Fanny Pollarolo, ex diputada: “Reírse del guanaco era reírse de Pinochet, una le tenía odio, miedo, pero también nos reíamos”

Fanny Pollarolo, ex diputada: “Reírse del guanaco era reírse de Pinochet, una le tenía odio, miedo, pero también nos reíamos”

Por Valentina Silva

A sus 83 años todavía recuerda con gracia las actividades y capacidad de elocuencia que le nacían cuando participó en Mujeres por la Vida desde 1984. Siendo una informante clandestina del Partido Comunista y habiendo participado activamente en el movimiento feminista, Fanny Pollarolo reconoce que pocas veces sintió miedo en dictadura. Muchas veces fue detenida, pero eso no la atemorizó, al contrario, siguió luchando por lo que ella y sus compañeras creían justo: la libertad y democracia para Chile.

“Fui la primera profesional mujer de mi familia” cuenta. Desde joven sintió el llamado al servicio social, por eso estudió medicina y luego se especializó en psiquiatría. Mientras estudiaba se casó y tuvo 3 hijos. Siempre se sintió simpatizante de los movimientos de izquierda, pero no militaba. Al salir electo presidente Salvador Allende, se sintió muy identificada con su pensamiento pero aún así no quería integrarse a la actividad política partidaria. Colaboraba desde lo que podía. Bajo el gobierno de Allende, sintió que había esperanza “se veía posible la posibilidad de transformar la sociedad en algo más justo donde la pobreza no fuera una diferencia que separara al mundo ni la vida, había una cosa más solidaria más cercana”.

La calle, un rasguño a la dictadura

Sin embargo, tras el golpe de Estado fue expulsada del hospital donde trabajaba por ser profesora de psiquiatría en la Universidad Católica y en la Universidad de Chile. Junto a su familia deciden exiliarse a Argentina en 1973. La detención de su esposo el día del golpe en un incidente poco claro y la cercanía de su hija mayor al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), les obligó a tomar la drástica decisión de irse del país.

Pasaron dos años y volvieron a Chile. Fanny Pollarolo jamás pudo desligarse de sus ansias de ayudar. Cuando la contactaron desde la Fundación de Ayuda Social de Iglesias Cristianas (FASIC) para liderar el programa de rehabilitación para víctimas de la represión, no dudó en decir que sí. Ya tenía la experiencia de colaborar activamente en la Vicaría de la Solidaridad. “Comencé a entender la situación brutal de las personas torturadas, gente que salía de la cárcel, que se iban al exilio, los familiares de detenidos desaparecidos. Sentía que esa era mi labor y mi papel, no estábamos preparados para eso pero nos íbamos preparando en el camino”, declaró.

Reconoce que se fue incorporando en la política sin querer, una cosa atrajo a la otra. Desde sus estudios universitarios que estuvo muy de cerca con las personas en las poblaciones, en la comunidad y los estudiantes. Debido a esa cercanía es que la contactan clandestinamente desde el Partido Comunista para que ella entregara información. “Llevaba información simplemente de compañeros que me lo pedían”.

Dada los ligazón con los derechos humanos, es que Fanny Pollarolo comienza a salir a la calle y manifestarse. Su mamá o sus amigas le decían “vas a ir de nuevo a la calle”. Ella respondía “es que yo vuelvo mejor. En la calle una va sintiendo que puede de alguna manera aportar a la denuncia, a ganar y hacerle un pequeño rasguño a la dictadura. En la calle pasaba algo muy importante, que era que tu estabas con mucha gente y experimentando una relación muy cercana, muy rica, muy fraternal, ahí una se daba la mano, se ayudaba. Había una cosa de afectividad que reparaba el dolor, reparaba la rabia, la pena. Era bien terapéutico”.

Mujeres por la vida, una exigencia para los hombres

La invitación a formar parte de Mujeres por la Vida nace a raíz de su militancia por el Partido Comunista. La periodista María Olivia Monckeberg, demócrata cristiana, la llama a sumarse porque para ellas no era posible que la mujeres no dieran una señal de unidad. Para Fanny Pollarolo había algo muy importante en esa época y era que la dictadura militar terminara y que no hubiese retorno. Dice que el llamado de las mujeres se hizo en justicia, “era una cuestión para planteársela a los hombres que no estaban ni oyendo, ni mirando, ni dándose cuenta que aquí había una urgencia, que tenían que olvidarse de todas las divisiones y todas las diferencias. Me pareció un llamado justo y contesté con mucho gusto que sí. Ahí estuve participando con la cosa político social”.

Pollarolo fue de las feministas militantes, y nunca sintió una diferencia, a pesar que se daba cuenta que habían feministas más radicales. Creía que las diferencias eran debilidades y retardaban los procesos. “Yo estaba por la unión de lo social y lo político”. El movimiento de Mujeres por la Vida fue una reacción a la “ceguera masculina de no colocar en el centro la urgencia de no acabar con la dictadura y la barbarie que estaba ocurriendo”. El movimiento era una exigencia a los hombres, una contra postura”. Asegura además, que muchas mujeres que participaban, venían desde los partidos políticos que clásicamente no habían puesto los temas feministas sobre la mesa, ya sea de derecha o izquierda. “Creo que de alguna manera, las mujeres no habían dado la pelea dentro de los partidos” aseguró.

Creatividad feminista

En 1983 se organiza el primer acto público conocido como El Caupolicanazo: las Mujeres por la Vida invitan a congregarse como consecuencia de la inmolación de Sebastián Acevedo, quien llevó su protesta a ese extremo por las detenciones de su hijo e hija. A Mujeres por la Vida fueron convocadas campesinas, pobladoras y feministas de todas las organizaciones que hacían oposición a la dictadura de Augusto Pinochet. 

Fanny Pollarolo dice que algo que las marcó y diferenció de los procesos masculinos fue la horizontalidad de la organización de las mujeres “no había presidenta o secretaria”. Cada una de las integrantes de Mujeres por la Vida puso a disposición del colectivo sus habilidades para lograr una gran puesta en escena.

La creatividad fue un factor primordial para llevar adelante todas las movilizaciones y expresiones artísticas del movimiento feminista. No solo daban discursos, sino que diseñaban e ideaban diferentes formas y propuestas de expresión. Esto en favor de la colectividad y la unidad. El movimiento feminista de la época dio espacio para todo. No se juzgaban ni interpelaba a quienes querían dar a conocer su forma de expresarse. Pollarolo recuerda con gracia como previo a cualquier manifestación se reunían para darse fuerza y energías en una especie de rituales. “Una de las compañeras que era dada a esas cosas nuevas, trajo una vez las piedras noruegas o suecas (Runas), con una especie de fuego se hacía toda una cosa media… no sé como llamarla, pero alternativa, que era como pedir a la luna, a la tierra y al sol para que en la marcha nos fuera bien y que no hubiera ni un problema mayor y que nadie sufriera nada”.

Cuenta que en todas las acciones que realizaban había algo cómico y gracioso. Se ríe al recordar que intentaban ponerle la cuota de humor, de forma burlona, cuando se les ocurrió ponerse por detrás del guanaco en la conocida congregación de la Torres San Borja. Cientos de mujeres tomadas de la cintura, saltaban, gritaban y bailaban, mientras el guanaco intentaba mojarlas. “Hacerle una cola era reírse del guanaco y reírse del guanaco era reírse de Pinochet, uno le tenía odio, miedo, pero también nos reíamos”.

Las Torres de Carlos Antúnez fue un evento que marcó la exigencia del movimiento feminista. Porque demostraron la fuerza para oponerse y resistir ante la oposición de carabineros, quienes intentaron dispersarlas con el guanaco y bombas lacrimógenas. “No era el exigir pasivo, porque nos quedamos ahí demostrando lo que queríamos decir, queríamos hablar muchas mujeres” recordó. El lugar se escogió estratégicamente para convocar a mujeres de todas las clases sociales para que perdieran el miedo y salieran a la calle. “Fue muy lindo porque eran columnas distintas pero cada columna iba con un cordón con banderitas y todas tomadas del cordón, entonces, las que tenían más calle o las más valientes, iban llevando a las demás. Era una cosa mucho más de sentimientos, de acogernos, de todas”, relata. La sororidad y la fraternidad de ayudarse fue algo que marcó esa jornada.

Fanny Pollarolo no se incluye en el grupo mujeres que ideaban y creaban, sino en el grupo que tenía diversas ocurrencias en el momento. Recuerda una manifestación en la que caminaban hacia al Parque Forestal y “había que ponerle palabras” al acto, como ella decía. Por eso se subió a un auto, levantó una bandera e invitó a una dirigenta del Partido Socialista, de la Democracia Cristiana, y juntas, se tomaron de las manos demostrando que había unidad.

Llame a la Vicaría

En 1984 había estado de sitio. Fanny Pollarolo asistió a un evento de pobladores en la zona norte de Santiago. Eran las tres de la tarde de ese domingo cuando la Central Nacional de Inteligencia (CNI) la toma detenida; hombres armados con metralletas la obligan a bajar de su vehículo. En un acto de defensa mira a la persona que va caminando por la vereda que, desconcertado, está mirando esta escena y le grita “soy Fanny Pollarolo llame a la Vicaría”. Le ponen la capucha, la golpean y la meten dentro de otro auto. Comienza un confuso trayecto con muchas vueltas para llegar al Cuartel Borgoño uno de los recintos clandestinos más importante de la CNI del período 1977 en adelante. Ella no conocía el lugar, pero al bajar unas escaleras hacia un subterráneo lo reconoció por los diversos relatos de personas detenidas y torturadas. Sabía que ahí habían matado a muchas. Cuando termina de bajar las escaleras escucha “¡Ah! Ahí viene la Pollarolo nos están molestando de todas partes del mundo, ¡llamando! ¿Hasta cuándo?” (recuerda la mofa). Dos días después fue relegada a Maullín por cuatro meses.

Tres años después Fanny Pollarolo asistía a una de las protestas de fines de la década del 80 que anunciaban la salida del dictador. Ve que carabineros armados abren su auto y comienzan a revisarlo. Impaciente se acerca hasta el lugar para recuperarlo, pero al llegar se dio cuenta que estaban metiendo armas al interior. Aún así, la llevan hasta una comisaría. Todo era un montaje. En tribunales, la acusan por tenencia de armas, estuvo seis días incomunicada y luego fue trasladada a la cárcel. Describe como “muy terrible” ver los muros que protegían el perímetro. Ahí estuvo con otras presas políticas, una experiencia que recuerda de mucha solidaridad entre ellas.

Post dictadura, los hombres siguieron igual

El movimiento feminista de la década del 80 nace principalmente por querer y exigir el regreso de la democracia, las mujeres pensaron que con ella, la sociedad y los partidos políticos serían más justos con las mujeres y podrían integrarse. Sin embargo, las estructuras políticas tradicionales y de poder patriarcal, no se deshicieron. Fanny Pollarolo describe ese primer período post dictadura donde “los hombre siguieron igual y la salida a la democracia fue tan pactada que nos dejó en una transición muy amarrada y asustada también”.

Por lo mismo, a 45 años del golpe de Estado rescata lo que está sucediendo en las universidades, la importancia de lo que se está estudiando en la academia y lo que se está reconstruyendo. Ve el interés actual de la juventud, “siento que el movimiento feminista que está emergiendo hoy está claramente más unido a los fenómenos políticos”. Valora el trabajo de las feministas actuales. “Siento que dejamos unas semillas que están germinando, en este movimiento de las chiquillas, en esa creatividad de salir así casi empelotadas; es una cuestión impresionante la de unir los cuerpos, las emociones, con la cabeza, con el discurso, de alguna manera estaba ahí, pero sobre todo el colectivo y esta exigencia de que las cosas se discutan en colectivo”.

Actualmente las mujeres que lucharon contra la dictadura militar tienen entre 60 y 90 años, después de todo lo que vivieron juntas y la lucha histórica que dieron, ahora se ven 2 o 3 veces al año. Siguen debatiendo, siempre en clave política de sus temas, pero ahora también vía su grupo de WhatsApp Mujeres por la Vida.

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