisión juega un papel importante a la hora de propagar mensajes, construyendo -muchas veces- realidades y percepciones en la audiencia. Pero ¿se habla de derechos humanos, sexuales y reproductivos? ¿Se los aborda de acuerdo a los tiempos actuales? Lamentablemente para Erika Guevara los medios de comunicación más tradicionales no logran ajustarse a los nuevos públicos, quienes están más afectados en el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos: las personas jóvenes que están iniciando su vida sexual más tempranamente, que tienen acceso a información vía internet y que manifiestan que los medios convencionales no informan la verdad u omiten asuntos relevantes.

Sin embargo, para Guevara la batalla aún no está perdida. Si bien en casi todo el continente los medios están concentrados y en la mayoría de los países pertenecen a fuerzas conservadoras que terminan “manipulando” la información para que la población no tenga acceso a datos concretos sobre cómo se ejercen sus derechos fundamentales “existen plataformas alternativas que proveen la documentación basada en evidencia y, sobre todo, informan en extenso sobre los derechos de las personas para generar cambios significativos en el largo plazo”.

Maternidad naturalizada

Sin duda los medios tradicionales, a través de las diferentes productos -ya sea noticias, teleseries o misceláneos- naturalizan los estereotipos de género: una de las principales causas de la violencia contra las mujeres y niñas. Es acá donde las mujeres son expuestas como madres o como las responsables de la reproducción, el cuidado del hogar y de la familia, generando ambientes conservadores donde la progresión de los derechos humanos se limita.

Son los medios que terminan perpetuando condiciones que generan violencia, donde si una mujer es asesinada o golpeada por su pareja, es revictimizada. “Porque lo que se cuestiona no es el asesinato, la violencia o la violación a sus derechos si no qué fue lo que generó ese desenlace. Se pone la responsabilidad en las personas y se hacen campañas de prevención donde se pide a las mujeres que no salgan de noche, no usen minifaldas ni tengan relaciones sexuales. Así se genera un clima donde el ejercicio de derechos se ve totalmente limitado para mujeres y niñas”, dice Erika Guevara de Amnistía Internacional.

Aborto criminalizado, máxima discriminación

En Chile, luego de un año y medio, la Cámara de Diputados logró aprobar en primer trámite legislativo, el proyecto de ley que crea las Garantías de los Derechos de Niños y Adolescentes. Esta aprobación también causó polémica a raíz de la repercusiones que una de sus normas podría tener en la discusión de la despenalización del aborto en Chile. Esto debido al artículo que establece “el derecho a la protección del embarazo vulnerable”, tanto de la mujer menor de 18 años como del feto en gestación antes y después del nacimiento, indicando que no puede ser discriminado durante “su desarrollo intrauterino”.

Los derechos humanos, y una gama especial de estos, siempre tendrán una limitación, ya que estamos hablamos de derechos individuales que después se ejercen en el colectivo. Sin embargo, son muchas las discusiones y resoluciones de múltiples organismos (Naciones Unidas e instancias del sistema interamericano de derechos humanos) que establecen que “la protección de la vida futura -que puede ser ya dentro del proceso de desarrollo de un embarazo, como puede ser la protección de los derechos ambientales para nuevas generaciones que todavía no existen- no tienen por qué contraponerse al ejercicio de derecho plenos de mujeres y niñas”.

Entonces advierte Erika Guevara que “cualquier regulación que tenga como objetivo limitar el pleno ejercicio de los derechos fundamentales de las mujeres y niñas, es contradictorio en sí mismo”. En su opinión, la norma sobre “discriminación intrauterina” “no tiene ninguna validez mientras se discute en paralelo una ley que podría dar pleno ejercicio de derechos sexuales y reproductivos para mujeres y niñas de un país en democracia”.

“Chile es uno de los países más contradictorios de la región. Por un lado, se conoce como uno de los pocos estables del continente, un pueblo al que le ha costado la alternancia política, una democracia joven que se ha ido estableciendo, un país que logra dar pasos significativos en temas de verdad, justicia y abusos por graves violaciones a los derechos humanos en dictadura. Eso es lo que se conoce de Chile”, expresa Erika Guevara.

Sin embargo, es rápida en añadir que “poco se sabe de todos los desafíos y deudas históricas pendientes en materia de derechos fundamentales. Y una muy trascendental, y que lamentablemente es una de las máximas en términos de discriminación, es precisamente la total penalización del aborto”. Es decir que el aborto sea criminalizado.

 

Virginia González: “El aborto debe ser libre, seguro y legal para todas”

Por Camila Muñoz

Virginia González (38) es técnica en enfermería y dirigenta de atención primaria de salud de la Confederación Nacional de Salud Municipal hace más de 10 años. Participa en el Comité de Mujeres nacional e internacional de servicios públicos y en la Asociación de Funcionarios APS La Pintana (FREMESAM-CONFUSAM).

Estudió Artes Visuales en la Universidad de Chile. Trabajó como administrativa en la atención primaria para después estudiar técnico en enfermería. Su agitada agenda contempla el trabajo en el CESFAM Santo Tomás de La Pintana, además de ser Integrante activa de la Coordinadora Nacional de Trabajadores NO + AFP de la zona sur de la Región Metropolitana.

No más violencia

La dirigenta social lleva 16 años en el servicio público y cuenta que su cercanía con el feminismo nace precisamente a partir de su trabajo sindical, “por eso me empecé a acercar. Principalmente por experiencias de violencia de compañeras en el trabajo y además de un proyecto que partió en 2013 de la Internacional de Servicios Públicos que duró hasta el año pasado y que se enfocó en todos los tipos de violencia”, comenta acerca del proyecto que concluye con la Guía para la Prevención del Acoso Laboral dirigidas a trabajadoras/es del sector pública desde una perspectiva de género.

En Chile, según cifras alarmante de la Fiscalía Nacional del 2016 hubo 15.266 denuncias por delitos sexuales. Se estima que cada 33 minutos ocurre un abuso sexual en el país. Por cada niña que denuncia, 6 no lo hacen.

En 2014, junto a diversas organizaciones sindicales, dentro de las que se destacan Confusam, Fenpruss y ANEF, Virginia González fue parte de la creación de la guía para prevenir acoso sexual. Cuenta su participación en ese proceso sirvió para que las denuncias de violencia sexual llegaran al sindicato y se pudieran activar los procedimientos para hacerse cargo, “esos casos los recibimos, los orientamos y los derivamos donde corresponde”.

“Por los estudios y encuentros que hemos hecho, la primera causa de violencia en la mujer es la violencia sexual y la segunda es la violencia contra la maternidad, desde que estás embarazada, después cuando el hijo o la hija están chicos y no te dan permiso cuando se enferman; te cambian de puesto de trabajo sin aviso, te reincorporas y ya no tienes tu mismo puesto de trabajo. La violencia con la que trata la jefatura, o tus compañeros y compañeras; los típicos comentarios de ‘ya se embarazó de nuevo’ o ‘ya va a tirar licencia para mantener la pega’”, relata González.

Violencia sexual y aborto

En Chile, el aborto continúa siendo un delito, las condenas por ello bordean entre los tres y cinco años y se criminaliza a las mujeres que abortan y a quienes las ayudan de manera clandestina. Sólo en 2014 se iniciaron investigaciones judiciales contra 174 personas por “aborto consentido”, 113 de ellas eran mujeres, de acuerdo a Amnistía Internacional 2017.

Virginia González dice que en sus décadas como funcionaria pública han sido reiteradas las ocasiones en que mujeres se le acercan en busca de orientación sobre aborto. “Creo que debería ser aborto libre, seguro y legal para todas”, afirma con convicción sobre su posición frente a un debate que está en la pendiente desde la recuperación de la democracia.

Según estándares internacionales, que Chile no permita la interrupción del embarazo en ninguna circunstancia es una vulneración a los derechos fundamentales de las mujeres y en ocasiones una forma de tortura. Para González, que el país mantenga este estatus a nivel mundial responde al conservaturismo de algunos sectores. “La iglesia y la derecha tienen mucho poder todavía, se dice que Chile cumple con estándares de país desarrollado, pero es el mismo currículo administrativo que está desde la dictadura; el aborto aún es un tema tabú”.

La dirigenta de la CONFUSAM de La Pintana sostiene que el proyecto en debate desde más de dos años en el parlamento no es suficiente, está de acuerdo que exista y lo considera un avance, pero “es insuficiente porque el proyecto de ley contempla lo que pasa en la minoría de casos de aborto”.

A menudo la violencia sexual es invisibilizada y por ende también sus fatales consecuencias. Entre ellas, que a las mujeres se les continúe responsabilizando de las agresiones en su contra, basada en la poca credibilidad de sus palabras, incluso de las niñas que sobreviven al abuso sexual principalmente de sus familiares varones. Así, la violación es la causal más compleja porque serán las mujeres quienes tendrán derecho a decidir. Para Virginia González el pleito se debe básicamente a que “la violencia contra las mujeres en el fondo no se ve como algo malo, está permitida socialmente, para ellos (los legisladores) no es una causal grave”.

Insiste: La prohibición absoluta del aborto atenta contra los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. “La mayoría de las mujeres se atienden en el sector público y hay muchos problemas para conseguir hora con la matrona, hay muy poca información. Ahora que las mujeres más jóvenes usan las redes sociales tienen más, pero el resto no tiene”. Esta disparidad en el acceso a la información profundiza la desigualdad de género cuando se trata de abortar.. “Las mujeres que tienen más dinero tienen más acceso; si ser mujer ya es terrible si eres pobre, peor”.

Maltrato a la adolescente

Desde su experiencia en la atención primaria de Salud, Virginia González opina que la única y gran consecuencia (positiva) que podría traer consigo el aborto legal, sería la seguridad para las mujeres de hacerse un procedimiento con resguardo. Pero ello de la mano de un mejor diseño y una mejor orientación hacia programas de educación sexual en Chile.

González cree que existen temas aún no resueltos como el uso de la pastilla anticonceptiva de emergencia. “Incluso en la atención primera, en servicios de urgencia con el tema del método anticonceptivo de emergencia, hay maltrato en el fondo, llega una niña a pedir la píldora y es terrible, le preguntan todo. No existe orientación, en especial cuando son preadolescentes o adolescentes … Es la forma cómo te preguntan, la poca privacidad, es como si fuera mal visto. Desde la ventanilla le van dando la información”, describe.

Define al sistema como precario, carente de información para el público. Y siente impotencia porque dice que el tiempo pasa y los problemas no se solucionan. “Falta educación para los profesionales de la salud sobre violencia y también hacia él público, eso incluye campañas en medios de comunicación y en terreno. Con el mismo programa de adolescentes debería incluirse el tema de aborto, habría que volver a hacer educación sexual desde la mirada de que el aborto está permitido. La educación sexual se estancó. De hecho, han aumentado las infecciones de transmisión sexual, han aumentado todas las tasas y ahí se demuestra que esto se ha dejado de lado”.

Así, ve el camino a la despenalización del aborto difícil, aunque manteniendo cierto optimismo. “A veces pienso que se logrará, la sociedad está en una dinámica de recuperar los derechos sociales pero falta todavía. Donde es un tema solo de las mujeres es más difícil todavía, pero si ya se está en una pelea de recuperar los derechos sociales, podría ser un avance para nuestra lucha”.

Machismo inminente

Virginia Gonzalez también responsabiliza al machismo de la penalización del aborto .“La mayoría de los parlamentarios son hombres, incluso las mujeres por esta ideología conservadora y la iglesia tiene ese pensamiento; de que la mujer no puede decidir y no tiene derechos”.

Como dirigenta sindical tiene claridad sobre él. Cuenta que se mantiene activa en las reivindicaciones en contra de los micromachismos y el machismo dentro de los organismos públicos. Lo percibe y lo combate principalmente en talleres de formación y campañas contra la violencia hacia las mujeres. También continua trabajando para que el Comité de Mujeres de la Internacional de Servicios Públicos adquiera reconocimiento y deje de ser catalogado como un “centro de madres” (como le dicen algunos de sus compañeros) restándole peso a su labor como activistas.

Dominique Sumar: “Quienes se oponen al aborto tapan el sol con un dedo, sólo se está pidiendo que se regule”

Por Catalina Ellies

Dominique Sumar (46) es empresaria. Estudió licenciatura en artes en la Universidad Católica y mientras estudiaba asesoraba en los diseños que se fabricaban en la planta Sumar. Trabajó un tiempo en la Compañía de Comercio, una tienda de tapices argentina. En 2008 decidió independizarse y fundó “Dominique Sumar Telas y Alfombras”, inicialmente como una tienda abierta al público. Hoy sólo funciona como showroom con visita concertada; provee telas importadas y entrega el servicio de tapices y cortinas confeccionadas y su instalación, en los más prestigiosos hoteles de Chile. Hace poco se expandió a Latinoamérica.

Dominique es nieta de Salomón Sumar, inmigrante palestino, fundador de Industrias Sumar, una de las empresas textiles pioneras y más grandes de Chile y la región; que fue intervenida en 1971 por el gobierno de la Unidad Popular, perteneciente al llamado “Cordón San Joaquín”. Era una industria de las llamadas “combativas” debido a la gran efervescencia política partidista que se vivía en su interior.

Cuestión de género

La vida de Dominique Sumar siempre estuvo ligada a los textiles por la tradición de su familia y ella continuó con ese legado. Reconoce que ser mujer nunca ha sido un impedimento para ganarse un nombre en el rubro como tampoco a la hora de realizar su trabajo porque la mayoría de las empresarias de textil y diseño son mujeres. “Pienso que el mejor manejo práctico es presentarse como una persona seria. Siento que Chile es un país donde se dan las oportunidades para emprender y si uno hace las cosas bien no se generan barreras sociales ni otra problemática. Es difícil aprender a ser empresaria pero no siento que la sociedad te ponga las dificultades, la dificultad es darte cuenta cuáles son tus propias limitantes”.

Hace casi 10 años decidió independizarse y ser empresaria. Le pareció atractivo emprender. “Cuando una pierde la inseguridad, te atreves a hacer más cosas y en ese atreverte la gente te empieza a creer más y las cosas empiezan a resultar. No siento que haya algo ambiental que genere barreras, las barreras las trae una misma. El empresariado tiene que tener mucho olfato y estómago porque te ves enfrentada a situaciones complicadas y no puedes flaquear, la seguridad permite que te mantengas a flote”.

La empresaria piensa que las nuevas generaciones están mucho más cerca de la equidad de género que las pasadas. “La juventud de entre 25 y 35 años vive en un mundo bastante equitativo en cuánto a sus responsabilidades, cuando están en pareja ambos trabajan y cuidan a los hijos. En mi generación, ese concepto es mucho más machista. Antiguamente, el hombre trabajaba y la mujer estaba en la casa y eso se sigue replicando. Ella es quien sirve al resto, y por lo tanto, si trabaja tiene que compatibilizar esas horas con el cuidado. No siento que la mujer tenga que tener más responsabilidad en la casa y los hijos solo por el hecho de ser mujer”, manifiesta.

Menosprecio por las mujeres

Dominique Sumar está casada y tiene cuatro hijas. Ellas le hacen tener mucha empatía y especial cercanía a todo aquello que se vincula con los derechos de las mujeres como el aborto. “En un país donde el 95% de las interrupciones voluntarias del embarazo que se realizan no tienen que ver con las tres causales, estoy de acuerdo en despenalizar el aborto en un cien por ciento, más allá de esas circunstancias tan particulares. La mujer debe decidir si hacerse un aborto, cuándo y por qué. Sólo ella sabe la situación en la que está”.

Para Sumar cada vez que se desacredita el testimonio de una víctima de violación se menosprecia al género femenino. Eso mismo se refleja en que la causal por violencia sexual termine siendo tan polémica. “La familia es el punto número uno de la sociedad. Debemos educar en libertad y respeto a partir de creer en el otro y traspasarlo a la sociedad. Por lo mismo, encuentro ilógico que se pudiera acudir a una mentira para insertarte en el sistema y tener derecho a un aborto”, declara.

Considera una desgracia la desigualdad actual entre aquellas mujeres que tienen recursos para abortar en clínicas privadas o financiar viajes al extranjero con este fin, versus aquellas que no tienen más alternativas que optar por abortos clandestinos e inseguros. “En lo emocional también pasa algo similar. Pongamos el caso de una joven de 19 años que va a abortar a una clínica privada, va a estar acompañada de alguien, de su mamá, del pololo. No es sólo el hecho de que ella pueda pagar por un aborto sino que también estará contenida. Mientras que otra adolescente con menos recursos recurrirá a la clandestinidad; lo más seguro es que sola, sin ninguna acogida emocional, que hará mucho más difícil su proceso psicológico y afectivo de por medio, que no debe ser fácil”, expone.

Inevitablemente, Dominique Sumar se pone en el caso de que alguna de sus hijas estuviera en situación de aborto. Sin dudarlo dice que la apoyaría en su decisión. “Si alguna de mis hijas estuviera en esa encrucijada, inicialmente me abriría a un dialogo para ver el contexto e indagar más, pero las ayudaría y tendríamos que ir a una clínica privada. Es un tema complicado y por lo mismo no puedo darles la espalda, porque yo las he educado para creer en ellas y tengo clarísimo cómo tienen puestos sus valores”.

Un debate sin religión ni política

Dominique Sumar no se considera una persona ni de derecha ni de izquierda, más bien de centro. “Nunca me he planteado qué sector me representa, más bien veo a cada persona. Creo en un mundo pluralista y respetuoso con el otro. Creo que a Chile le haría muy bien dejar de ser tan polarizado. No estoy de acuerdo con esa idea de que toda la derecha es anti todo y tiene cierto sesgo. Lo que sí siento es que dentro de la derecha hay un grupo conservador que hace mucho ruido y que desgraciadamente empaña la imagen de lo que podría ser la clase media alta en el país”, comenta.

Para ella, en un debate sobre aborto no deben imponerse las creencias religiosas. No debiese afectar la capacidad de diálogo porque estos embarazos no deseados, complejos o que ponen en riesgo de vida de la mujer, afectan en cómo se configura la sociedad. “Creo que quienes están en contra del aborto tapan el sol con un dedo porque esto ocurre, solo se está pidiendo que se regule. Además, si a alguna de sus hijas les pasara, lo más probable es que la niña termine en una clínica privada abortando. El área conservadora no se conecta con Chile, no conoce otras realidades de nuestro propio país. Les hace falta empatía, aceptación de las diferencias. Son sumamente temerosos de aceptar las diferencias. Para ellos el camino más fácil y menos atrevido es mantenerse bajo el rigor de lo antiguo. Les falta salir de su burbuja, ver en qué está el mundo, qué siente la gente joven, qué sienten sus propios hijos. Desgraciadamente es un espacio de nuestra sociedad que es muy ciego. En ningún lugar del mundo a una mujer le resulta fácil abortar, no creo que sea algo espontáneo”.

Dominique Sumar concluye que el debate de las tres causales es una forma de encontrar el equilibrio entre lo que piensan los conservadores y liberarles. “Lo que significa un embarazo no deseado o riesgoso recae en un cien por ciento en la mujer, entonces debiese existir la libertad para ellas. Además, está comprobado que en todos los países donde se permite el aborto estos no aumentan, no es que las personas tengan relaciones sexuales en la calle con cualquiera porque sabe que puede ir a la esquina y abortar. Es lo mismo que cuando se regula la droga. Finalmente, estamos entrando en un mundo donde queremos que las personas sean responsables de su libertad, entonces hay que dársela, junto con las condiciones más optimas y seguras para gozar de ella”.

Horacio Croxatto: “Las mujeres tienen derecho a abortar”

Por Camila Muñoz

Horacio Croxatto (80) es médico cirujano, biólogo y científico. Más de la mitad de su vida la ha dedicado a investigar sobre reproducción humana y fertilidad. Es considerado una eminencia mundial en anticoncepción. Demostró científicamente el mecanismo de acción de la anticoncepción de emergencia y tempranamente se transformó en su defensor “inclaudicable”. Es uno de los inventores del implante subcutáneo que millones de mujeres utilizan como contraceptivo en la actualidad. Así, entre 1973 y 2009, fue miembro activo del Comité Internacional para la Investigación en Anticoncepción del Population Council (Nueva York) y entre 1985 y 2008 presidente del Instituto Chileno de Medicina Reproductiva (ICMER).

Actualmente es director del Center for Integrative Medicine and Innovative Science (CIMIS), dependiente de la Facultad de Medicina de la Universidad Andrés Bello, y el año pasado recibió el Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas por su destacada trayectoria en materia de investigación, la misma que una década atrás le valió su salida de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Anticoncepción

En la década del 60, Horacio Croxatto recibía el título de doctor en medicina en la Universidad Católica de Chile, para luego realizar sus estudios posdoctorales en neuroendocrinología en el National Institute of Health de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) por dos años. Tiempo después se encaminó por la senda de la endocrinología reproductiva y junto a Sheldon J. Segal crearon el anticonceptivo subdérmico o implante subcutáneo.

En retrospectiva, Croxatto declara que los anticonceptivos fueron un cambio completo a lo establecido, “fue una revolución, era una novedad revolucionaria que las mujeres pudieran decidir cuándo tener hijos. Eso era totalmente contrario a la religión. Se rompió un esquema que indicaba que los padres tenían relaciones sexuales que resultaban en hijos o hijas para los que no estaban preparados o no querían recibir”, comenta.

Para el investigador, la anticoncepción es esencial y poder disfrutar de la sexualidad libremente también. Bajo esa misma premisa, le sorprende que al 2017 continúen dudas acerca de los mecanismos de acción de la píldora del día después. “No hay evidencia de que haya fecundación en una mujer que use un anticonceptivo de emergencia, así que no tiene ningún sentido poner en duda esto”.

Agrega que la píldora del día después se instaló en países donde el aborto no era un problema y no estaba sancionado socialmente. “El nacimiento de la píldora del día después no fue problema, ha sido un problema en países como el nuestro donde se supone que el tratamiento que le dan a la mujer mata al feto en gestación”.

Penalizar aborto, una injusticia social

Chile es una de los seis estados del mundo donde está prohibido el aborto de manera absoluta. El 76,8% de las personas entrevistadas está de acuerdo con la despenalización del aborto, sumando la interrupción de las gestación bajo las tres causales que se discuten en el parlamento y bajo cualquier circunstancia según la Encuesta Radio Cooperativa-Imaginaccion Trimestral 2017.

Horacio Croxatto proviene de una familia católica. Su formación escolar fue junto a una congregación de sacerdotes franceses. “Partí con una visión contraria al aborto y  una vez que estudié medicina, empecé a darme cuenta de cómo son las cosas en realidad y cambié de opinión”. Como docente de la Universidad Católica tiene muy presente la vez que leyó un artículo en el diario donde se informaba de la intención que tenía el senador Hernán Larraín (UDI) de aumentar la penalización en casos de aborto a través de un proyecto de ley.

Fue en ese momento que Croxatto, junto a otros profesionales de la salud, escribieron una carta al medio, explicando que esa iniciativa era una injusticia social para las mujeres. Se la enviaron a todos los parlamentarios mientras recuerda que por fortuna ese proyecto no avanzó. Esa carta sería un freno a sus opiniones sobre el derecho a decidir de las mujeres. Posterior a la circulación de la misiva, el rector de la Universidad Católica, Pedro Pablo Rosso, recibió un mensaje claro por parte del Vaticano y el Papa Benedicto XVI: “No queremos que este doctor abortista esté en la lista de profesores de la UC”.

Pasan los años y Croxatto aún cree que en Chile y en buena parte del mundo, continúan habiendo causas injustas para las mujeres, bajo esa premisa reitera su acuerdo con el proyecto de ley de aborto en tres causales, “considero que la mujer tiene derecho a abortar”, sosteniendo que en Chile este debate llegó de manera tardía: “El Ejecutivo tarda siempre mucho, en general. No creo que haya ninguna causa en específica. El Estado dejó pasar este tema mucho tiempo y llegó un momento en que no resistió más y lo enfrentó”.

En Chile 1 de cada 3 mujeres sufre o ha sufrido violencia sexual o física. Mientras que el 66% de las mujeres embarazadas por violación tiene menos de 18 años; el 12% tiene menos de 14 y el 7% menos de 12 años, de acuerdo a cifras del Anuario Estadístico del Poder Judicial 2016.

La causal violación ha sido una de las más polémicas debido a que son principalmente niñas y adolescentes menores de edad las involucradas. Para Horacio Croxatto en caso de violación, un punto clave a discutir es la interrupción del embarazo antes de las 12 semanas en la causal violación, porque los derechos del feto no están por sobre los de las mujeres: “Sin mujer no hay feto”, sentencia.

Las décadas de reivindicaciones por leyes que amparen y den muestras claras en materia de consagrar los derechos de las mujeres deben significar un avance a nivel global, tal como lo piensa el científico chileno: “el país está preparado para el aborto bajo tres causales”.

Objeciones y educación sexual

Las tres causales que comprende la ley en debate, inviabilidad fetal letal, razones terapéuticas y violación, han constituido una vulneración al derecho a la integridad y dignidad de las mujeres. Por ello, el papel de los médicos es fundamental en la discusión del aborto en el país, ya que el negarse a practicar el procedimiento ponen en riesgo la atención oportuna de cientos de mujeres. 

La opinión de Horacio Croxatto respecto a la objeción de conciencia de los médicos sobre practicar un aborto o no es clara: “Si en su conciencia es no, deberá ser no”, expresa. Explica que el aborto es un tema que aún genera temor en los profesionales de la salud y a raíz de lo mismo, son más médicos que se llaman “pro vida” los que aparecen en los medios de comunicación. “Quizás porque existe miedo a enfrentar una realidad; otros tendrán miedo de decir que lo apoyan (el aborto)”.

Para Horacio Croxatto el aborto se puede evitar con mejor educación sexual y con métodos anticonceptivos adecuados y accesibles que permitan disfrutar de las relaciones sexuales sin riesgo. Para el científico, la educación sexual es clave en el avance del país y debe imponerse en las salas clases, “se debe enseñar sobre sexualidad, sobre los métodos anticonceptivos disponibles y finalmente sobre el aborto”, remarca.

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