¿Revancha de los barones o nuevo pacto social?

Es hora de que al menos la elite masculina reflexione sobre los móviles inconscientes de su conducta. ¿Cuánta violencia se necesita para volver a las mujeres al estado anterior a 1949? 

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Algo cambió de modo dramático el balance de poder simbólico entre las mujeres y los hombres en Chile. Día a día presenciamos una novela donde se juegan los grandes mitos que han animado el inconsciente colectivo de Occidente, desde la antigua Grecia hasta hoy. No fue de un día para otro. Se viene gestando en las raíces desde fines del siglo XIX, cuando algunas osadas mujeres en la ciudad de La Serena exigieron votar en las elecciones generales puesto que no había legislación alguna que se los prohibiera. El arreglo fue bastante fácil: poner en la normativa que sólo los hombres eran ciudadanos y en tal caso podían votar. Posteriormente, en los 70 y 80, otro poderoso movimiento de mujeres luchó por sus familiares víctimas de la represión, por una nueva cultura ("democracia en el país y en la casa") y por el término de un régimen que destruía lo más sagrado de nuestra condición humana. 

De regreso a la democracia, y pese a sus innumerables fallas e insuficiencias, cientos de mujeres se integraron a las tareas del Gobierno -en los planos nacional, regional y local- para aportar desde allí en la construcción de un orden más justo e igualitario. La igualdad de oportunidades se transformó en objetivo de política pública, y si bien pocas han podido llegar al Congreso, su contribución a mejorar la condición de las mujeres ha sido muy importante. Connotadas ministras revelaron que las mujeres Sí podían. 

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Difícil fue para la clase política, y en especial para las cúpulas partidarias, aceptar que para ganar las elecciones presidenciales de 2005 la mejor posibilidad era una candidata una mujer, pero así lo reiteraron las demandas sostenidas y crecientes de los y las ciudadanos/as. Y bien: aquí estamos, con una mujer ocupando el lugar que sintetiza el poder social, la Presidencia de la República. Desde la llegada de Michelle Bachelet al Gobierno asistimos a una sucesión de escaramuzas, pequeñas acciones tácticas y estrategias del poder masculino en su lucha por recuperar el sitial perdido y por garantizar que Nunca más una mujer se atreva a disputar un sitio que la cultura creen les ha asignado como su privilegio (como si fuera la naturaleza).

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Impresiona ver que "analistas políticos" son los voceros del dolor masculino de los barones (¡sí, barones con b, y no con v!) junto con dirigentes varones-barones de todos los partidos, a quienes se suman empresarios de la Sofoca desde el anonimato. El contenido de los mensajes es avieso, monótono y reiterativo: debilidad, falta de ideas, falta de liderazgo, falta de decisión. De tanto reiterar, algo quedará, esperan. Esa expresión de dolor y resentimiento da pie y legitimidad a la revancha de los que perdieron su cargo en puestos públicos siendo reemplazados por mujeres, los que no fueron elegidos para puestos de confianza porque interesaba la paridad o el cambio generacional. Las conversaciones, comentarios, chistes… todo sirve para descalificar a la Presidenta y con ella, a Todas las mujeres. "El género fracasó", dijo un analista en un programa de televisión que bien representa lo que aquí se señala.

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La expresión más dramática de este ambiente de revancha de estos varones, que da alas en el ámbito de la familia a la expresión de resentimientos inconfesables de hombres que se sienten interpretados por los "barones", está en el incremento visible de la violencia contra las mujeres y el femicidio, la muerte de mujeres a manos de sus parejas o ex parejas. No es diferente lo que escuchan los fiscales y los jueces en los tribunales de parte de mujeres comunes y corrientes sobre el maltrato psicológico, económico, físico y sexual que reciben de sus parejas, de las descalificaciones y violencias que cotidianamente se expresan contra la Presidenta y muchas autoridades cuyo delito es ser mujer.

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¡Cuidado! Es hora de que al menos la elite masculina reflexione acerca de los móviles inconscientes de su conducta. ¿Cuánta violencia se necesita para volver a las mujeres al estado anterior a 1949? ¿Nos merecemos como país el retorno a las cavernas? Otras naciones, de más trayectoria que la nuestra en reconocer que la sociedad la integran mujeres y hombres, han avanzado en la aprobación de leyes de paridad. Apuntan a concretar un Nuevo Pacto Social, uno de equidad de género, que reconoce que resulta imposible imaginar una sociedad desarrollada y en paz, en lo público y en lo privado, si no se asegura y valora la presencia de las mujeres y los hombres en todos los ámbitos de producción económica, política, cultural y simbólica. Es hora de abandonar el revanchismo y de avanzar también en Chile hacia un nuevo pacto social. 

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Teresa Valdés Echenique

Columna Publicada en La Nación

Columna Publicada en Diario de la Sociedad Civil

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