Virginia Guzmán del CEM: “Una Constitución con mujeres va a entender de otra manera la igualdad»

Virginia Guzmán del CEM: “Una Constitución con mujeres va a entender de otra manera la igualdad»

Por Catalina Arenas

Una constituyente paritaria, ese es el llamado del Centro de Estudios de la Mujer (CEM), Corporación Humanas, Comunidad Mujer, el Observatorio de Género y Equidad y otras organizaciones, por una mayor equidad de género en el proceso constituyente que se avecina. Una oportunidad que busca la participación de las ciudadanas, sin antes considerar una etapa de preparación cívica para superar las barreras discriminatorias que permanentemente enfrentan las mujeres.

Virginia Guzmán, es psicóloga y doctora en Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona, pertenece al CEM desde 1992 y hoy figura como subdirectora. Vivió su exilio en Perú. Allí contribuyó a la creación  del centro feminista “Flora Tristán”. Ya de vuelta en Chile, y con una carrera aún más sólida en la investigación de la institucionalización de la agenda de género y feminista en el Estado, fue parte del proceso constituyente que inició la ex presidenta Michelle Bachelet. Hoy, Virginia entre café y café analiza las condiciones del camino que deben recorrer las mujeres para incorporarse a la discusión pública de la nueva Constitución Política de Chile.

Según la estadística proporcionada en el artículo Argumentos de noviembre de este año– en el que también colabora Guzmán-, las mujeres integran el 55% de la militancia nacional en partidos políticos. No obstante, en los espacios de debate público de mayor impacto para la constituyente, estas cifras bajan significativamente en Chile y otros países latinoamericanos. Frente a esto, se han empleado diversas estrategias para mejorar esta situación. “Las mujeres ocuparon un tercio de los escaños como consecuencia de la implementación de mecanismos afirmativos en las asambleas constituyentes de Argentina, Ecuador y Bolivia. Mientras que en los países como Colombia y Venezuela, en que no hubo tales medidas, el porcentaje de mujeres constituyentes fue de un 5,4%”, acota.

Mujeres gestoras del cambio

Para la académica de postgrado en la Universidad Alberto Hurtado, la participación femenina en coyunturas políticas y sociales no es algo nuevo. Ella cuenta con décadas de experiencia desarrollando material de estudio y cátedras entorno a la percepción de hombres y mujeres respecto a los cambios en las relaciones de género ocurridos en contextos de grandes transformaciones en Chile, sobre todo entre 1973 y 2010. “Todas las desigualdades que sufren las mujeres tienen múltiples causas, entonces, hay mecanismos que funcionan a distintos niveles y el primero es estructural”, define.

Una masiva presencia de mujeres se disntigue en las múltiples convocatorias de la protesta social en Chile. Una participación que demuestra sus propias demandas: violencia machista, acoso callejero, brecha salarial, división sexual del trabajo, entre otras. En la conversación, la psicóloga comenta respecto a esta representatividad fuera del debate parlamentario que han generado las mujeres. “Las coordinadoras (a nivel nacional) expresan muy bien la idea de cómo nosotras hemos sido capaces de crear públicos alternativos desde los cuales se han construido los discursos, otras formas de expresión política, y también cómo han tratado de influir a los actores sociales e institucionales”, opina Virginia Guzmán.

Por ejemplo, en la investigación “Capacidades y género en Chile” (2012) la entonces directora del CEM junto a un equipo de profesionales, corroboró que existe un menor desarrollo de las capacidades políticas y materiales en las mujeres en relación con los hombres. “La división privado-público, la división sexual del trabajo y la organización de la economía sacó a las mujeres del espacio público”, advierte la académica. Un exilio que se remonta a cuando el papel de las mujeres se centró únicamente en sus casas. “Las mujeres están consideradas como una categoría que no tiene las mismas atribuciones y cualidades que los varones. Mientras que los hombres son un grupo social que se apropia de recursos, posibilidades, tiempo y discursos (…) hay que ver esto, no como una expresión de diferencia de las mujeres y hombres, sino que como una expresión de un tipo de dominación o desigualdad entre un grupo social y otro”.

Proceso constituyente masculinizado

Las delegadas constituyentes en Latinoamérica son mujeres que han actuado en un medio masculino, juntando el poco poder que tienen”, sostiene Virginia Guzmán. Frente a estos escenarios y con el fin de que las mujeres avancen e inscriban más potencial como grupo, se demandan medidas o mecanismos afirmativos que son normas y acciones para contrarrestar una discriminación. Por ejemplo, una cuota de representatividad de género y la ratificación de convenciones internacionales como la CEDAW, para que esta ingrese con carácter de texto constitucional.

Para explicar cómo sería un proceso constituyente con más mujeres, en consideración a la agenda de género y las demandas feministas, es necesario ir recordando algunos hitos y, además, reconocer otras etapas que se avizoran en el futuro. Primero, en octubre de 2019, se desata la crisis política y social y – algunas personas expertas- marcan lo que sería el inicio del proceso constituyente. En segundo lugar, un mes después, los partidos políticos representados en el  Congreso Nacional acuerdan un Pacto por la Paz Social y la Nueva Constitución Política para Chile y se conformó una Comisión Técnica integrada por 14 miembros, entre ellos cinco mujeres.

Es en ese momento, donde se escuchan fuertes críticas y extensos debates en cuanto a incluir paridad de género, listas de personas independientes, cupos para pueblos originarios, personas con discapacidad y disidencias sexuales en la elección de delegados. “Los hombres están convencidos que ellos lo merecen, en cambio, las mujeres saben que lo tienen que ganar, que tienen que convencer y legitimarse todo el tiempo”, ejemplifica Virginia Guzmán pensando en las actitudes que tienen las personas en relación con su género para sumarse a instancias deliberativas como estas.

Y a propósito del debate crítico por la paridad en el proceso constituyente, Guzmán aborda los fundamentos que se  esgrimen para resistir a una mayor diversidad de participantes. “El argumento del mérito es tramposo porque no puedes pensar en igualdad de mérito cuando las condiciones de partida son tan diferentes. A  la vez, se ha demostrado que la exclusión de alguien (las mujeres) en el  ejercicio de  cualquier tipo de papel social, no le va a permitir desarrollar sus habilidades”.

Este diciembre, se despacha el Proyecto de Reforma Constitucional, en el que  feministas y mujeres organizadas esperan estar convocadas mientras se sostienen los procesos de toma de decisiones y la movilización ciudadana. De vuelta a la experiencia internacional, Guzmán recuerda que las mujeres delegadas constituyentes (con voz y voto), especialmente en los años ’90, lograron que entraran las agendas feministas en las constituciones, aunque de manera limitada. Para abril 2020, se aguarda la jornada de plebiscito en el que se requiere fijar la relación entre la Constitución y los derechos y autonomía de las mujeres y, a su vez, formar sobre procesos constituyentes y de género. Recién el 25 de octubre, se realizaría la elección de los y las convencionales. Para ello se espera el fomento de las candidaturas de mujeres y la conformación de alianzas políticas y sociales. En esta línea, Virginia Guzmán cree que la  discusión más relevante es la de ”cómo las instituciones públicas, que en este caso es un órgano transitorio, representará a las diversidades presentes en una sociedad más compleja”.

Posteriormente entre diciembre de 2020 y septiembre de 2021, se redactará la nueva carta fundamental, que será ratificada en un nuevo plebiscito dos meses después. A nivel de escritura y construcción de toda la estructura constitucional y su contenido, también se espera la inclusión del petitorio de mujeres, incidir en la convención, la exigencia de canales de participación ciudadana y la difusión de debates y acuerdos. “En algunas constituciones se ha reconocido el trabajo doméstico como trabajo reproductivo, la importancia de las acciones positivas, la ratificación de los tratados internacionales”, destaca la subdirectora del CEM.

El temor al boicot 

Virginia Guzmán contribuyó en la planificación del proceso constituyente que inició la ex presidenta Michelle Bachelet en 2015. Una convocatoria y despliegue de recursos que se detuvo en el Congreso iniciando el actual gobierno de Sebastián Piñera. Fue el año pasado cuando el ex ministro del Interior, Andrés Chadwick,  aseveró que no estaba en agenda el avance del proyecto de ley para la Reforma Constitucional firmado por Michelle Bachelet. “El proceso constituyente de Bachelet fue muy boicoteado por la derecha y por la misma izquierda. Creo que ahora el ministro Blumel está reconociendo que fue una estupidez no haber participado en ese momento, que debieron haber negociaciones; en cambio ahora, hay mucha más intransigencia a ceder con la derecha”.

El proyecto de ley para la nueva Constitución impulsado por la ex mandataria alcanzó un 40% de avance tras la presentación de la reforma al parlamento. No obstante, Virginia Guzmán valora lo que demostró ese proceso constituyente de Michelle Bachelet: “Primero, a nivel de encuentros auto convocados, despertó un interés enorme y demostró que las personas sí tenían ganas de participar. Segundo, fue un proceso bastante ordenado. Me pregunto cómo será ahora si tienen todo un material recopilado que viene de la sociedad, que hay que sistematizar y que hay que entregar en un acta.  Y tercero, la conformación de grupos de trabajo y canales en que la gente pudo llevar lo que se ha discutido en el proceso mismo y lo que se ha dicho previamente”.

Según reflexiona la académica y psicóloga, al parecer este nuevo intento por cambiar la Constitución de 1980 querría imitar al proceso anterior pues hay ciertos elementos que no cambian. “En el caso de la presencia de las mujeres sigue siendo bajísima, tal como fue la conformación del grupo observadores del Consejo Ciudadano, apenas dos de 16 personas fueron mujeres”, ejemplifica.

Ante esta persistencia de dejar a las mujeres con la mínima representatividad, Guzmán insiste: “Una Constitución con mujeres va a relevar otros problemas y va a entender de otra manera la igualdad y la economía. Todo lo que es la concepción de un cambio de modelo de desarrollo, va a estar permeado y tendrá otra sensibilidad. A nivel de valores y principios, va a haber un enriquecimiento de los contenidos, por ejemplo, cuando se hable de autonomía, ellas asociarán la autonomía a la no dependencia en sus relaciones cotidianas y, en cuanto a los derechos, se abordarán los derechos sexuales y reproductivos, el derecho a cuidar y ser cuidado, entre otros, con un enfoque diferente”.

«Vamos a tener que pelear»

En los años ’80, cuando se desató la segunda ola feminista, Virginia estaba en Perú. “En esa época era más importante afirmar que las mujeres eran iguales y que compartían los mismos problemas y discriminaciones porque ahí se evidenció más la diferencia que guardábamos con los hombres, debido a que teníamos que constituirnos como sujeto político visible y éramos muy pocas, una masa crítica minoritaria de no más de 200 mujeres”, recuerda y explica la psicóloga.

En estos últimos dos meses, las mujeres organizadas se han empeñado en estar, en influir en que este proceso se concrete. “Sería un gran fracaso si la constituyente no se realizara porque significaría un fortalecimiento de la derecha y un descontento social inmenso. Sería el colmo de la poca representatividad, de la fuerza que tiene la derecha y de cómo el sistema formal es tan impermeable”, expresa.

“A mí lo que más me preocupa es que las mujeres voten este 15 de diciembre (aludiendo al proceso de consulta comunal del domingo, en que participaron más de 2 millones de personas) porque va a ser un aprendizaje y una demostración de que se quiere un plebiscito. Por otro lado, me da miedo que no vayan a votar porque la constituyente es una salida política que vino de la sociedad para darle un horizonte más grande a esta situación (de crisis)”, opina, teniendo muy presente que “hay muchos más hitos en los cuales vamos a tener que pelear”.

 

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