El doblez de la discriminación

El doblez de la discriminación

No es casual que desde el Observatorio de Género y Equidad nos importe visibilizar las voces de la diversidad de mujeres que se construyen día a día en nuestro país.  Más nos parece políticamente relevante dar cuenta que es la propia definición de “lo diverso”, lo que permite mostrar los distintos sistemas de dominación que convergen sobre una categoría, mujer, construida social y culturalmente para ser subordinada.

Ello implica esfuerzos importantes a la hora de emprender la tarea por transformar los imaginarios, discursos, prácticas, en definitiva estructuras de relaciones de poder que sustentan la subordinación de las mujeres.  Supone desafíos desde las políticas públicas.  Pero, principalmente, para el quehacer feminista en todos los espacios donde se juega otra construcción posible de las mujeres como sujetos sociales y políticos.

Es  así como en está edición hemos querido abordar las distintas formas de discriminación que las mujeres chilenas y del mundo viven o enfrentan a diario. Para el Observatorio de Género y Equidad constituye un imperativo abogar por insertar cláusulas relativas a la «discriminación bajo múltiples causales» en las constituciones de cada país, más aún cuando Chile se encuentra en un proceso constituyente, donde las mujeres han exigido más derechos, un trato igualitario y justicia de género.

Jueza Karen Atala: “Ser mujer significa estar en desventaja en esta sociedad machista. Ser lesbiana es doblemente discriminatorio”. Leer más

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Jueza Karen Atala: “Ser mujer significa estar en desventaja en esta sociedad machista. Ser lesbiana es doblemente discriminatorio”.

Además de tener que ganar  un espacio por ser mujer, tienes que ganártelo por ser lesbiana. Entonces si ya es pesado luchar contra el machismo como mujer heterosexual, imagínate cómo lo es siendo lesbiana. No es fácil”

Por Nicolás Fajardo

El nombre de Karen Atala no es extraño en Chile, menos en Latinoamérica. Con más de 20 años en el Poder Judicial, ha sido la única mujer jueza en el país en asumirse públicamente lesbiana, es ejemplo en la región tras demandar al Estado de Chile ante el Sistema Interamericano de Derechos Humanos por discriminación basada en la orientación sexual.

Fue en el 2003 cuando su ex marido, Jaime López, la demandó ante la justicia nacional por la tuición de sus 3 hijas, argumentando que el desarrollo de éstas se estaba siendo afectado por el hecho de que la abogada conviviera con su nueva pareja mujer, la historiadora Emma de Ramón. La demanda quedó en manos de la Corte Suprema, instancia que le otorgó al padre el cuidado de las hijas en común, basándose en que las niñas estaban en un estado de vulnerabilidad por vivir en un “entorno familiar excepcional”, exponiéndose a ser objeto de aislamiento y discriminación frente a sus pares. Entendiendo que se ponía fin a cualquier instancia de justicia a nivel nacional, Karen Atala acudió a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por atentados graves a sus derechos fundamentales.

Hoy en día, transcurridos algunos años de la sentencia del Caso “Atala Riffo y niñas v/s Chile”, la abogada se siente fortalecida y más preparada para luchar día a día contra una sociedad chilena que define de plano machista y patriarcal. Además de su labor como jueza de Garantía, es parte del directorio de la Fundación Iguales y también integra el Consejo Asesor de la Agrupación Lésbica Rompiendo el Silencio. Desde todos estos escenarios, se permite analizar al país.

Homosexualidad; Gays y lesbianas en Chile.

Si bien admite que en el último tiempo ha existido en el país una mayor apertura ciudadana hacia la homosexualidad en términos generales, es enfática en remarcar que se debe seguir trabajando hasta lograr el pleno reconocimiento en dignidad de las personas de la diversidad sexual o LGBTI.

Para encaminar este objetivo, Atala plantea hacer cumplir lo mandatado por la Sentencia de la Corte Interamericana, que pone el acento en la educación y capacitación; educar a la población partiendo desde la etapa preescolar, con clases de cultura en educación sexual donde se trate como temas la prevención del embarazo no deseado, el uso de los métodos anticonceptivos, la paternidad responsable, la prevención de ETS (teniendo en cuenta que la explosión alarmante de adolescentes y jóvenes contagiados con VIH en este último período), las orientaciones sexuales y la transexualidad, con inclusión, entre otros temas.

“La educación debería ser sostenida después en la enseñanza escolar y media. Y para la gente que ya se encuentra trabajando en el Servicio Público, se debiesen realizar capacitaciones en temas de derechos humanos y diversidad sexual en sus lugares de trabajo. Además, por qué no decirlo, en campañas informativas que pueda llevar a cabo el Ejecutivo, todo ello según lo establece la Condena Internacional de la Corte Interamericana”, detalla la abogada.

Pero un tema al que también se refiere Karen Atala es a la doble discriminación que deben enfrentar las mujeres lesbianas y el trato desigual que viven frente a los hombres gay. Lo anterior, claro, fundamentado en el machismo general que rodea a la sociedad chilena. Visibilizar esto es una disputa diaria, que se podrá solucionar cuando se avance en pos de la igualdad.

En este contexto argumenta que “es complejo lidiar con esto. Además de tener que ganar  un espacio por ser mujer, tienes que ganártelo por ser lesbiana. Entonces si ya es pesado luchar contra el machismo como mujer heterosexual, imaginate cómo lo es siendo lesbiana. No es fácil”, advierte. Añade que “a mí me ha tocado ver cómo a las mujeres lesbianas les cuesta visibilizarse públicamente. Ya se les ha hecho difícil ganarse un espacio laboral, mantenerse y ascender en sus lugares de trabajo, entonces mostrarse como lesbianas les significa un menoscabo que no lo ven ni sufren los hombres gays”.

La jueza Atala describe esta doble discriminación como una mochila aún más pesada, pero que también la motiva a trabajar por un cambio mayor en la sociedad. Uno que busca dejar atrás y eliminar el machismo intrínseco en nuestras instituciones y que también está inserto en la mentalidad de la población en el país.

Diversidad como política de Estado

Su caso, sin duda, marcó un precedente importante en Chile y Latinoamérica. La sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) determinó que el Estado había discriminado a Atala por su orientación sexual, sancionándolo por violar el derecho a la igualdad y exigiendo reparar a la jueza y a sus hijas.

Las drásticas recomendaciones de la CIDH mandataron al Estado de Chile a “adoptar legislación, políticas públicas, programas y directivas para prohibir y erradicar la discriminación con base en la orientación sexual en todas las esferas del ejercicio del poder público, incluyendo la administración de justicia”.

¿Se cumplió esto último? La respuesta de Karen Atala es negativa. “El estándar es que sean campañas y cursos permanentes en el tiempo, con miras a superar los estereotipos y los prejuicios negativos que afectan a la comunidad de lesbianas, gay, transexuales, bisexuales e intersexuales en Chile”, enfatiza la Directora de Fundación Iguales. Detalla que lo realizado por el Estado ha sido enviar informes periódicos a la Corte Interamericana dando cuenta sobre cómo va el cumplimiento de lo propuesto, sin embargo, hasta ahora se citan a cursos de carácter muy generales, que se realizan esporádicamente y que no responden concretamente al tema de fondo.

Para Atala, lo sancionado por la Corte apunta a un cambio cultural, por lo tanto, mientras este no se produzca, los instancias de formación deben ser sostenidas por el Ejecutivo. “Eso equivale a una política de Estado que debe coordinarse con diferentes ministerios. Y esta debe abarcar en la práctica a todos los servicios, es decir a modo de ejemplo, Gendarmería, las policías, Registro Civil y hospitales, entre otras entidades públicas”.

Iniciar este cambio es el desafío. De lo contrario, Chile seguirá mostrándose como un país que no es respetuoso de sus compromisos internacionales en materia Derechos Humanos. Entonces, según dice Karen Atala, “si como Estado figuras en un ranking de incumplimiento, ello puede afectar de muchas formas. A la larga, se transforman principalmente en prejuicios económicos”, ejemplifica.

La influencia de las religiones en Chile

Preocupante. Karen Atala advierte sobre la injerencia que están teniendo las religiones en el país, principalmente, la Evangélica en los sectores que viven en situación de vulnerabilidad. “Me tiene muy preocupada su avance. El fanatismo que se vive, sobre todo en las clases de niveles socioeconómicos más bajos, donde tienen una fuerte presencia; es de un machismo y una homofobia que realmente alarma”, expresa.

Sobre la Iglesia Católica, desde su imaginario Mariano, siendo modelo la  mujer sumisa, postergada, sin sexualidad. Describe a Chile como un país confesional y que no fomenta un Estado laico desde la educación y la institucionalidad pública. Por lo mismo, agrega que “mientras se sigan tomando en cuenta las opiniones de las jerarquías religiosas, se seguirá postergando las demandas de igualdad jurídica de la Comunidad LGTBI y se seguirá manteniendo la marginación y discriminación histórica”.

Karen Atala explica que un Estado laico no tiene por qué escuchar a las iglesias en temas que tienen que ver con la gestión de dictar leyes y políticas públicas. “Estamos al nivel de un Estado fanático. No se entiende que se les dé pie a comentarios de las iglesias cuando se discuten temas que tiene que ver con derechos humanos y civiles”, sentencia.

Su estadía en Fundación Iguales

Karen Atala ingresó el 2012 como parte del Consejo Consultivo y desde el 2014 al directorio de la Fundación Iguales, institución que trabaja por la igualdad de derechos y la no discriminación de la diversidad sexual. Aquí, según asegura, esta satisfecha y se siente orgullosa por aportar desde su visión.

Su ingreso a Iguales lo explica, principalmente, por haber surgido en la escena LGTBI sin conflictos históricos heredados. “Eso para mí fue muy importante. Si tú entras a un colectivo o agrupación, ya por estar ahí, te ganas enemigos que tienen conflictos desde antes que llegaras a colaborar. Esta era una fundación nueva, que está escribiendo parte de la historia del Movimiento LGTBI. Eso me gusta”, explica.

Karen Atala recuerda que decidió hacerse activista por los derechos de la diversidad sexual en el 2004, a raíz de su caso. Se encontraba ante un escenario donde el movimiento LGTBI contaba con grupos fraccionados y “peleados a muerte entre sí”, además de existir colectivos lésbicos feministas que duraban poco tiempo.

No había un movimiento sostenido con una profesionalización del activismo en el sentido de tener clara la misión, visión, objetivos, fuentes de financiamiento y planes de trabajo a largo plazo”, expresa, dando cuenta de los factores que la motivaban a adherirse a algún movimiento. Fundó junto a su pareja de entonces, Emma de Ramón, la Agrupación Las Otras Familias (ALOF), primera organización que su foco eran las madres lesbianas, constándose un vacío enorme y falta de preocupación por las organizaciones LGTBI sobre el tema, es más se ganaron muchas críticas de los colectivos de lesbianas radicales por perpetuar el rol mujer y madre. Eso las desalentó a la larga.

Por eso, transcurridos ya varios años, Atala se sumó a Iguales y durante su estadía, menciona con satisfacción que se han realizado varios avances, entre los que destaca principalmente la Ley de Acuerdo de Unión Civil. Se refiere además el actual trabajo de la fundación en proyectos como la Ley de Identidad de Género, de reforma a la Ley Antidiscriminación, en lograr el derecho al matrimonio igualitario, por supuesto, la filiación y la adopción para parejas del mismo sexo.

“Estoy orgullosa de pertenecer a la Fundación porque se trabaja con mucho profesionalismo. La dedicación de los voluntarios y del staff es valiosa y con mucha mística. Hay comprometido un interés real por sacar adelante la agenda LGTBI.”, finaliza Karen Atala, agregando que a pesar de la mala historia legislativa en la lentitud de aprobarse las leyes en Chile, espera estar viva el día que se apruebe el matrimonio igualitario.


La abogada Paulina Bravo durante presentación de «Yes, we fuck» en la UDP. Crédito www.udp.cl

Paulina Bravo, Odisex: “Las mujeres con discapacidad vivimos en una especie de tubo de ensayo de la sociedad, todo lo que se haga con nosotras parece legítimo”

Las personas con discapacidad somos el sector más vulnerado de la sociedad. Chile es una sociedad en extremo exegeta, es decir, que si no tiene una ley no se respeta nada, no hay un criterio de respeto intrínseco a la dignidad humana.

Por Catalina Ellies

Paulina Bravo es abogada. Perdió la vista a los 24 años producto de una retinitis pigmentosa y ha dedicado gran parte de su vida a promover y proteger los derechos de las personas con discapacidad. Es especialista en Derechos Humanos, abogada de la Corporación de Asistencia Judicial, presidenta del Observatorio de Derechos Sexuales y Reproductivos de las Personas con Discapacidad (Odisex) y creadora de la Corporación de Usuarios de Perros Guía de Chile, donde conoció a Hally, su perrita guía desde el 2011.

Según la Segunda Encuesta Nacional de Discapacidad (ENDISC II) 1 de cada 5 personas tiene algún grado de discapacidad, lo que representa cerca de dos millones de personas en Chile, de ellas un 14,8% son hombres y un 24,9% son mujeres mayores de edad.

Derechos sexuales y reproductivos

Se entienden como derechos sexuales y reproductivos aquellos que permiten a todas las personas, sin discriminación, violencia o coerción de ningún tipo, ejercer plenamente su sexualidad y reproducción como fuente de desarrollo personal, contando para ello con información, medios y servicios que así lo permitan. El trabajo de Odisex se centra en visibilizar estos derechos específicamente en personas con discapacidad y alertar cuando se vulneren. “Esto surge de la inquietud de un grupo de profesionales cansados de tanta violencia e invisibilización de los derechos sexuales y reproductivos de las personas con discapacidad. Queremos hacer notar que las personas con discapacidad son también personas y las mujeres con discapacidad también son mujeres, pero no cuentan. Nos hicimos cargo de este tema concretamente para investigar, promover y difundir esto, pero también para tener incidencia en la política pública”, explica Paulina Bravo.

El hecho que catapultó la creación del Observatorio fue cuando en Magallanes un hijo fue separado de su madre al momento de nacer porque ella presentaba discapacidad auditiva. Cuando nació el niño, el hospital de la región dio aviso sobre la situación al Tribunal de Familia, porque según ellos eso era una amenaza para la integridad del recién nacido. Entre la denuncia y la revisión de los antecedentes, pasaron ocho días en que el menor estuvo separado de su madre en las horas más esenciales. Luego de eso el Tribunal resolvió que el servicio de salud había cometido un acto discriminatorio y el niño fue devuelto.

“Este caso sirve de precedente, pero no como un antecedente obligatorio que el juez deba considerar para fallar. Esa es la gran diferencia de cuando nace un hijo de alguien sin discapacidad: en lugar de un alumbramiento feliz se produce una denuncia. Cuando se habla de mujeres con discapacidad no se tiene miedo a las decisiones por erróneas o descabelladas que sean. Nosotras somos personas que vivimos en una especie de tubo de ensayo de la sociedad, todo lo que se haga con nosotras parece legítimo, dentro de eso hay atropellos violentos a nuestra dignidad, libertad y derechos fundamentales”.

Odisex está trabajando en conjunto con la Universidad de Amman en Jordania en un plan que consiste en capacitación en derechos sexuales y reproductivos que comenzará en mayo. “A nivel mundial este problema es transversal en los países desarrollados o poco desarrollados. Existen normas, pero la cultura maltratadora y violentadora contra los derechos humanos de las personas con discapacidad sigue siendo la misma. Jordania es un Estado en guerra, donde hay descuido absoluto de estas materias. La guerra produce discapacidad, producto de eso, una mujer sin discapacidad la puede tener en cualquier momento, pero va a seguir siendo mujer y si queda embarazada muchas veces puede ser por otra arma de guerra que es la violación”.

Paulina Bravo cree que en Chile se necesitan leyes para frenar la discriminación en todos los ámbitos. “Las personas con discapacidad somos el sector más vulnerado de la sociedad. Chile es una sociedad en extremo exegeta, es decir, que si no tiene una ley no se respeta nada, no hay un criterio de respeto intrínseco a la dignidad humana. Las leyes que tenemos chocan violentamente con las costumbres culturales de nuestro país, que una tendencia muy marcada la hacia la infantilización y asexualización de las personas con discapacidad. El mejor ejemplo que he encontrado para esto es del bonsái, un árbol que madura pero nunca crece, la sociedad así nos tiene, somos adultas pero los derechos propios de las personas adultas no se nos reconocen”.

Ella cree que en esto, las familias tienen un rol protagónico, donde muchas veces por su afán protector son una barrera que obstaculiza el ejercicio de estos derechos. “La familia es la base fundamental de la sociedad y se les atribuye un papel elemental y muy poderoso para el desarrollo de sus integrantes, pero muchas veces son un núcleo protector e invalidador. Hablan los hermanos, los padres, pero no las personas con discapacidad. En Chile no se toma en cuenta su opinión, no se nos pregunta nada. La sociedad y el Congreso deciden, pero no nos escuchan”.

En Chile, el 77% de quienes cuidan a una persona con discapacidad reside en la misma casa y sólo un 33% son personas externas, principalmente por temas económicos y de confianza. En España, se tomó en cuenta este tema y cuidadores están fuera del hogar. En muchas ocasiones estos actúan como asistentes sexuales, que colaboran en el desarrollo de la sexualidad de las personas con discapacidad, principalmente en la masturbación. “Me parece que es una excelente opción, pero en Chile estamos muy lejos de alcanzarla. Primero hay que reconocer y promover la naturalización de la sexualidad de las personas con discapacidad y mientras eso no ocurra los asistentes sexuales van a ser considerados como una idea exótica, de personas locas. Acá no se considera la intimidad como necesaria para una vida digna de alguien con discapacidad. En Odisex hay profesionales que se están capacitando y tomaron cursos sobre esto fuera de Chile, sin embargo sabemos que va a ser muy complejo instalarlo”.

Paulina Bravo piensa que para facilitar el derecho a la sexualidad de las personas con discapacidad, hay que consultarles. “En la encuesta sobre discapacidad, por ejemplo, no hay ninguna pregunta relacionada con los derechos sexuales y reproductivos. Entonces, no tenemos datos de si tienen actividad sexual, si disfrutan de ella, si quieren o no que se instale el tema de los asistentes sexuales. La Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad se instaló en la base del ‘nada para nosotros sin nosotros’. Si no consultas, estás decidiendo por ellas y por lo tanto, el comportamiento sigue siendo como el antiguo, médico rehabilitador, donde se considera que pueden decidir por nosotros porque somos sujetos de asistencia y no de derecho. Hay que modificar las normas para que se deje de tratar a las personas con discapacidad como seres inferiores. Hay un terror de la sociedad en usar los conceptos tan históricamente separados como discapacidad y sexo en una misma frase, se considera incluso grotesco vincularlos, porque se supone que nosotros no tenemos sexo”.

Esterilización forzada

En América Latina, Colombia tiene el mayor número de mujeres con discapacidad esterilizadas sin su consentimiento. Por ello, se legisló y se prohibieron dichos procedimientos. En Chile, esto aún se permite, pero la norma dice que sólo se puede aplicar a personas mayores de edad. Según cifras de la Subsecretaría de Salud Pública, entre 2009 y 2015, la Comisión Nacional de Protección de los Derechos de las Personas con Enfermedades Mentales recibió 48 solicitudes de esterilización de los servicios de salud de Araucanía Sur, Arica, Talcahuano, Valparaíso, San Antonio, Osorno, Maule, Metropolitano Occidente, Metropolitano Oriente y la Clínica Las Condes. De estas, 23 estaban fuera de la norma: tres por tratarse de menores de edad y veinte por falta de antecedentes o porque eran personas que podían dar su consentimiento y no lo hicieron. En 25 de los casos se cumplía el protocolo y se recomendó realizar el procedimiento.

“Se le llama esterilización involuntaria. Prefiero llamarle esterilización forzada, porque es un acto de tortura, que coarta drásticamente y de manera arbitraria e ilegítima derechos fundamentales y que a las personas sin discapacidad no se les negarían. Creo que lo que se esconde tras esa práctica ilegítima e inhumana, más allá del discurso proteccionista de prevención del embarazo en caso de abuso, es la eugenesia. Este país no quiere que nazcan personas con discapacidad porque para ellos es una pandemia, entonces para frenarla actúan de una manera drástica y eso se traduce en la esterilización forzada. Hay una fuerza muy grande que se ejerce sobre las personas y familias de personas con discapacidad cognitiva, en especial de aquellas que viven en un contexto social vulnerable, donde la palabra del doctor es la autoridad. No hay fuerza física, pero sí una fuerza moral muy grande. No puede ser que las decisiones las tome otra persona que se considera con mayor derecho y capacidad para hacerlo. Lo que se toma en cuenta es la tranquilidad de la familia, vulnerando a uno de sus miembros”.

Discapacidad como sinónimo de lástima: un patrimonio cultural

La presidenta de Odisex cree que para que esto cambie tiene que dejar de haber una diferenciación entre personas con y sin discapacidad. “Estigmatizar la discapacidad como sinónimo de lástima sigue siendo nuestro patrimonio cultural. Si desarmamos la torre de marginación y discriminación hacia la discapacidad nos transformaríamos en un país más saludable, donde la discapacidad no sea una carga. Somos un aporte porque somos personas, todos aportan en la construcción de una sociedad, nadie sobra”.

Bravo hace hincapié en que la interdicción de las personas con discapacidad es un atropello a los derechos de las personas con discapacidad. “Soy totalmente opositora a esto, yo no hago interdicciones, porque es la muerte civil de una persona, un cuerpo que se mueve al que se le niega tomar cualquier decisión. Es un instrumento legal facilitador para la convivencia, pero no corresponde a un país OCDE”.

Paulina Bravo vive sola, tiene pareja hace siete meses y una vida muy independiente. Sin embargo, muchas veces esto ha sido tema al comienzo de sus relaciones. “Yo administro mis derechos sexuales y reproductivos. Para mi familia o parte importante de ella, soy una persona asexuada, tendré que darles la mala noticia de que están súper equivocados. Con ninguna de las parejas que he tenido, la discapacidad ha sido un tema, pero igual pongo algunas barreras al principio. Sé cómo piensa la sociedad, por lo tanto, cuando alguien me gusta mucho quiero cuidarlo y les digo; que no lo verán bien, que la verán como una persona abusadora, que lo piense. Les advierto, les doy 3 segundos para arrancar y si no lo hacen, lo empezamos a pasar bien”, bromea.


Pepa San Martín, directora de Rara: “Si una mujer dice que no ha sido discriminada no le creo, todas hemos sido discriminadas de distintas formas”

“El aborto no debería ni siquiera ser tema de debate en esta época. Al final, legislar sobre esto es para que las mujeres no se mueran, porque las que tienen lucas lo van a hacer igual en Chile o afuera».

Por Catalina Ellies

A fines de octubre de este año se estrenó en Chile Rara, una película inspirada en el caso de la jueza Karen Atala. Su éxito ha sido innegable. En el país lleva siete semanas en cartelera y a nivel internacional, espectadores de distintas culturas la han aplaudido con la misma intensidad.

Pepa San Martín (35) es directora y co-guionista de Rara. Ha participado en más de 20 películas en distintos cargos y esta fue su primera vez en la dirección. “Rara cumplió mucho mis expectativas. La idea era hablar de una familia homoparental y mostrarla como cualquier otra. Quise mostrar que no hay buenos ni malos, el papá no es malo, sino que es preso de prejuicios que nos han inculcado. Se está mostrando mucho en colegios y hacemos charlas. Me gusta que los niños enganchan mucho, siempre se quedan debatiendo, tienen menos rollos que los adultos, de hecho prenden poco con la cosa homosexual, para ellos no es algo extraño. Eso es súper bueno porque son ellos quienes van a construir el mundo más adelante”, explica.

Incluso antes de su estreno nacional, la película Rara  ya había sido homenajeada fuera de Chile. En Alemania ganó el Gran Premio del Jurado en la Berlinale; en España el Premio Horizontes Latinos en el Festival de Cine de San Sebastián y el premio Sebastiane que distingue a la mejor película LGTB, en el mismo festival, por proponer una reflexión sobre la discriminación sexual a nivel social e individual, por los prejuicios heredados. El galardón más reciente lo obtuvo de Naciones Unidas, en Cuba, por su aporte a la no violencia de género. “He ido con Rara a países mucho más atrasados que nosotros como Cuba e India, y la gente agradece que sea una película amable para entablar el tema y no la típica sexualizada o con ese dibujo que han hecho de nosotras y que ha sido muy difícil sacarse; que somos golpeados, promiscuos, que no tenemos relaciones largas (…)”.

La industria cinematográfica

Pepa San Martín ingresó al mundo del cine en 2004, luego de participar como actriz en la película Play, dirigida por Alicia Scherson, quien la invitó a trabajar como asistente de dirección. Sin pensarlo mucho, ese mismo año se trasladó desde Curicó, su ciudad natal, a vivir a Santiago. “Me enamoré del cine y no volví más al teatro, fue muy entretenido porque aprendí en el set. Con mis películas me gusta invitar a una reflexión de qué mundo estamos construyendo como sociedad y la mejor forma de hacer esto es reflejarse, el cine tiene ese poder”.

La cineasta hace una reflexión, donde destaca la falta de visibilidad de las mujeres en el quehacer cinematográfico. “Son contadas con las manos las que tienen roles protagónicos y que estos sean interesantes, hay una responsabilidad potente de los agentes comunicadores y ahí quiero entrar. En este mundo también hay machismo, siento que en las películas chilenas las mujeres estamos al servicio para que el hombre haga su historia. Ahora estoy haciendo una serie de televisión y cuando leo los guiones siempre alego y me enojo porque todas las locaciones de las mujeres son la cocina o la motivación es que quedó embarazada o perdió el hijo. Mucha gente me ha dicho que Rara es muy feminista y que los hombres quedaban mal, no siento que sea así, aunque sí lo es, lo siento. A nosotras llevan siglos dejándonos pésimo en las películas y no importa. No me parece que cuando llega un personaje más vilipendiado los hombres se sientan atacados”.

Del 100% de las mujeres que dirigen una película sólo el 50% de ellas vuelva a hacer otra. San Martín explica que el mundo del cine es difícil para la mujer por la carga de trabajo que conlleva. “Yo tengo la suerte de ser lesbiana y no tener hijos, pero veo a mis compañeras que son mamás y les es mucho más complicado, sus tiempos no son compatibles, filmamos once horas diarias, con un día libre a la semana por ley. Siempre los cargos de la mujer en el cine son más light, directora de arte, montajista o productora. En ese sentido, soy distinta a las otras mujeres porque no tengo hijos si los tuviera no podría hacer todo lo que hago ahora”.

“Los gays estamos en tela de juicio”

La directora cree que el caso de la jueza Atala contra el Estado de Chile marcó un antes y un después en el país. “Ella es un agente político importante en la historia chilena, sobre todo de las mujeres. A nivel nacional en ese tiempo nadie le tomó el peso a esta historia, que fue tan injusta, que se estaban pasando a llevar sus derechos de madre y de mujer”.

Reflexiona sobre los distintos tipos de discriminación que viven los homosexuales y las lesbianas en Chile, sobre todo desde los núcleos más cercanos. “Los papás y las mamás nos miran con lástima, nos hacen sentir que vamos a estar muy solos porque creen que no tendremos hijos e ignoran que podemos hacer nuestra vida como cualquier otra persona. Siento que vivimos en tela de juicio, tenemos que ser súper buenas en todo, si somos así no hay problema. Estamos a prueba, es como un defecto ser gay, si estiras un poco el hilo, se corta siempre por ahí. Hay mucha discriminación, una tiene que dar una lucha constante. Cuando te invitan a matrimonios, o cosas más formales, hay que aguantar que te miren raro si vas con tu pareja, por eso muchas mujeres van solas o llevan a un amigo. Le tenemos pánico a ser diferentes, porque pensamos que corremos peligro. Eso es una herencia de la dictadura. Tenemos que dejar de escondernos. El cine gay es súper necesario que esté por un tema de visibilidad, espero el día en que no se necesite”.

Pepa San Martin cree que Chile tendrá matrimonio homosexual a más tardar en dos años. “Esto se lo tenemos que agradecer a las agrupaciones que han hecho un esfuerzo político importante para llegar adonde estamos, que se converse y se hagan películas ha sido una larga lucha. Creo que los prejuicios y barreras se van a acabar cuando se vayan muriendo generaciones y se produzca un recambio. Los hijos de familias homoparentales ya existen, en cada colegio hay uno o dos y algunos ya tienen 12 o 13 años y ¿qué van a hacer con eso? ¿Lo van a negar? Son como los hijos ilegítimos de los 90, que cuando los papás no los reconocían, tenían otros derechos. Me parece una burla que, a pesar de lo que pasa en el Sename, no podamos adoptar”.

Aborto, una cuestión de derechos

El aborto ha estado en el centro de la discusión pública el último tiempo, la directora de cine enfatiza en que es un derecho necesario de las mujeres. “El aborto no debería ni siquiera ser tema de debate en esta época. Al final, legislar sobre esto es para que las mujeres no se mueran, porque las que tienen lucas lo van a hacer igual en Chile o afuera, pero las que no tienen plata no tienen cómo hacerlo. Cómo puede ser que me pueda ir presa por abortar y decidir sobre mi cuerpo. Eso de las tres causales es una ‘huevada’, los que se oponen sólo son guiados por ideas religiosas, la iglesia ha hecho estragos en nuestras mentes. Si vamos a hacer algo, hagámoslo bien, y los que se oponen; qué bueno por ellos, que no aborten, pero esto es una cuestión de derechos y dignidad humana”.

Considera que la principal barrera para legislar sobre esto son los políticos. “Siempre digo que ellos están mucho más atrasados que la sociedad. Mienten cuando dicen que la sociedad no está preparada, son ellos los que no quieren que la cosa cambie y frenan nuestra evolución, por eso dicen no al matrimonio, sí a la unión civil, se pueden juntar, las cosas van a ser de los dos pero no pueden adoptar. Lo mismo que el aborto, sólo en tres causales, hagamos las cosas bien y no a medias.Somos el último país que tuvo ley de divorcio y tal vez el último que tenga matrimonio homosexual y aborto legal”.

La mujer inflable

La cineasta Pepa San Martín recalca la importancia que tienen las mujeres para hacer respetar sus derechos y abolir la violencia que sufren en todos los ámbitos. “Estamos visibilizando un problema, antes pasaba lo mismo y peor quizás, pero no se hablaba, a las mujeres les daba vergüenza decir que eran golpeadas y se echaban la culpa. Creo que ha habido un cambio en la valoración hacia nosotras mismas, todavía no hay un cambio social de verdad, pero nos estamos dando cuenta de las aberraciones que nos han hecho. El matrimonio sin separación de bienes era una ‘mierda’ para la mujer, cuántas mujeres se quedaban en la casa mientras el marido trabajaba y eran una especie de esclavas contemporáneas que no se podían separar por no tener lucas y por eso también aguantaban que las golpearan o el maltrato psicológico, eso también ha cambiado. Ahora las mujeres detectan mucho más rápido que están siendo objeto de violencia, tienen más herramientas para poder enfrentarlo, antes aguantaban en silencio, por miedo a que se supiera”.

Le cuesta entender la actitud que tienen los hombres hacia el movimiento femenino que se ha generado. “Si una mujer dice que no ha sido discriminada no le creo, todas hemos sido discriminadas de distintas formas, porque el sistema lo permite. Los hombres están a la defensiva porque tienen que defender al patriarcado. Yo hago cine de mujeres, soy mujer, soy feminista y eso no significa estar en contra del hombre, ellos mismos inventaron eso para sentirse víctimas. Si queremos un cambio los necesitamos de nuestro lado, todo se involucra de alguna forma, no es algo tan fragmentado”.

Así, la directora de cine comenta sobre algunas de las formas que provocan un desequilibrio entre hombres y mujeres. “No tenemos los mismos derechos, nuestros sueldos son más bajos, pagamos mucho más en las isapres y eso es un acto de discriminación. El patriarcado es un concepto que tiene que volar. Cuando pasó lo de la mujer inflable, cuántas minas decían que somos exageradas y entraron en la lógica machista, sin entender que lo que pasó fue algo grave. Si lo hacen en una despedida de soltero me da lo mismo, pero fue en un acto político, con prensa. Creo que las mujeres cada vez estamos más posicionadas y peleando más por nuestros derechos también porque se ha tomado conciencia, pero me hace mucho ruido que sigan mujeres diciendo que somos exageradas. Me parece extraño este miedo que tenemos las mismas mujeres a sentirnos poderosas”.

Cree que el cine ha aportado positivamente al cambio de cultura y educación. “La equidad de género se tiene que enseñar en los colegios. Estamos acostumbrados a puras leyes y si no hay ley no se respeta. Siento que el cine o las series están ayudando a eso, cada vez vemos más personajes diversos, los héroes actuales no son los mismos de hace 20 años. La mujer sigue siendo una ciudadana de segunda clase y quiero que eso cambie. Me han dicho que soy feminista, sí, lo soy, y puedo ser mucho más también”, concluye.


Rosa Trigo de Juntos por la Vida: “Políticas de prevención y control del virus del VIH no tienen enfoque de género”

«En al menos 14 países se ha informado sobre casos de esterilización involuntaria y aborto forzado en mujeres que viven con el VIH. En Chile, a muchas mujeres se las intimidó».

Por Sebastián Gárate

Las cifras son preocupantes. El aumento de un 125% del VIH entre jóvenes de 15 y 30 años puso en alerta a la sociedad médica de Chile, situando al país entre las naciones que han experimentado un aumento explosivo del virus dentro de su población. Especialistas están alarmados y –literalmente- piden que las personas se realicen anualmente el Test de Elisa para detectarlo, haciendo énfasis en que mujeres y hombres jóvenes deben entender, de una vez por todas, que el condón jamás debe faltar.

Ante este escenario, el 58% de las nuevas infecciones por VIH que se produjeron entre las y los jóvenes de 15 a 24 años en 2015, afectó a mujeres adolescentes. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, el género femenino es más sensible al virus que el masculino, donde la violencia de género y el maltrato de una sociedad que lo discrimina, muchas veces aumenta su vulnerabilidad; violencia reconocida como una violación a los derechos humanos que con el tiempo se ha convertido en una preocupación para la salud pública, vinculándose peligrosamente con el virus VIH/sida.

Desde su vereda, Rosa Trigo -encargada de Atención Integral y Género en Organizaciones Comunitarias sin fines de lucro en Juntos por la Vida– comenta cuál es la realidad de las mujeres chilenas que viven con VIH, habla de por qué son ellas las que desertan mayoritariamente del tratamiento y analiza un tipo de violencia que no tiene al hombre como principal agresor, sino a un Estado que no realiza políticas públicas que velen por el género en la respuesta a esta infección.

90-90-90

“Las políticas de prevención y control del virus no tienen incorporado el enfoque de género. Es más, los programas que existen son deficientes”, aseguró Rosa Trigo. Si bien la evidencia indica que las relaciones sexuales de adolescentes son sin protección, ante la consulta de si cree que la adherencia al condón depende del nivel socioeconómico o de la disponibilidad de dinero, Trigo es enfática: no. 

“Esto quiere decir que los jóvenes no están ni ahí con la prevención. No le dan importancia a la adquisición/transmisión del virus o de enfermedades sexuales. Menos del 50% habría usado preservativo en su primera relación íntima”, aseguró, comentando que ante esta afección no debe hablarse de contagio, si no que de transmisión para que así las personas entiendan que esta es una enfermedad de transmisión sexual. “La única vacuna que tenemos, o con la que contamos actualmente, es el preservativo. Y si las campañas de prevención no dan enfoque, o no se fortalecen en ese sentido, es difícil que una ciudadanía tome conciencia de que tiene que usarlo y que es la única vía de cuidado”

Pero más allá de que las personas más jóvenes de hoy tomen conciencia, para ella, las cifras se sustentan en el pensamiento de “no importa, porque hay tratamiento” o “el VIH está en el AUGE, entonces tengo medicamentos”. Sin embargo, esta reflexión conlleva una responsabilidad mayor, un diagnóstico que no es liviano pero si transversal que afecta a cualquier clase social: el saber que se vivirá con el virus toda la vida.

“Para erradicar el sida se habla de que tenemos que llegar al 90-90-90, que es lo que propuso la ONU Sida”. Con esto, Trigo se refiere a que se espera que dentro de las personas viviendo la infección, el 90% conozcan su realidad, el 90% de este nuevo universo esté notificado y reciban tratamiento y que el 90% de esas personas tengan una carga viral suprimida o indetectable. “Llegar a esa etapa -soñada- es bastante difícil en Chile. Creo que estamos en un 60%”, dice Trigo. Así, recuerda lo último que señaló el doctor Carlos Beltrán -infectólogo y presidente de Corporación Sida Chile– en un seminario feminista en Arica. Advirtió que “estamos con desabastecimiento de tratamiento anti retro-virales. Van a faltar medicamentos con los que se tratan a las personas que viven con VIH. Entonces eso ya es preocupante, porque quiere decir que no va a haber adherencia para las personas que ya se encuentran con tratamiento, provocando que mucha gente muera”, relató Rosa Trigo.

Solo para mayores de 18

En 9 de 17 países de América Latina se requiere consentimiento de los padres o tutores para que personas menores de edad accedan a la prueba del VIH o a sus resultados. Chile es uno de ellos, es uno de los países que si tienes 14 años y quieres prevenir un embarazo no planificado, vas y pides la píldora del día después, sin la necesidad de ir con un familiar. Sin embargo, para realizarse un test de prevención, te ponen trabas de que tienes que ir con un adulto responsable. Eso limita la autonomía de las personas jóvenes. No todos van a ir donde sus padres a decirles ‘oye papá, quiero hacerme el examen del sida’ Solo el 7% de la población que se inicia sexualmente se ha realizado el Test de Elisa para el VIH”

En 2015 el senador Fulvio Rossi presentó una moción para que personas menores de 18 años se pudieran realizar el Test de Elisa de forma voluntaria, sin la autorización de los padres, madres o tutores. Sin embargo, aún duerme en el Congreso. Este es un examen que busca prevenir y saber si vives o no con el virus. “Si no vives con el virus, súper bien, porque así sabrás cómo cuidarte, usar preservativo, conversar con tu pareja, ponerse de acuerdo, ser mutuamente fieles en la relación y hablar de abstinencia”, asegura Rosa Trigo. Para ella, la decisiones sobre cómo vivir la sexualidad y la reproducción son decisiones de cada ser humano y en Chile no se le permite a las personas decidir cuándo iniciarse sexualmente, cuándo querer abortar; si no quieren tener hijos porque no están preparados o simplemente no quieren, o decidir libremente cuándo ejercer sus derechos. “En el país, las niñas cuando quedan embarazadas por violación, ya sea del padre, hermano o tío, están obligadas y torturadas a ser madres. Mantener el embarazo es ser una buena mujer”, denuncia.

La responsabilidad del Estado con el género

La representante de Juntos por la Vida asegura que las campañas de prevención del virus que el Estado chileno por ley se auto-obligó a implementar todos los años, han sido inexistentes. “La del año pasado ni siquiera fue una campaña nueva, fue reciclada del 2014. Y ahora el 2016 ya se está acabando y no ha habido ninguna cruzada preventiva”. Para Rosa Trigo es preocupante que siendo una infección que se adquiere por vía sexual en más del 97% de los casos en Chile (y menos del 2% por transmisión vertical de la madre al feto) no existan campaña que le indiquen a la ciudadanía, a los adultos mayores de 60 años, a las dueñas de casa y, sobre todo, a la población más joven, cuáles son las formas de prevenir.

Rosa Trigo insiste que la situación de Chile es alarmante. Es más, concibe al Estado como un ente negligente al no contar con políticas públicas que realmente sean acordes a los tiempos. “Somos nosotras las que acompañamos a nuestras familias, las que estamos ahí cuidando a las personas que nos rodean: a nuestros hijos e hijas, hermanos y hermanas y padres, despreocupándonos muchas veces de nosotras mismas. Entonces, si el Estado no aporta con mejorar las condiciones de vida de las personas que viven con VIH, obviamente la prevención no será un tema”, asegura convencida. Agrega que son las mujeres además las que presentan el mayor porcentaje de deserción del tratamiento. Mayoritariamente lo descontinúan por su nivel socioeconómico y educacional, que es lo que constituye una mayor vulnerabilidad para el género: ellas se encuentran en los grupos de niveles más bajos, donde se concentra la población que está más afectada.

En cuanto a cifras, Trigo comenta que las mujeres que viven con VIH son más discriminadas que los hombres. De acuerdo al Ministerio de Salud, dos tercios de las mujeres notificadas son dueñas de casa, entre 30 y 49 años con pareja estable. Es decir, son heterosexuales. Y un grupo menor de ellas, entre los 20 y 35 años, fue diagnosticada luego de realizarse el Test de Elisa de manera voluntaria cuando estaban embarazadas.

Sobre la opinión de algunos especialistas de los riesgos del alcohol y las drogas en la exposición a la transmisión, en especial para las mujeres jóvenes entre 15 y 24 años, Rosa Trigo es de la idea que estos factores externos que influyen en cómo se previene la adquisición o transmisión del VIH, no involucra únicamente al género femenino. “No creo que las mujeres –consideradas muñecas inflables que no piensan y que deben estar calladas– cuando están drogadas o bebidas sean las más vulnerables. Todos lo somos. Sin embargo, la diferencia está en que las mujeres biológica o socialmente se encuentran más expuestas en lo económico, por lo tanto, muchas veces acceden a tener relaciones sexuales con equis personas o realizan el comercio sexual en situaciones de riesgo”. La violencia en la que viven, las agrede sin siquiera darles la posibilidad de negociar el uso del condón con su pareja, o con quién viven.

Mujeres y VIH

La violencia contra mujeres y niñas aumenta su riesgo de contraer VIH. Un estudio realizado en Sudáfrica concluyó que la asociación entre violencia en la pareja y el virus del Sida era más fuerte en presencia de conductas controladoras o de maltrato, elevando la prevalencia del VIH. Según Rosa Trigo, los resultados de este estudio pueden ser aplicados a la realidad chilena, ya que la violencia hacia las mujeres y niñas se vive en todos lados y de la misma manera. “No es que sea distinta por vivir en lugares más o menos acomodados, o en países que están o no desarrollados. Lamentablemente, la violencia en este tema es transversal y la viven incluso mujeres a las que tú miras y dices ‘oh, a ella no le falta nada’. Aunque no lo queramos, Chile sería como el espejo de la violencia que se vive en África en relación a que el género femenino no puede decidir, no puede optar y es coartado en la decisión de la autonomía de su cuerpo”, concluyó.

A nivel mundial, solo 3 de cada 10 mujeres y jóvenes de 15 a 25 años poseen conocimientos exactos y exhaustivos sobre el virus del VIH. La falta de información sobre prevención y la desigual relación de poder entre mujeres y hombres, disminuye la capacidad y posibilidad del género femenino de negociar y disfrutar de prácticas sexuales más seguras. A las mujeres se les limita el conocimiento, tanto como a los hombres cuando deciden identificarse como transgénero o transexuales, porque se les obliga muchas veces a salir de la educación, no terminando su escolaridad, o bien teniendo que estudiar una carrera técnica porque es más corta, permitiéndoles ayudar a sus familia más rápidamente.

“De todos lados, por donde se les mire, las mujeres siempre son castigadas por el solo hecho de ser mujeres. No se nos ve más allá de que somos mujeres con útero y, como dijo una gran pensadora de la UDI, ‘prestamos el cuerpo’. Para ellos, las mujeres estamos para mantener el patriarcado, en el sentido de que nosotras solo servimos para tener hijos y poder reproducir el apellido. No podemos ser científicas ni astrónomas, no podemos tener otro tipo de pensamiento, de crecimiento, porque se nos limita a que tenemos que ser madres”, reflexiona Rosa Trigo.

Las mujeres que viven con el VIH tienen mayor probabilidad de sufrir violencia, incluyendo violaciones a sus derechos sexuales y reproductivos. Cuando una mujer es notificada con VIH, la visión que la sociedad tiene de ella -razón por la que en la mayoría de los casos abandona el tratamiento- es que es promiscua, libertina, trabajadora sexual, prostituta, que se lo buscó. Es por eso que cuando son alertadas para muchas es más fácil alejarse del tema y negarlo, asumiendo las consecuencias de dejar el tratamiento, con el impacto que ello significa.

En al menos 14 países se ha informado sobre casos de esterilización involuntaria y aborto forzado en mujeres que viven con el VIH. En Chile, a muchas mujeres se las intimidó. A otras, simplemente, las esterilizaban y no supieron hasta que por otra enfermedad se enteraron de lo que les habían hecho. Muchas dieron la cara y demandaron al Estado. “A Chile se le demandó ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos porque a muchas se les obligó a esterilizarse de manera forzada y sin consentimiento. Se las inducía diciéndoles: ‘cómo vas a traer niños al mundo si se van a morir’, ‘nadie los va a querer con VIH’, ‘imagínate si nacen con el virus, ¿de quién será la responsabilidad?’ La culpa que les hacían sentir a las mujeres era tan fuerte, que la utilizaban para esterilizarlas: el sufrimiento de ellas por dar a luz un hijo o hija con VIH”, se cuestiona Trigo

Las normas jurídicas tambien influyen directamente sobre el riesgo de las mujeres de contraer el VIH. En países donde las mujeres tienen mayor riesgo, las leyes que las amparan son débiles. La falta de derechos reconocidos legalmente fomenta la condición subordinada de la mujer, especialmente en relación con sus derechos respecto a poseer y heredar bienes, dar su consentimiento para algún tratamiento médico, el divorcio, firma de contratos, demandas y testificaciones en los tribunales.

Para Rosa Trigo de la Red Vivo Positivo, el Estado de Chile no reconoce la importancia de la igualdad de género en las respuestas nacionales ante el VIH, asegurando que las campañas de prevención así lo dejan claro. “Nos ha costado que se incluyan las temáticas que son culturales y pertinentes de cada región y sector. Somos un país largo que tiene su propia identidad cultural, su propia especificidad. Lamentablemente, ello no se refleja en las campañas de prevención. En la última, en que salía una activista trans, los ejecutores hablaban y se felicitaban entre ellos por tomarla en cuenta. Para mí, haberla incluido en una imagen no fue una real inclusión. No se ha hecho nada de prevención en lo que es género, culturas o pertinencia, a nivel nacional”, finalizó.

 

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