Opinión: «Aborto, No más realismo mágico»

El realismo mágico -es decir, aquel movimiento literario caracterizado por la inclusión de elementos fantásticos en la narración- no es un buen camino para discutir sobre el aborto. Eso lo sabe la escritora Isabel Allende, quien nos invitaba hace unos días a realizar un experimento mental, muy utilizado por la filosofía política (como el caso del violinista de Thompson), que ayudara a quienes se oponen a toda forma de aborto a identificarse -empatizar- con la situación de una niña violada.

A diferencia del experimento mental de empatía al que nos invita Allende, en la tribuna de Florenzano, Muñoz, Rojas y otros, se recurre al «pensamiento mágico», es decir, a un pensamiento basado en supuestos erróneos, no justificados o, derechamente, sobrenaturales. Dicho de otro modo, a diferencia de la invitación de Allende, donde se pide a una persona -opositora al aborto- que se ponga «en el lugar de otra persona» -una niña violada-, la tribuna del viernes pasado nos pide algo imposible: que nos pongamos en el lugar de un embrión de menos de 14 semanas.

¿Por qué ese ejercicio sería un ejercicio de «pensamiento mágico»? Porque las estructuras cerebrales donde se reconoce un estímulo desagradable -dolor- son las últimas que se forman durante la gestación. «La percepción del dolor requiere el reconocimiento consciente o conciencia de un estímulo nocivo. Ni los reflejos de retirada, ni las respuestas hormonales de estrés para procedimientos invasivos prueban la existencia de dolor en el feto, ya que pueden ser provocadas por estímulos no dolorosos y producirse sin el procesamiento cortical consciente. La conciencia del feto ante estímulos nocivos requiere conexiones funcionales tálamo-corticales. Las fibras tálamo-corticales comienzan a aparecer entre las 23 y 30 semanas de gestación, mientras que la electroencefalografía indica que la capacidad de percepción del dolor funcional en los recién nacidos prematuros no existe antes de las 29 o 30 semanas» (Susan J. Lee, Henry J. Peter Ralston, Eleanor A. Drey, John Colin Partridge, Mark A. Rosen. «Fetal Pain. A Systematic Multidisciplinary Review of the Evidence». Journal of the American Medical Association. August 24/31, 2005).

En pocas palabras, un feto de 12 o 14 semanas no puede sufrir. Creer que lo hace no es más que superstición. Pensamiento mágico.

Por cierto que la capacidad de sufrimiento o conciencia no es el único requisito para ser titular de derechos en nuestro ordenamiento jurídico. Pero sí lo es, al menos, para hacer el ejercicio imaginario al que apela la carta en cuestión. De ahí que ella resulte una invitación engañosa y mal intencionada que solo pretende ocultar y confundir a la opinión pública sobre el verdadero contenido del proyecto de ley que se discute actualmente en el Senado.

El proyecto sobre despenalización del aborto coloca los límites para un posible aborto en la semana 12 (eventualmente 14) de gestación, pues, en la línea del derecho comparado, considera necesaria una regulación que reconozca las diferencias morales relevantes y racionalmente fundadas entre un embrión en las primeras etapas de desarrollo y la mujer embarazada, quien es, sin duda alguna, un ser moralmente autónomo y plenamente sensible con derechos prevalentes.

Alejandra Zúñiga; Eva Madrid; Claudia Dides; Cecilia Valenzuela; Yanira Zúñiga; Leslie Bridshaw; María Soledad Falabella; María Angélica Cruz; Marjorie Borgeat; Ximena Gauché; Elisabeth Simbürger; María Beatriz Arriagada; Inés Robles; Eduardo Chía; Luis Villavicencio; Juan Pablo Mañalich; Jorge Contesse; Javier Couso; Félix Aguirre; José Luis Guzmán; Jaime Bassa; Tomás Vial; Pablo Marshall; David Quintero; Rodolfo Figueroa; Flavio Quezada

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