El documental estadounidense ‘Líbranos del mal’ recoge el primer testimonio de un sacerdote católico condenado por pederastia

El cura Oliver O’Grady era tan cortés en sus modales y tan tierno con los niños que los feligreses de su parroquia se disputaban su afecto. Le invitaban a cenar y a dormir en sus casas, convencidos de que tener un sacerdote en casa era una bendición divina. Por la noche, cuando todos dormían, O’Grady entraba en las habitaciones de los niños. Violó y sodomizó a cientos de ellos, niños y niñas, incluido un bebé de nueve meses. Su espiral de pederastia y los esfuerzos de la Iglesia católica de Estados Unidos por protegerle a él y a otros como él están recogidos con testimonios turbadores en Líbranos del mal.

Deliver us from evil (Líbranos del mal) es la primera película dirigida por Amy Berg, una productora de televisión que ha escogido un género documental nada parecido al de Michael Moore. Ella se sitúa detrás de la cámara y permite que la narración sea compuesta a través de los testimonios y las historias que relatan las y los entrevistados. El efecto es devastador por una razón fundamental: el documental contiene el primer relato ante las cámaras de un sacerdote pederasta dispuesto a contar lo que hizo, cómo lo hizo y por qué lo hizo.

Paradójicamente, la película compone una imagen de Oliver O’Grady situada más en la categoría de enfermo que de delincuente, pero deja a la jerarquía de la Iglesia católica en Estados Unidos en una posición tenebrosa, metida en una sórdida maquinaria de autoprotección diseñada para ocultar los casos de abusos y entorpecer la acción de la justicia.

La película contiene otro documento inédito: la grabación de las declaraciones judiciales no sólo de O’Grady, sino también de sus superiores eclesiásticos. La comparecencia de Roger Mahony, que como obispo de Stockton (California) trasladaba a O’Grady de parroquia cada vez que surgían denuncias de abusos a niños, demuestra una capacidad sorprendente para ocultar u olvidar los pecados propios. Que Mahony fuera después ascendido a arzobispo y más tarde a lo que es hoy, cardenal de Los Ángeles, permite que alguien en el documental se atreva a acusar a la Iglesia católica de comportarse «como la Mafia», tal y como dice el ex Gobernador de Oklahoma Frank Keating, que investigó sin éxito la indiferencia de la jerarquía eclesiástica ante las acusaciones de pederastia.

O’Grady acabó destituido como sacerdote, encarcelado por delitos de violación y deportado a su Irlanda natal cuando cumplió la mitad de los 14 años a los que fue condenado.

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