Mujeres migrantes, Chile la peor decisión

Mujeres migrantes, Chile la peor decisión

Cuando ser mujer en Chile ya es tener una condición desigual en cuestiones políticas y sociales, ser migrante implica la suma de otras discriminaciones. Un país en que la migración ha aumentado significativamente en los últimos años, arroja a las mujeres migrantes a mantenerse relegadas a oficios de limpieza, cocina y cuidado de personas adultas mayores, siendo marginadas y muchas veces abusadas, no solo por empleadores sino por la hostilidad social.

¿Porqué eligen Chile para migrar? Según la Naciones Unidas, su atractivo radica en la estabilidad del país en comparación con otros de la región. Por ello, el flujo migratorio de la última década ha sido diverso en cuanto a nacionalidades. A la tradicional migración desde Perú, actualmente se suman las de Colombia, Bolivia, Venezuela, Haití y Argentina.

Mientras en el país el movimiento feminista aparece como una ola y se intenta avanzar en igualdad de género y derechos, las mujeres migrantes aún se encuentran en mayor desventaja. En el marco del Seminario Mujer Migrante en Chile, iniciativa de la estudiante de derecho de la Universidad de Chile María Fernanda Verdugo, dos de los realizadores del Estudio Exploratorio sobre Autonomías Física y Económica de las Mujeres Migrantes en las regiones de Metropolitana, Tarapacá, y Antofagasta de Rimisp (Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural), Valentina Cortinez y Juan Fernández, expusieron parte de los resultados de su investigación.

Según el estudio existe un mundo diverso de motivaciones que incide en las personas para migrar y esta diversidad aumenta entre hombres y mujeres. Múltiples son los factores sobre la migración de mujeres, sus dinámicas y procesos para llegar a asentarse a un país, y dejar el de origen. En muchos casos las razones son violencia doméstica, discriminación o abuso; en otros para trabajar y asegurar la supervivencia de sus familias. Otras causas son las condiciones políticas y económicas de sus países, generando así la migración forzada o la urgencia de refugio.

Las cifras hablan por sí solas: a Chile migran más mujeres que hombres. El Censo de 1992 indicaba que un 49,2% del total de migrantes eran mujeres. En 2010, el Departamento de Extranjería y Migración dio a conocer que eran 52,2%. Para 2013, la CASEN evidenció que la cifra aumentó al 55,1% mujeres mientras la Organización Internacional del Trabajo (OIT) cifró en 52,6% las mujeres migrantes en Chile.

 

Resultado de imagen para francisca vargas udpFrancisca Vargas,investigadora UDP: “El género y la irregularidad migratoria profundizan la situación de vulnerabilidad de las mujeres migrantes”

El miércoles 6 de junio, el Centro de Derechos Humanos de la Universidad Diego Portales dio a conocer el estudio sobre “Los Efectos de la violencia sexual contra niñas y mujeres”. En él se analiza casos de violación con resultado de embarazo, a raíz de la tercera causal por la que se permite el aborto en Chile, y la violencia sexual contra las mujeres migrantes que cruzan parte del territorio de América Latina hasta Chile.

El análisis repara en una una cifra que continua siendo desoladora: la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que 1 de cada 3 mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja o un tercero; una estadística que impacta si refiere a las mujeres en ruta migratoria y más si esa mujer es afrodescendiente.

Dentro del equipo que trabajó en el estudio están las abogadas de Derecho de la UDP Lidia Casas, directora del Centro de Derechos Humanos y especialista en temas de género; Andrea Aguilera, docente del pregrado y con experticia en temas del derecho privado y Francisca Vargas, especialista en migración y asilo además de directora de la Clínica Juridica de Migrantes y Refugiados de la misma universidad.

Para evitar la revictimización, y sin perjuicio de contar con el acceso directo a los relatos de las mujeres migrantes, las investigadoras prefirieron no incluirlos en el texto por un fin mayor: “No abrir puertas que después serían muy difíciles cerrar”. Así, sólo realizaron entrevistas en profundidad a personas y grupos que trabajaron con mujeres migrantes; una revisión documental de los casos vistos por la Clínica de la UDP y conversaron con profesionales de la Oficina de Derechos Humanos de la Corporación de Asistencia Judicial y estudiantes de la Clínica de Atención a Migrantes de la Universidad Alberto Hurtado.

¿Qué tipo de violencia tiene más denuncias o se repite con mayor frecuencia en los testimonios?

“Mi primera respuesta es que el abuso es lo que comúnmente se registra en el trayecto. Pero cuando piensas que finalmente a las mujeres le cobran en sexo, por más que ellas accedan y exista una suerte de consentimiento, ese consentimiento igualmente está viciado”, advierte la directora de la Clínica Jurídica de Migrantes y Refugiados de la UDP, Francisca Vargas. “Jurídicamente, me parece que no califica como una violación, sino más bien como un abuso sexual. Independientemente que sea la única forma que tiene para cruzar y de ‘el sí’, realmente no hay ninguna clase de voluntad en ese acto sexual”.

El estudio da cuenta que la violencia contra las mujeres es estructural, por ser mujeres y estar migrando, que es cotidiana y simbólica. Se trata de una violencia sexualizada porque recae en el cuerpo de las mujeres, comentarios e insinuaciones que comprenden a las mujeres como un objeto sexual. Los relatos evidencian que en la migración femenina persiste esa violencia sexualizada que se manifiesta en el uso discriminatorio y violento del lenguaje con intención permanente de denostar a la mujer.

Mujeres trueque y moneda de cambio

Respecto a los estereotipos que se desprenden de este tipo de violencia y se instalan en el inconsciente colectivo, para Francisca Vargas un reflejo es la que se manifiesta en contra de la “mujer afrodescendiente colombiana o dominicana, se las identifica como una persona que viene derechamente a ejercer el comercio sexual”. Así explica que existe una constante hipersexualización “en el fondo de sus cuerpos negros”. Según su experiencia en el desarrollo de la investigación, a través de los estereotipos de género y prejuicios, “ellas terminan asumiendo que el comercio sexual es la única posibilidad que les dan para subsistir, por tanto, estiman que vienen a ejercerlo casi inevitablemente”.

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Mujer y migrante, discriminadas por partida doble

Cuando ser mujer en Chile ya es tener una condición desigual en cuestiones políticas y sociales, ser migrante implica la suma de otras discriminaciones. Un país en que la migración ha aumentado significativamente en los últimos años, arroja a las mujeres migrantes a mantenerse relegadas a oficios de limpieza, cocina y cuidado de personas adultas mayores, siendo marginadas y muchas veces abusadas, no solo por empleadores sino por la hostilidad social.

¿Porqué eligen Chile para migrar? Según la Naciones Unidas, su atractivo radica en la estabilidad del país en comparación con otros de la región. Por ello, el flujo migratorio de la última década ha sido diverso en cuanto a nacionalidades. A la tradicional migración desde Perú, actualmente se suman las de Colombia, Bolivia, Venezuela, Haití y Argentina.cocina y cuidado de personas adultas mayores, siendo marginadas y muchas veces abusadas, no solo por empleadores sino por la hostilidad social.

Mientras en el país el movimiento feminista aparece como una ola y se intenta avanzar en igualdad de género y derechos, las mujeres migrantes aún se encuentran en mayor desventaja. En el marco del Seminario Mujer Migrante en Chile, iniciativa de la estudiante de derecho de la Universidad de Chile María Fernanda Verdugo, dos de los realizadores del Estudio Exploratorio sobre Autonomías Física y Económica de las Mujeres Migrantes en las regiones de Metropolitana, Tarapacá, y Antofagasta de Rimisp (Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural), Valentina Cortinez y Juan Fernández, expusieron parte de los resultados de su investigación.

Según el estudio existe un mundo diverso de motivaciones que incide en las personas para migrar y esta diversidad aumenta entre hombres y mujeres. Múltiples son los factores sobre la migración de mujeres, sus dinámicas y procesos para llegar a asentarse a un país, y dejar el de origen. En muchos casos las razones son violencia doméstica, discriminación o abuso; en otros para trabajar y asegurar la supervivencia de sus familias. Otras causas son las condiciones políticas y económicas de sus países, generando así la migración forzada o la urgencia de refugio.

Las cifras hablan por sí solas: a Chile migran más mujeres que hombres. El Censo de 1992 indicaba que un 49,2% del total de migrantes eran mujeres. En 2010, el Departamento de Extranjería y Migración dio a conocer que eran 52,2%. Para 2013, la CASEN evidenció que la cifra aumentó al 55,1% mujeres mientras la Organización Internacional del Trabajo (OIT) cifró en 52,6% las mujeres migrantes en Chile.

¿Cuáles son los factores de desventaja social y económica?

Uno de los principales factores es la discriminación. Los resultados del estudio de Rimisp asegura que existe una connotación distinta según el país de origen y la región de destino. Y que la población de mujeres migrantes es más discriminada que los hombres migrantes.

Existe una discriminación que chilenos y chilenas se han encargado de demostrar y es que a la condición de migrante y mujer, se suma la percepción – estereotipada – hacia las personas por el color de la piel de mujeres haitianas y colombianas afrodescendientes. La mayoría dice sentirse más discriminadas por su rasgos físicos, que aquellas que cumplen con el patrón social aceptado por la población chilena. Ese de piel y ojos claros. El racismo es un factor que preocupa y alerta. La sexualización del “cuerpo negro” de dominicanas y colombianas. Cómo olvidar en 2014 cuando un grupo de diez chilenas llegaron hasta el mercado de Antofagasta para protestar porque, según ellas, sus maridos las habían “dejado” por mujeres colombianas.

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Elisa Niño, integrante de Warmipura: “El patriarcado ha hecho migrar a las mujeres

Elisa Niño es psicóloga social y se considera una “migrante privilegiada”. Proviene del Municipio Nezahualcoyotl, vecino al de Ciudad de México, que en 2017 alcanzó la tasa de feminicidios más alta del país: un delito de este tipo por cada 166 mil habitantes. Hace cinco años abordó un avión desde México con destino a Santiago de Chile por motivos académicos y a partir de 2014, se apuntó en Warmipura(“entre mujeres” en Quechua); una agrupación que reúne a mujeres migrantes en Chile para conversar sobre violencia y sexismo. Organizan acciones para visibilizar qué implicancias tienen estas discriminaciones en sus vidas, potenciando sus capacidades y trabajo en todos los ámbitos del desarrollo personal, pero sobre todo, su voz para hacer valer sus derechos.

Los Femicidios y el “Desgraciómetro”

Según informaciones de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres a la fecha se han registrado 28 asesinatos de mujeres. Un número superior al que estima el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, que indica que “en Chile se registran 18 femicidios consumados y 62 frustrados”. En cuanto al número de víctimas de otras nacionalidades, el Informe Anual del Circuito Intersectorial de Femicidio de 2016 da cuenta que el 15% de los femicidios se cometieron en contra de mujeres migrantes. Repara que “entre 2013 y 2014 no se registró ninguna víctima de otra nacionalidad”, evidenciando que las estadísticas no reflejan la realidad de la violencia que impacta sobre todas las mujeres que viven en el país. Este 2018, ya se registran los femicidios de Miralda Moise, de nacionalidad haitiana, Gertrudis Martínez, colombiana y Diana López, peruana.

“Lamentablemente, en los últimos años, se agrava la violencia porque también se recrudecen las formas en que sostenemos la vida y la cotidianidad”, explica Elisa Niño. El análisis de la psicóloga mexicana sobre los femicidios retrata una tensión de la masculinidad y develan un tipo de patrón transversal. “Las mujeres se convierten muchas veces en ese territorio donde se libran distintas batallas que tienen que ver con cómo se refuerza la masculinidad hegemónica, es decir, cómo los hombres robustecen ciertas ideas de sí mismos o se enfrentan a una femineidad amenazante que ponen en juego los cuerpos de las mujeres”. Niño explica que, si no existe una red de apoyo para esa mujer migrante, la violencia se tolera por mucho más tiempo.

Según la representante de Warmipura, las mujeres migrantes no denuncian o se retractan de las denuncias de violencia por distintos factores, algunos tienen que ver con el propio círculo de la violencia y el aislamiento –como les pasa a las chilenas-, pero otros se relacionan con la falta de redes de apoyo para sostener la denuncia, sobre todo si su única red es el mismo agresor. Una parte de ellas huye de la violencia y sienten que, al cruzar la frontera, trasgreden otro límite y tienen temor a represalias como la expulsión

Elisa Niño dice que se considera una “migrante privilegiada” porque ni su nacionalidad ni su tono de piel son discriminados o interpretados como amenaza. Es más, reconoce que nunca le pidieron papeles “que son de carácter criminalizante”, califica. Algo que no a todas sus compañeras de tránsito les ha pasado. Por eso cree que la principal razón de ese privilegio y de cómo los chilenos la tratan en las calles se debe al “desgraciómetro”; un elemento que ella define con la frase “la historia única, generalmente miserable, que conocen de cada quien”, una valorización que está determinada por cuán “jodido” -en general- creen los chilenos que están las personas que migran desde ese país.

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Marianne Hirsch y los feminismos en Chile: “Son mujeres que están movilizando memorias de liberación”

Marianne Hirsch directora del Centro de Estudios de la Diferencia Social y profesora de Literatura Comparada y de Estudios de Género de la Universidad de Columbia, reali zó un conversatorio sobre memoria, derechos humanos, migraciones, género y feminismo en la Universidad de Chile. En la conferencia organizada por el Archivo Central Andrés Bello y el Columbia Center, se planteó como tema central el trabajo de memoria de las mujeres y cómo se movilizan por un futuro mejor.

Los trabajos de memoria de Hirsch son reconocidos por su teoría que explica que “podemos hacer nuestros los recuerdos de otra persona, ya que los eventos traumáticos perviven para marcar las vidas de aquellos que no los experimentan en primera persona”. Su interés por estudiar este fenómeno nace de una experiencia personal: es hija de madre y padre sobrevivientes del Holocausto nazi, lo que provocó que heredara una potente memoria de los hechos que vivieron. Para Hirsch “la pasión con la que ellos recordaban podría ser incluso más fuerte que la de mis propios recuerdos de infancia, por lo tanto, la memoria de mis padres era más fuerte que la memoria propia”.cia organizada por el Archivo Central Andrés Bello y el Columbia Center, se planteó como tema central el trabajo de memoria de las mujeres y cómo se movilizan por un futuro mejor.

La relación con Chile nace dado el cuestionamiento a su teoría: ¿Es el trauma el que genera memorias que son tan potentes y que se pueden heredar de generación en generación? ¿Es solamente la catástrofe que queda registrada de dicha manera o existen otras formas de generarla? En sus visitas al país, se dio cuenta que existen otras formas de crear memorias transgeneracionales. Por ejemplo, en los momentos de revolución o levantamiento público. Así sucedió en Chile con la “ola feminista” o las reformas de los años 60.

En el conversatorio la acompañaron Soledad Falabella profesora del Magíster Género y Cultura Latinoamericana de la Universidad de Chile y Carla Peñaloza también docente de la misma universidad del Departamento de Ciencias Históricas. Marianne Hirsch conversó con los asistentes sobre el movimiento feminista en Chile y cómo los procesos de memoria y posmemoria movilizan actualmente a la sociedad.

Feminismo y los estudios de la memoria

Hay algo en común en los países donde hubo dictaduras acompañadas de genocidio y violación a los derechos humanos, y es que son los hijos e hijas quienes se han encargado de plasmar en la historia las atrocidades vividas por sus padres. Según Marianne Hirsch “han escrito libros como hijos de nazis. Hay memorias de hijos e hijas que tratan de entender lo que ocurrió en el pasado y de qué forma tienen una corresponsabilidad en él”.

Sin embargo, la historia ha demostrado que son las mujeres quienes han puesto sobre la mesa las memorias de sus familias. “Si nos vamos a preguntar por qué son más mujeres, tenemos que pensar qué está en juego al ser mujer, cuál es la diferencia, cuál es el punto de discusión, y si es feminista, de qué forma se está re-enmarcando, es decir, le estamos dando un marco referencial desde la historia de las hijas”.

Marianne Hirsch dice que contar la historia desde la vivencia es algo que nació con la historia de las mujeres, dado que los estudios de la memoria están íntimamente ligados al feminismoy a otros campos como la justicia social. A propósito, la profesora Carla Peñaloza recordó el caso de Argentina. Luego de 42 años de la dictadura militar en el país vecino, el 24 de marzo de este año se realizaron las movilizaciones en conmemoración al “Día de la Memoria”, que reunieron a hijas de represores condenados por crímenes de lesa humanidad para marchar en contra sus padres. Caminaron por la Avenida de Mayo, cargando un lienzo en el que se leía “Historias desobedientes: hijas, hijos y familiares de genocidas por la memoria, la verdad y la justicia”.  Decidieron utilizar su posmemoria para declararse en contra de sus padres. Lucharon por un cambio en la ley que les permitiera atestiguar, algo según las expositoras, inédito hasta ese momento en el mundo.

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