Sofía Brito, vocera de Derecho de la Universidad de Chile: “Es difícil pensar la política estudiantil sin el feminismo»

Sofía Brito, vocera de Derecho de la Universidad de Chile: “Es difícil pensar la política estudiantil sin el feminismo»

Por Catalina Arenas

“Ya no hay vuelta atrás”, la agenda feminista se instaló en el debate público y aún se divisan brotes germinando en los espacios reflexivos: acoso sexual, violencia de género y críticas a proyectos ‘antiaborto’.  En esta conversación, Sofía Brito estudiante de último año de Derecho en la Universidad de Chile, y una de las líderes de la movilización feminista, repasa los aciertos, conflictos y desafíos que despertó el mayo feminista. Asegura que la presente ola del movimiento de las estudiantes y las disidencias universitarias todavía no se recoge al mar.

“Nos instalamos en la once familiar”

Las alumnas de la educación superior en todo el país levantaron sus ideas y propuestas, salieron a las calles, se coordinaron, hicieron ocupaciones feministas y se preguntaron ¿cómo hicimos que esto llegara a conversarse a la hora de once, en las familias? Fue un proceso largo que para la vocera universitaria reunió lo personal y lo político. Sofía Brito destaca que después de la movilización “ya nadie puede decir que no entiende lo que está pasando, esté o no de acuerdo”. Mayo feminista se tomó los espacios en los matinales, noticieros y en horario prime, discutiendo las problemáticas sociales que instaló. “Pensamos el feminismo cómo una forma de interrogar nuestras prácticas cotidianas», rescata la estudiante de Derecho.

En general, el feminismo se entendió como significante, como un movimiento político y como una teoría crítica. A la vez, se habló sobre qué es el machismo y cuál es el propósito de una educación no sexista; todos son algunos de los temas que se posicionaron en la palestra pública en los últimos meses. De regreso a la Facultad de Derecho, cuando Sofía Brito entró a la carrera “lo que se identificaba como feminismo eran mujeres y ‘colas’ que se dedican a una tarea que venía tras la política”, recuerda. Una vivencia que también comparte Emilia Schneider, otra vocera de la facultad , quien en una mesa de conversación comentó: “Entré a la organización estudiantil en un momento en que el feminismo aún era una perspectiva muy accesoria, muy sectorial».

No obstante, en estos años, ambas parecen haber presenciado un cambio. «Hoy veo que las nuevas generaciones comprenden el feminismo como la primera casa política», sostiene Sofía Brito integrante también de la Coordinadora Feminista 8M.

De rosas y moradas

Fueron meses de arduo trabajo mancomunado con las profesoras y en comunicación con las compañeras de otras universidades e institutos profesionales movilizados. En mayo 2018, se desplegó una red que requería de coordinación. A la vez, las dirigentas necesitaban crear estrategias de negociación con las autoridades de sus propios planteles y, bilateralmente, reforzando los compromisos con las bases estudiantiles en asambleas de mujeres. En todo aquello, dieron pasos y también hubo tropiezos.

Entre las dificultades que las estudiantes sortearon, está la crítica radical a la democracia chilena que se venía masticando hace unos años y que “se plasmó en una desconfianza excesiva entre nosotras mismas, lo que no permitió que hubiese más voces diversificadas dentro de la representación estudiantil», admite Sofía Brito.

Luego vino un auto silenciamiento que explica los pocos rostros que aparecieron en pantalla abriendo los temas en los medios. Entre las debilidades, faltó explicar con mayor detención, por ejemplo, la forma de articulación del movimiento y el número de voceras con que disponía. “Creo que no logramos calar más allá del momento de explosión y pensar constantemente que somos parte de un movimiento”, reflexiona.

Si bien tampoco «hubo una cultura de organización política transversal que permitiera dar cuenta de cómo se podían canalizar las demandas de todos los frentes», la activista y estudiante feminista sacó en limpio la lección: “necesitamos traspasar nuestras experiencias y socializar la relevancia de distintas herramientas de lucha en los espacios colectivos interuniversitarios».

De los aciertos, su convicción: «Este año el movimiento feminista se pegó un salto histórico, que adelantó muchos procesos”. Brito agrega que otro aporte fue que, a pesar de que queda pendiente una gran orgánica nacional capaz de apoyar cada área de la movilización,“es importante reconocer la potencialidad que se abre con esta irrupción espontánea de las bases de mujeres (…) hacer una movilización en la que se cuestionó el rol de la masculinidad en la toma, por la forma en que estos (los hombres) se descolocaron.” Así menciona también los esfuerzos que se están destinando para potenciar la conformación de la Asamblea Feminista de Estudiantes Metropolitana (AFEM).

El cuerpo de las mujeres: una herramienta política

Punto a parte fue lo que sucedió con la «portada» de mayo feminista: aquella imagen de las estudiantes a torso desnudo y rostro cubierto. La consigna presente en esas marchas, que fue la politización del cuerpo femenino. La artivista performancera, Julia Antivilo, asegura en la Revista Anales de la Universidad de Chile que «la construcción cultural del cuerpo, entendido como algo natural y depositario de las divisiones sociales entre los sexos, fue el esquema a romper por parte de muchas de lxs artistas feministas activistas».

Para Sofía Brito, en tanto, esa acción fue un punto de inflexión porque “quienes creían que el movimiento feminista era netamente contra la violencia, ahora ven el cuerpo feminizado como una herramienta política que no se remite solo al ser mujer, propiamente tal, sino que también cumple un rol dentro de la sociedad distinto al que comúnmente se conoce«.

El propósito de esa imagen de los cuerpos en lucha era transmitir la deconstrucción de la cultura patriarcal capitalista a punta de nuevos significantes históricos y sociales. Ellas no mostraron su maquillaje, la belleza de sus rostros, no usaron escotes ni petos, no lucieron sus cabellos porque, tal como explica Brito,“no estaban dispuestas a ser identificadas para que fueran encasilladas en el mismo papel de siempre”. Para la vocera de último año de Derecho “esa imagen fue hermosa porque incomodaba al resto y porque no tenía ningún elemento que pudiese ser consumido”.

En ese sentido, el feminismo representado por jóvenes y disidencias incómodas y subversivas se habría vuelto una necesidad para enrostrar otra perspectiva del machismo cotidiano.

 “Un movimiento catártico”

Alguien dejó la puerta entreabierta en la Universidad de Chile y salieron a la luz casos de violencia sexual y las situaciones machistas que ocurrían en el espacio académico. «No solo se trataba de mí, sino que también de muchas otras compañeras y juntas teníamos harto que decir. Este año alcanzó su clímax, pero esto ya venía ocurriendo desde hace un buen tiempo», dice Sofía Brito, recordando su denuncia contra el ex profesor de Derecho de la Universidad de Chile, Carlos Carmona.

Una revolución social feminista que revivió situaciones de vulneración muy íntimas de quienes denunciaron. Finalmente, se politizó un dolor como bastión de lucha “para conseguir una educación no sexista, no sólo más protocolos de prevención de abusos y acoso sexual”, argumenta.

En estos días, el alumnado de Derecho está votando por cuál lista de centro de estudiantes las representará el próximo año. En las urnas se enfrentan dos candidatas a presidentas que, según cuenta Sofía Brito, serían feministas. Actualmente «es difícil pensar la política estudiantil sin el feminismo», sentencia, afirmando que esta ola aún no se retraerá.

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