Repertorios feministas

Repertorios feministas

El reportaje que presentamos nos permite mostrar la relevancia que tiene el arte para la creación y recreación de las diferentes narrativas feministas que coexisten en nuestro país. 

Nos parece de vital importancia que las y los lectores puedan distinguir que, en todas las entrevistas, no hay intenciones de censurar a aquellas expresiones artísticas o comunicacionales que producen y reproducen los distintos sistemas de creencias y valores que sostienen las dinámicas de discriminación y sometimiento a las que se ven enfrentada las mujeres en Chile. La posición política de estas creadoras es disputar la escena, disputar los discursos públicos y privados, disputarle al patriarcado, al racismo, al clasismo y colonialismo su histórica hegemonía en la construcción del mundo.

También es interesante el llamado de atención que algunas de las mujeres hacen a observar los puntos comunes que nos permitan a las feministas caminar juntas hacia la igualdad reconociendo la diversidad en las luchas políticas. 

Cada una, desde su repertorio, busca subvertir lo pensado y hecho desde los marcos interpretativos del patriarcado y capitalismo neoliberal. Todas piensan en la necesidad de lo colectivo para transformar esta realidad naturalizada. En cada una de sus expresiones hay una necesidad de recrear, para develar al patriarcado, para apropiarse de las luchas de tantas anteriores, de apropiarse de la memoria.

En cada entrevista, vemos una política de resistencia y una propuesta desde los feminismos para el país, nuestra América y el mundo en el que queremos vivir y coexistir.  En cada una de ellas vemos el witral con el que las tejedoras lavkenche de Tirúa se resisten a ser colonizadas y conquistadas por un modelo que amenaza sus experiencias de conocer, pensar y sentir en el mundo. 

Y sin escapar a ese sentido colectivo o personal de la creación, aprovechamos de mirar como la violencia hacia las niñas, adolescentes y mujeres se nos vuelve un imperativo para alcanzar un cambio cultural. Nos desafía a exigir que el Estado de Chile, los operadores de justicia, las autoridades locales y las policías nacionales no lleguen tarde a la vida de las mujeres.

 

 

Andrea Ocampo y el feminismo gordo: “Para mí es tan político ir al gimnasio como ir a una marcha” 

En Chile el 75% de la población tiene sobrepeso, obesidad u obesidad mórbida. Es decir 3 de cada 4 chilenos o chilenas habitan un cuerpo gordo. Sin embargo, siguen siendo cuerpos completamente invisibilizados. A pesar que esas cifras evidencian la precarización de la vida en el país, los medios de comunicación tradicionales, los gobiernos, el mercado, la publicidad no parece tocar jamás el tema más allá del punto de vista de la salud. Se siguen censurando esos cuerpos para hacerlos desaparecer y dejar el cuerpo delgado. Andrea Ocampo tiene una larga trayectoria en lo profesional y en el tema, es comunicadora, filósofa, escribe poesía, hace talleres con jóvenes y trabaja en Londres 38. Es una destacada activista del feminismo gordo, trabajando principalmente con adolescentes y jóvenes en talleres, pero también usando sus propias plataformas sociales para difundir y exponer una problemática tan invisible.

Lo político en los cuerpos

Andrea Ocampo define el feminismo gordo como un movimiento social, cultural y político que nace en Estados Unidos y baja a América del Sur a través de la poesía, “de una manifestación cultural, de la expresión y la experimentación del lenguaje, desfondando los límites del lenguaje y de los significados y resignificando, por lo tanto, la expresión corporal del lenguaje. Nos permite nuevos modos de sentir, de interpretarnos como mujeres; de autoexpresarnos, autorrepresentarnos, autocomprendernos en un mundo que no está hecho a imagen y semejanza de estos cuerpos diversos. Y que se opone a algo muy acotado, pero que es un muy amplio al mismo tiempo, que es la gordofobia”.

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Su Opazo: “Después que matan a Catrillanca, valdría la pena decir ‘nos están matando weón’”

Susana Opazo pasó de la sociología a la comedia sin pensarlo mucho. Se cansó del lenguaje académico, de escribir cosas que pocos leen, de trabajar precarizada en algo que no significaba tomar grandes decisiones y ganar más o menos lo mismo que ha ganado con el stand up. Descubrió que podía trabajar en lo que le apasiona y aportar con nuevos discursos en su obra.

Suelen presentarla como una humorista lesbo-feminista porque en su  show toca temas de derechos humanos, violencia hacia las mujeres, lesbofobia y homofobia, aunque ella no se identifica necesariamente con eso. “La gente inmediatamente me encasilla en que yo soy una lesbiana feminista, no me molesta, de hecho me parece muy útil políticamente decir que soy lesbiana, aunque en realidad me siento mucho más trans no binarie en mi identidad de género. Sigo pensando que ser mujer y lesbiana es una categoría mucho más disruptora del sistema hegemónico -que decir ‘soy trans’- porque ahí inmediatamente la gente piensa que quiero ser hombre, entonces es un problema, tengo que explicar muchas cosas y me da lata. Creo que ser mujer sigue siendo terrible para el heteropatriarcado, y ser una mujer que además no está pensando en el deseo del masculino, horror, causa terror, es una cosa terrible, monstruosa. Me parece muy poderoso que la gente lo siga diciendo, me parece bien, que me hayan dicho feminista y lesbiana”.

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Josefina Morandé directora de ‘Hoy y no mañana’: «El arte como herramienta para la unidad”

La directora del documental ‘Hoy y no mañana’ recalca que la gran enseñanza de Mujeres por la Vida (1983) fue la capacidad de organizarse en plena dictadura, dejando de lado las rencillas y diferencias políticas. Una similitud que cree tiene el actual movimiento feminista; mujeres que ve unidas por el afecto pero que cuando piensa en las urgencias, hace un llamado a rescatar las memorias de aquellas que hoy son mayores.

Hace diez años Josefina Morandé (licenciada en cine) conoció a la escritora Mónica Echeverría. Ella le relató las diversas acciones de protesta que Mujeres por la Vida emprendió durante la dictadura cívico militar de Augusto Pinochet. Su primera reflexión fue «¿Cómo no hay nada hecho? No hay nada audiovisual… Hay que hacerlo con mayor razón». Así comenzó un trabajo de documentación en el Museo de la Memoria, lugar que acusa de poner algunas trabas que dificultaron la investigación, y de historia oral.

En el proceso, también rememoró su historia personal. En particular 1985, año en que se instaló a vivir en la población Clara Estrella, en aquel entonces parte de la comuna de La Cisterna, donde presenció el rol primordial de las mujeres pobladoras que resistieron a la dictadura. Historias del movimiento social y de lideresas que han pasado a un segundo plano, ya que en su opinión, prima una memoria que se centra en los actores masculinos. Por eso ‘Hoy y no mañana’ (una producción de Consuelo Castillo) busca contribuir a la construcción de una memoria feminista

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Mujeres obligadas a desaparecer y negligencias aprendidas

Zona minera, un desierto que se extiende como lienzo por miles y miles de kilómetros, frías noches y días cortos. Así describen a la Región de Atacama, lugar donde en febrero de este año Marina Cabrera fue violada y asesinada. Quince años antes, en 2004, dos mujeres sobrevivían al mismo criminal, Hugo Paolo Pastén Espinoza. 

Como en Alto Hospicio y los crímenes de catorce niñas y mujeres entre 1998 y 2001, otra vez llegaron tarde. No los familiares, tampoco las amigas ni vecinos de la familia de Catalina Álvarez, desaparecida desde el 23 de junio, sino que el Estado de Chile, los operadores de justicia, las autoridades locales y las policías nacionales. La desaparición forzosa de Catalina y Marina, el paradero desconocido de Tanya Aciares desde octubre de 2018 y el homicidio de Sussy Montalván, develaron para las mujeres de Atacama la pérdida de sus derechos y garantías de seguridad, integridad y dignidad como mujeres y adolescentes.

Hechos presuntamente aislados

Fue la madrugada del 24 de junio cuando Ximena Godoy, la madre de Catalina, la llamó y escuchó el llanto de socorro de su hija. Inmediatamente fue a dejar constancia de su desaparición por presunta desgracia. Así comenzó a circular la información por redes sociales y con ayuda de la formación militar de Luis Álvarez, padre de Catalina, se organizaron familiares y el vecindario con la esperanza de encontrar a la adolescente de 16 años, viva. Se activó una estrategia de visibilidad que alumbró la desaparición de varias mujeres que parecían olvidadas.

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