Elisa Niño, integrante de Warmipura: “El patriarcado ha hecho migrar a las mujeres

Elisa Niño, integrante de Warmipura: “El patriarcado ha hecho migrar a las mujeres

Por Catalina Arenas

Elisa Niño es psicóloga social y se considera una “migrante privilegiada”. Proviene del Municipio Nezahualcoyotl, vecino al de Ciudad de México, que en 2017 alcanzó la tasa de feminicidios más alta del país: un delito de este tipo por cada 166 mil habitantes. Hace cinco años abordó un avión desde México con destino a Santiago de Chile por motivos académicos y a partir de 2014, se apuntó en Warmipura (“entre mujeres” en Quechua); una agrupación que reúne a mujeres migrantes en Chile para conversar sobre violencia y sexismo. Organizan acciones para visibilizar qué implicancias tienen estas discriminaciones en sus vidas, potenciando sus capacidades y trabajo en todos los ámbitos del desarrollo personal, pero sobre todo, su voz para hacer valer sus derechos.

Los Femicidios y el “Desgraciómetro”

Según informaciones de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres a la fecha se han registrado 28 asesinatos de mujeres. Un número superior al que estima el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, que indica que “en Chile se registran 18 femicidios consumados y 62 frustrados”. En cuanto al número de víctimas de otras nacionalidades, el Informe Anual del Circuito Intersectorial de Femicidio de 2016 da cuenta que el 15% de los femicidios se cometieron en contra de mujeres migrantes. Repara que “entre 2013 y 2014 no se registró ninguna víctima de otra nacionalidad”, evidenciando que las estadísticas no reflejan la realidad de la violencia que impacta sobre todas las mujeres que viven en el país. Este 2018, ya se registran los femicidios de Miralda Moise, de nacionalidad haitiana, Gertrudis Martínez, colombiana y Diana López, peruana.

«Lamentablemente, en los últimos años, se agrava la violencia porque también se recrudecen las formas en que sostenemos la vida y la cotidianidad», explica Elisa Niño. El análisis de la psicóloga mexicana sobre los femicidios retrata una tensión de la masculinidad y develan un tipo de patrón transversal. «Las mujeres se convierten muchas veces en ese territorio donde se libran distintas batallas que tienen que ver con cómo se refuerza la masculinidad hegemónica, es decir, cómo los hombres robustecen ciertas ideas de sí mismos o se enfrentan a una femineidad amenazante que ponen en juego los cuerpos de las mujeres». Niño explica que, si no existe una red de apoyo para esa mujer migrante, la violencia se tolera por mucho más tiempo.

Según la representante de Warmipura, las mujeres migrantes no denuncian o se retractan de las denuncias de violencia por distintos factores, algunos tienen que ver con el propio círculo de la violencia y el aislamiento –como les pasa a las chilenas-, pero otros se relacionan con la falta de redes de apoyo para sostener la denuncia, sobre todo si su única red es el mismo agresor. Una parte de ellas huye de la violencia y sienten que, al cruzar la frontera, trasgreden otro límite y tienen temor a represalias como la expulsión

Elisa Niño dice que se considera una “migrante privilegiada” porque ni su nacionalidad ni su tono de piel son discriminados o interpretados como amenaza. Es más, reconoce que nunca le pidieron papeles “que son de carácter criminalizante”, califica. Algo que no a todas sus compañeras de tránsito les ha pasado. Por eso cree que la principal razón de ese privilegio y de cómo los chilenos la tratan en las calles se debe al “desgraciómetro”; un elemento que ella define con la frase “la historia única, generalmente miserable, que conocen de cada quien”, una valorización que está determinada por cuán “jodido” -en general- creen los chilenos que están las personas que migran desde ese país.

El impacto del “Cuerpo Valija”

Unos meses antes que Elisa Niño se integrara a Warmipura, la organización dio marcha a la campaña Todas somos migrantes” cuyo primer impacto lo recibieron las mujeres peruanas que colaboraron en la sesión de fotos que se convirtieron en gigantografías y póster de tamaño real. En un primer momento, el objetivo de la campaña fue hacer un llamado a la empatía, porque entienden que todas las mujeres que migran lo hacen por una motivación vital y que, en gran parte de los casos, por violencia. En ese sentido, Warmipura hace una buena evaluación sobre el impacto que tuvo en las audiencias, por la coyuntura en que se desarrolló.

«Los cuerpos protagonistas eran de mujeres peruanas y bolivianas, que no representan la belleza hegemónica, si no que la diversidad de cuerpos femeninos en la realidad», describe Niño. Una cruzada que releva dos mensajes clave: “¿Qué señas estás buscando en estos cuerpos para decir que es o no migrante?” y que las mujeres extranjeras “migramos con nuestro cuerpo-valija”. Este último concepto considera que las mujeres en tránsito, que abandonan sus países abruptamente, llevan consigo nada más que su cuerpo.

En 2015, cuando Elisa Niño llevaba poco tiempo como parte de Warmipura, fue responsable de la itinerancia de la campaña “Todas somos migrantes”. Una iniciativa que estaba en un segundo momento tras un receso que ella califica como estratégico porque cambió de enfoque y trajo a la palestra nuevos mensajes. “Lo platicamos con una organización de mujeres anti patriarcales que están en Europa y llegamos a la conclusión que el patriarcado ha hecho migrar a las mujeres”.

El motivo de esa pausa radicó en que el título de la campaña “Todas somos migrantes” invisibiliza algunas diferencias propias de cada nacionalidad y confunde la identidad de cada una de ellas con el resto de las mujeres chilenas. Especialmente, cuando ésta se refiere a que la inmigración no les ha afectado a todas de la misma manera.

Instalada en un stand con información de la campaña, Elisa Niño regalaba fotografías de los cuerpos desnudos y otras de los rostros de las mujeres migrantes haciendo muecas. «Les decía ‘si nos quiere ayudar lléveselas y póngalas’, y no, preferían llevarse la de las caras con gestos». En otra oportunidad, llevó la campaña a una universidad con tinte religioso en Talca y no duró ni un día. Con todo, estas anécdotas no fueron lo que más llamó la atención de la psicóloga mexicana. La impresionó “cuánta gente se ofendía porque las fotografías no se trataban de cuerpos  habitualmente sexualizados”.

De esta situación, hubo un tercer momento que fue problematizado recuerda Niño: “¿Cuál puede ser el cuerpo sexualizado y cuál no?”. Como agrupación deducen que incomoda la imagen de las mujeres con sus cuerpos naturales porque son ellas, por decisión y disposición, que los ponen en escena y los sexualizan, y no otro sujeto. Por ejemplo, en Argentina se ha puesto de moda el “encuerpamiento” como un término feminista y que guarda similitudes con el mensaje clave de la campaña desde un primer momento. Este concepto apunta a empoderarse desde el cuerpo. «La campaña buscaba superar los momentos de vergüenza generalizada con que carga la femineidad latinoamericana y sus cuerpos, pero también la que carga el cuerpo por sus cicatrices como consecuencia de lo que ha caminado».

Desde esta mirada, la migración valora al cuerpo como una herramienta de lucha contra la discriminación que existe por el solo hecho de tener un determinado aspecto físico. «Basta de discriminarme por tener este cuerpo, por ser peruana o boliviana, bajita o rechonchita, que siempre me forman como el estereotipo”, enfatiza la psicóloga social y añade que, finalmente, «salimos con nuestro cuerpo-territorio que es lo que tenemos».

Poca confianza en las instituciones

Warmipura en su papel como organización de la sociedad civil trabaja actualmente en torno a la consigna “por la autonomía y los derechos de las mujeres”. Estas líneas de trabajo buscan evidenciar las diversas experiencias de violencia e informar sobre los derechos de las mujeres en movilidad. La agrupación también es parte del colectivo Movimiento Acción Migrante (MAM) donde Elisa Niño representa a Warmipura. Desde esa tribuna mantienen encuentros con parlamentarios para hablar de las visas permanentes y el acceso de las mujeres migrantes a los distintos programas sociales que ofrece el Estado. En MAM tienen una perspectiva feminista crítica que responde a la vulneración de derechos que sufren a diario las mujeres migrantes cuando, por ejemplo, no son atendidas en el sistema público y no acceden a los servicios básicos ni a la información. Situaciones que el Comité de la Convención para la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW por sus siglas en inglés) criticó duramente al Estado de Chile en su último informe con recomendaciones.

En Warmipura por su parte cuentan con distintas profesionales entre psicólogas y cientistas políticas, que aportan más desde la experiencia y lo que han vivido que desde sus propias disciplinas. Ellas realizan charlas, asesoramientos y resuelven preguntas abiertamente, sobre todo, por redes sociales y sitios concretos como las oficinas de la PDI. También realizan capacitaciones, pero no talleres porque aseguran que “el activismo migrante es muy complicado”.

“Primero, les preguntamos ‘¿cómo estás?’, luego respondemos sus dudas y les informamos a qué tienen derecho por ser migrantes, también las empoderamos para exigirlos”. En una entrevista a “Foro Ciudadano” de Radio Universidad de Chile, Carmen Sarzosa, dirigenta de Warmipura, reconoció que tienen “pocas esperanzas en las instituciones” y Elisa Niño lo reafirma. Les alerta lo que sucede en el SENAME “porque no entiende la maternidad en la migración y el sistema carcelario porque no tienen una red de cuidado y protección para las hijas e hijos de personas migrantes (…) La migración se entiende con medidas a corto plazo” y, por el contrario, las políticas que hoy existen dialogan solo con el Ministerio del Interior y “están sujetas a la buena intención de alguien, que no es suficiente, porque lo que hay que tener es una ley marco”.

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