Lección de vida: El antes y después de un femicidio frustrado

Lección de vida: El antes y después de un femicidio frustrado

Por Catalina Arenas y Javier Santisteban

-Ya no hay pulso, cubran el cadáver -las balizas de carabineros inundan la escena con su intensa luz-.

-Señor espere… -le revisa el pulso del pie-. Esta mujer sigue viva, necesita atención médica inmediata.

– No puede ser, acabamos de tomar su pulso y no hay señales de vida.

-Por favor hágame caso, soy paramédico. Esta mujer está viva y requiere ayuda ¡ya!

En plena vereda de Avenida Departamental, la gente comenta atónita sobre el ataque armado que acaban de presenciar. El sujeto, cubierto solamente por una capucha, la tomó del brazo y luego de una corta discusión, le disparó dos veces. Ese 11 de septiembre de 2013, a la joven de 24 años le cambió la vida, sobrevivió a un femicidio y, por si no bastara, su ex pareja se suicidó a dos cuadras del lugar, doble castigo para una mujer y su pequeña hija en común. ¿Qué hubiese pasado si la denuncia en Carabineros y Fiscalía se hubiese monitoreado? ¿Se trataba de un hecho inminente?

Alegre, aguerrida y, sobre todo, llena de vida. Así es Katherine Medel: una mujer, madre, hermana, hija y amiga que sobrevivió a un intento de femicidio en el que Sebastián Sánchez de 28 años le propinó dos balazos a quemarropa, uno en la tráquea y otro en la cabeza, en donde finalmente quedó alojada una de las balas. Antes del día del ataque, ella era masajista y maquilladors, hoy retomó su trabajo independiente y se desempeña como activista autónoma contra la violencia de género. “No calles mujer” es su lema y uno de sus sueños es crear una organización que albergue a mujeres que viven una situación similar, ese es su segundo propósito en esta vida. El primero, es volver a abrazar a su hija.

No todo es color de rosa

A plena luz del día, en medio de la vía pública y a mitad de semana Medel venía de su trabajo con su caja de maquillajes cuando paró un taxi a la salida del metro Macul, en la comuna de La Florida. Es una intersección concurrida. No obstante, nada impidió que Sánchez llevara a cabo su cometido sin éxito. Ese año, en septiembre, hubo al menos dos femicidios frustrados en ese sector de la capital, el de Katherine y el de Elda Bustos. Sin embargo, según cifras de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, en la comuna se han registrado seis femicidios desde 2013 hasta la fecha, el último contra una mujer de 80 años.

Una aclaración relevante es que para la Red la definición de femicidio es más amplia que la que profesa el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género. “Un femicidio es el asesinato de una mujer por el solo hecho de serlo, es decir, por razones de desvalorización de su género o sexo, castigo o demostración de poder”, aclara la vocera de la Red, Lorena Astudillo. También, consideran que el agresor del acto de violencia extrema puede ser conocido, familiar, pareja, ex o desconocido. Por este motivo es que sus cifras discrepan con las oficiales.

En 2006, Katherine trabajaba de manera independiente, se dedicaba a ofrecer tratamientos de belleza para las mujeres. Ella se sentía muy bien consigo misma, le iba bien y eso hacía que se sintiera segura y capaz de lograr lo que se proponía. En ese tiempo, todavía estaba en el colegio cuando todo comenzó, “conocí al Seba en el gimnasio, él me conquistó con flores, chocolates, me invitaba harto a salir”, comenta Kathy, como la conocen en el barrio donde actualmente vive. Al principio, dice, “todo era color de rosa”.

“El pololeo iba todo bien, según mi opinión de cabra chica, después no”. Su percepción fue cambiando después de cuatro años de noviazgo. Quien fuera su “primer gran amor, el soñado príncipe azul” como ella recuerda, se fue transformando en el villano del cuento: flojo y manipulador. “Cada día más celoso, más posesivo e irritable, peleamos siempre por cualquier tontera, como quién se quedaba cuidando a mi hija o si quería salir sola a comprar, pensaba que me juntaría con mi supuesto amante, uno que nunca tuve”, detalla.

De acuerdo con este caso, la abogada de Red Chilena contra la Violencia, Silvana del Valle, argumenta que el enamoramiento excesivamente romántico es uno de los antecedente más comunes de actos de violencia y que el Estado no ve en su legislación. “El aparato estatal no entiende que el ideal del amor romántico es uno de los grandes factores para que las mujeres caigan en relaciones de este tipo”, explica del Valle.

La seguridad de Anelis está en juego

Al año de pololeo, Katherine quedó embarazada de Anelis y para ella fue una muy buena noticia, totalmente esperada. “Yo estaba súper contenta, él fue súper buen papá”, afirma. Después aparecieron los planes de casarse, pese a que no vivían juntos. No obstante, en el momento en que decidieron convivir, la situación en la casa cada vez fue más insostenible. Fue perdiendo a sus amigas y alejándose de su mamá; ellas percibían que su relación rayaba en actitudes compulsivas y obsesivas.

Dos meses antes del ataque, y tras siete años de relación, Sánchez amenazó a Katherine de quitarle a la hija que tenía en común. No asumía el hecho de que Medel ya no quisiera estar con él y que ella estaba sufriendo con su relación. Kathy decide acudir a Carabineros y dejar una constancia; demanda que después llegó hasta la Fiscalía donde rápidamente se interpuso una orden de alejamiento contra quien la amedrentaba.

La abogada y también docente de la Academia de Humanidades Cristiana Silvana del Valle identifica principalmente dos problemáticas. Primero, “las políticas públicas y leyes están orientadas a presentar la denuncia como la única herramienta de prevención de la violencia extrema, incluyendo a los femicidios”. Segundo, “está demostrado que la denuncia no es un mecanismo efectivo que sirva para prevenir femicidios, en general, se trata de medidas cautelares que no fueron lo suficientemente monitoreadas”, asegura.

“Muchas veces, las mujeres denuncian desacato del requerimiento, pero éstas no son apropiadamente perseguidas por órdenes del Ministerio Público, incluso son causas que quedan archivadas sin considerar la gravedad”, Del Valle. No están ni ahí”, conciente Katherine. “Yo llamé muchas veces porque él me acosaba por teléfono a cuanto número me cambiara, no sé cómo se los conseguía”, recuerda con indignación.

Actualmente, la ley chilena “considera el acoso -ya sea cibernético o físico- como un agravante más que un delito como tal. De hecho, la única que se está proyectando en esta materia es la ley que penalizará el acoso callejero, sin embargo, exige que el sujeto sea un extraño”, explica la abogada de la Red. Según Del Valle, esta interpretación de la normativa perjudica el tratamiento jurídico de la violencia porque, dentro de la dinámica de la violencia tanto de pareja como intrafamiliar, el acoso es una de las conductas indiciarias de un ataque más agresivo.

Luchar y salir adelante

Luego del ataque que casi le costó la vida, Katherine Medel fue trasladada de urgencia al Centro de Referencia de Salud (CRS) de Puente Alto, en donde fue recibida con riesgo vital, posteriormente se le derivó al Hospital Dr. Sótero del Río, lugar donde estuvo internada por diez meses.

A pesar de recibir la atención médica necesaria, el diagnóstico de Katherine no fue nada alentador, incluso, en el hospital donde fue asistida le informaron a su madre que solo un milagro podría ayudar a Kathy a sobrevivir, que las posibilidades eran mínimas. “Supuestamente yo había muerto a las 8 de la mañana, a mí mamá le había dicho que llamara nuestros familiares porque yo me iba a morir”, así relata la sobreviviente de un acto de violencia extrema.

Fuera de cualquier pronóstico médico, la recuperación positiva de Katherine se convirtió en un acontecimiento mediático; significativo por la atención médica recibida, pero por sobretodo para muchas mujeres que vieron en ella una bandera de lucha. Con todo, lo agraz de su rehabilitación recién comenzaba porque las secuelas que le provocaron los disparos la acompañarían de por vida: además de la tetraplejia, sufre de fuertes dolores de cabeza debido a que una de las balas se encuentra todavía alojada en su cerebro. El mismo «milagro» que la mantiene con vida, también le causa un terribles dolores.

Al enfrentarse a un largo y complejo proceso de rehabilitación, fue muy fuerte la carga emocional que afectó a Kathy, principalmente cuando supo que quedaría inmovilizada del cuello hasta los pies. Con todo eso sus ganas de vivir se fueron apagando al punto de pedir que la desconectaran. Fue la figura de su pequeña hija Anelis de 4 años, la que le dio la fuerza para poder seguir adelante y luchar por su vida.

“Mi hija no podía entrar (a la sala del hospital) pero asomó su manito por el reflejo de la ventana y me grita desde afuera: “¡mamá te amo! Ahí yo quebré y me dije tengo que salir de aquí”, cuenta Kathy, recordando el momento en que decidió luchar por su vida gracias a su hija. En 2015, después de dos años de agotamiento y depresión, Anelis y su familia fueron nuevamente un motor para regenerar las ganas de sobrellevar esta nueva realidad. Un cambio que hoy valora.

No calles Mujer

Kathy siempre ha tenido muchos proyectos en mente. De a poco ha retomado su trabajo en lo que más le gusta: el cuidado permanente de las mujeres; niñas y adultas. Desde maquillaje para graduación hasta de novia, la llaman y ella va a domicilio, tiene un equipo que le ayuda. Hoy, a parte de este oficio, se dedica a la protección de chilenas que están en peligro. Y desde la óptica de la violencia de género, mueve sus contactos para que a ninguna más le pase lo que ella vivió. Lamentablemente son muchas y no siempre ha logrado salvar a quienes la llaman pidiéndole socorro, en situaciones límites.

-Hola, ¿hablo con Kathy?

-Sí, soy yo.

-Disculpa que te moleste, pero necesito irme a Santiago ahora mismo o que alguien me venga a buscar, o si no me van a matar. -habla tan rápido, que apenas se le entiende-

El llamado desesperado de una mujer de Chillán pudo encontrar en Katherine a alguien que la pudiese entender y reaccionar rápido para brindarle la colaboración que necesita ante tal desgarrador llamado. Joselyn se encontraba en una situación extrema y acudió al auxilio de Kathy como última instancia para resguardarse ante la violencia y amenaza de un sujeto masculino.

-Hola, ¿está la Jocelyn?

-Hola soy su mamá, ¿tú eres la Kathy?

-Sí tía, ya le tengo un lugar a la Jocelyn para que se pueda venir a quedar a Santiago.

-Hija, la Jocelyn… apareció muerta.

Solo un día, 24 horas pasaron desde que Katherine tuvo el primer contacto con Jocelyn, y a pesar de todos los esfuerzos de Kathy por mover sus contactos y encontrar un lugar que acogiera a esta joven desesperada por ayuda; todo fue en vano. Era demasiado tarde.

Pese al femicidio de Jocelyn, Katherine sigue con la firme convicción de sacar adelante su proyecto para ayudar a toda mujer que lo necesite. La ONG “No calles mujer” que está comenzando a gestar tiene como objetivo capacitar y empoderar a las mujeres que son agredidas, otorgándoles talleres desde la experiencia y con su propio testimonio para que luego trabajen con ella. “Yo sola he ido organizando esto porque tengo muchas ideas y ganas de ayudar, quiero comprar un terreno y poner un centro, como un refugio, porque las niñas que conozco me dicen que no las mande nunca a los centros de acogida, porque son como una cárcel”, señala.

En Chile, hay pocos centros de acogidas que, por lo demás, cuentan con recursos estatales muy limitados. Se trata de recintos que entregan servicio de tipo tercerizados o privados con ayuda del Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género (SERNAMEG). Por lo mismo, tienen pocas plazas para recibir a tantas mujeres violentadas. Así, deben seleccionar y trabajar con situaciones muy extremas, sin ninguna red de apoyo en el país. Por eso es muy difícil calificar cada caso. Para ello, la mujer afectada debe encontrarse en situación de riesgo mortal e inminente. De todos modos, a quienes no califiquen para quedarse en el centro, les orientan y piden que se comunique con parientes, que vivan lejos del agresor y que a nadie le informen de la dirección.

Finalmente, en cuanto al asesoramiento jurídico y psicológico que requieren las víctimas, si usted está pasando por alguna situación de violencia o conoce a alguien que está sufriendo, sepa que puede denunciar en Carabineros, Policía de Investigación (PDI) o el Ministerio Público.

En el caso de que no exista evidencia de violencia física, golpes o moretones y se trate de violencia psicológica o económica, el mejor camino es ir directamente al Juzgado de Familia. Si usted cuenta con un documento médico que certifique lesiones o agresión física y/o también le han amenazado de muerte, usted puede denunciar en los tribunales de familia o en las Fiscalías del Ministerio Público.

Si bien, la Red chilena contra la violencia hacia mujeres no recibe denuncias ni da asesoramiento jurídico y psicológico, sí activa una red y usted puede preguntar cuáles son los lugares que más le conviene visitar dependiendo de territorio en el que se encuentre. En su página web (http://www.nomasviolenciacontramujeres.cl) encontrará información práctica, relevante y, lo más importante, una guía para poder denunciar de la manera más eficiente, siempre privilegiando las herramientas que otorga el Estado, el cual está obligado a ayudar en esta materia.

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