Su Opazo: “Después que matan a Catrillanca, valdría la pena decir ‘nos están matando weón’”

Su Opazo: “Después que matan a Catrillanca, valdría la pena decir ‘nos están matando weón’”

Por Josefina Espinoza Escárate

Susana Opazo pasó de la sociología a la comedia sin pensarlo mucho. Se cansó del lenguaje académico, de escribir cosas que pocos leen, de trabajar precarizada en algo que no significaba tomar grandes decisiones y ganar más o menos lo mismo que ha ganado con el stand up. Descubrió que podía trabajar en lo que le apasiona y aportar con nuevos discursos en su obra.

Suelen presentarla como una humorista lesbo-feminista porque en su  show toca temas de derechos humanos, violencia hacia las mujeres, lesbofobia y homofobia, aunque ella no se identifica necesariamente con eso. “La gente inmediatamente me encasilla en que yo soy una lesbiana feminista, no me molesta, de hecho me parece muy útil políticamente decir que soy lesbiana, aunque en realidad me siento mucho más trans no binarie en mi identidad de género. Sigo pensando que ser mujer y lesbiana es una categoría mucho más disruptora del sistema hegemónico -que decir ‘soy trans’- porque ahí inmediatamente la gente piensa que quiero ser hombre, entonces es un problema, tengo que explicar muchas cosas y me da lata. Creo que ser mujer sigue siendo terrible para el heteropatriarcado, y ser una mujer que además no está pensando en el deseo del masculino, horror, causa terror, es una cosa terrible, monstruosa. Me parece muy poderoso que la gente lo siga diciendo, me parece bien, que me hayan dicho feminista y lesbiana”.

El stand up, una disciplina de opinión

Su Opazo estudió sociología en la Universidad Arcis, siempre fue la mejor alumna, con las mejores notas, incluso ganó una beca de excelencia académica. Sin embargo no tuvo gran desarrollo laboral ahí. “Porque obviamente esos cargos importantes los tomaba gente con amigos y gente de otras universidades. Por eso, y porque siempre fui una niña pobre y una joven pobre, que tenía que trabajar no pude seguir estudiando, por ejemplo hacer más posgrados. Hice un magister que no terminé, no me interesó terminarlo, porque además tenía que trabajar siempre, desde que estaba en la universidad y mucho antes de entrar a ella. Supongo que la sociología nunca fue para mí una fuente laboral prioritaria, siempre tuve que trabajar en otras cosas para vivir, hacer otro tipo de trabajos, muy precario”. 

Mientras trabajaba como monitora de encuestadora probó con un curso de stand up. Hacía un tiempo que le gustaba seguir los show de comediantes y decidió intentarlo. Jamás imaginó que empezaría su propia carrera como comediante y en algún punto ya no le alcanzaba el tiempo para combinar su trabajo en las encuestas y su carrera en el stand up. En ese momento abandona todo lo que tiene que ver con sociología y dedica su tiempo completo a su nueva pasión. “Tenía la idea que escribía muchas cosas muy densas, que nadie leía -en sociología- artículos que eran fomes, profundos, con muy pocos lectores, que a nadie le importaba nada. Sentía que siendo comediante podía decir la mismas cosas que como socióloga, pero decirlas con otro lenguaje, con uno que cualquier persona puede entender. Tú puedes hablar lo mismo con puras cifras y estadísticas o puedes hablar de esas mismas cosas con un lenguaje más aterrizado, menos anquilosado que el lenguaje académico. Entonces a mí me pareció super interesante poder decir las mismas cosas que decía antes, o que pensaba antes, pero para un público que no es letrado ni ilustrado, que es un público que va a tomar cerveza a un bar”.

En sus rutinas, aplica lo que aprendió en su carrera. “Una serie de profesores me formaron con un pensamiento crítico en las lecturas que hice. La visión del mundo que tengo claramente está marcada por esas personas: Carlos Pérez Soto, María Emilia Tijoux, Isabel Cassigoli. Pero yo no hago un análisis sociológico estricto de la realidad, sí uso mucho la observación que es una técnica cualitativa de investigación social, y claro, el humor se sustenta mucho en la observación. Pero no solo de eso, también el stand up es una disciplina de opinión. Puedo darme el lujo de no tener que ser en absoluto objetiva y decir lo que pienso de las cosas que observo, sin tener que demostrar científicamente que esto que digo está demostrado con las estadísticas”. Incluso juega con esos recursos y en sus rutinas cita o hace chistes con autores y autoras sin revelar de quiénes se trata.

El machito de izquierda está súper vigente

Los primeros acercamientos de Su Opazo con el feminismo fue en su periodo universitario pero fuera de la institución. “Porque la Universidad Arcis no tenía ni idea de feminismo, me encontraban ridícula por estudiar el feminismo cuando estaba haciendo mi tesis, los profesores se reían de mí, en verdad nunca estudié una autora de sociología, o sea el machito de izquierda está súper vigente y la izquierda es súper machista”. 

Lo que partió como un interés en los movimientos de lesbianas de los 90’, la fue acercando a las teorías feministas y a formar su propia opinión del movimiento. “Tengo una visión muy particular del feminismo, me siento más postfeminista que feminista,  no soy una feminista radical de los años 70’, tengo otras ideas y creo que el feminismo tiene límites también”.

Su trabajo toca muchos de estos temas pero asegura que su público no se compone únicamente por mujeres feministas. “Las feministas no van demasiado a los show porque son caros, tienes que pagar una entrada y tienes que ir a un bar y consumir algo, entonces tienes que tener plata, no son hordas de feministas que van a ver mi espectáculo porque lamentablemente las mujeres no tienen tanta plata, sobre todo las feministas con las que me vinculo que son más under todavía que las hegemónicas que están en las organizaciones. Tener 10 lucas para gastar un día miércoles en la noche, no cualquiera puede hacer eso, entonces no puedo pretender que mi stand up se focalice a un público feminista lesbiana, porque eso significaría que mi carrera está demasiado en un segmento. No tienes por qué ser lesbiana para ir a ver mi show, no tienes por qué ser feminista para ver mi show y reírse y disfrutarlo. Si esto funciona es porque hay un público masivo, que ve comedia, que se divierte con mi material, aunque mi material no hable de la vida de ellos, como hetero o como chico gay. Tiene que ser cómico para que todo el mundo en el bar se pueda reír contigo, aunque esté hablando de un tema, que no es tu vida, es una vida distinta”.

Así es como Opazo y otras comediantes buscan desmarcarse del humor tradicional, apuntando al público que está dispuesto a consumir nuevos discursos y productos culturales “Hay gente que busca ir a un lugar y escuchar a otro, leer otras cosas, ver obras, ver películas, ver series con otros discursos. Y también hay gente que se ríe con Bombo Fica, de los negros, de los mapuches, de las lesbianas y de los gay, de la mujer fea, de la mujer gorda. Ese público existe y es por lo bajo la mitad del país. Por algo ganó Piñera. Ha sido siempre este 40% y 50% de fachos que existe históricamente en todas partes”.

El «humor blanco» no daña el poder

Respecto a sus colegas varones, no considera que estén haciendo un trabajo politizado como sus compañeras. “No sé si existen comediantes de izquierda hombres, no me atrevería a decirlo. La mayoría que conozco son todos cuicos, que se ríen de los pobres y de lo ordinario que es decir unas cosas o andar en un determinado auto. Entonces estas personas que son progre, que tienen como una visión progre, pero igual sus chistes se están riendo de los cumas. Están diciendo que te pusiste cuma. No me atrevería a decir que eso es una posición de izquierda. Que feo que tengas papás con plata, que vivas en Providencia, que ganes un montón de plata y te rías de los cumas, encuentro lo menos de izquierda que puede haber porque por lo menos lo que yo entendía que era la izquierda es que los pobres tenían que liberarse del capitalismo. Los considero cuicos, progresistas a nivel de valores, algunos, muy contados, son muy pocos. El único que no es cuico de origen sería Copano, pero igual hace un chiste en donde dice ‘el plato típico de Haití el plato vacío’. No creo que una persona de izquierda puede considerar que eso es gracioso”.

Esto se lo atribuye a que no son comediantes políticamente situados “y cuando tú no eres políticamente situado, tiendo a pensar inmediatamente que en verdad no eres de izquierda, o sea, tú no puedes decir ‘yo soy apolítico’, ‘yo hago humor blanco’ porque hacer humor blanco es no querer dañar al poder, entonces, para mi gusto, tu progresismo no me alcanza pa’ na’”.

Este humor blanco, al que Opazo lo llama ‘humor para blancos’, es una herramienta para llegar a más públicos sin exponerse a críticas de ningún sector, que no pretende dañar a nadie del poder. “Felipe Avello cuando dice ‘están matando a weón’ no está diciendo nada, eso es un humor que no está políticamente situado, diferente hubiera sido que él dijera «nos están matando weón» y eso se hubiera transformado en el gran chiste, que es como todos vamos a recordar a Felipe Avello y vamos a comprarnos tazones en donde dice ‘nos están matando weón’ porque después de que matan a Catrillanca, valdría la pena decir ‘nos están matando weón’, pero decir están matando a weón es decir nada. Entonces el humor de los varones tiene el afán de ser muy masivo y tener mucho público y tener un público de derecha y público de izquierda y reirse de pelotudeces“.

Es en este contexto, en que las mujeres ocupan el vacío de contenido, a pesar que aún existe un público masivo consumidor de ese humor blanco tradicional, Opazo apuesta a que también existe otro segmento que se hartó. “Y se topa con este discurso diferente y le parece fantástico. Además, nosotras hemos empezado a existir a pesar de que ellos ocupan todos los espacios porque en realidad no necesitamos que ellos nos abran espacios, existimos por nuestra propia cuenta. En Viña del Mar no habían mujeres -excepto la Cuatro Dientes (Gloria Benavides)- hasta Valdebenito (Natalia) y las pocas mujeres que hubo, las sacaron a pifias porque es lo que suelen hacer con las mujeres”.

Su Opazo está convencida que la velocidad del éxito y popularidad alcanzada por las mujeres comediantes es porque ellas abrieron sus propios espacios, alejándose de los escenarios tradicionales. “Si tú ves Kike Morandé (Morandé con Compañía – Mega), que es el único programa de humor en la tele que hay en Chile, tú ves cómo se ríen del enano, de la mujer bonita, de la fea, de la vieja, entonces qué pasa si una vieja se sube al escenario a reírse de vo’ weón, porque ahora podemos hacerlo. No necesito que me contrate Morandé para ser popular. Puedo hacer un Twitter y escribir lo que quiera y, lamentablemente para algunos, ese tuit se puede transformar en viral porque mucha gente piensa como yo o le hace sentido lo que estoy diciendo”.

Podcast para democratizar el saber

Grandiosas Podcast (Holística Radio) era el programa radial que Su Opazo tenía junto a Andrea Ocampo (escritora y filósofa feminista). Para la comediante era fundamental tener ese espacio porque podía llegar a muchos más lugares, sobre todo fuera de Santiago, y comunicar este discurso alternativo. “Para mí es muy atractivo el podcast como instrumento de comunicación porque hay podcast de cualquier tipo. Ahora estoy haciendo uno más de comedia (Ni tan sola), me río de las noticias del día. El podcast es atractivo porque tú puedes ir manejando en el auto o en la micro, en el metro o lavando la loza y escuchar tu podcast favorito. Me parece una manera de democratizar el saber, de que muchas personas puedan tener voz y decir cosas”.

La exposición en redes sociales, show y proyectos comunicacionales no asustan a Su Opazo, incluso afirma que prácticamente no la atacan en sus redes sociales, muy pocas veces recibe algún insulto. Son en otras plataformas donde está más expuesta y la violencia se desata. “Cuando se publica algo mío en un diario, El Mostrador por ejemplo, si yo leo los comentarios de eso ahí está todo el patriarcado comentando porque les da rabia que exista”.

Para ella es muy importante continuar visibilizándose a pesar de los efectos negativos que puede traer. “Tengo una responsabilidad, y elijo tomarla, no puedo andar por el mundo sin que se sepa que soy una lesbiana porque mi cuerpo, mi ropa, mi look habla de quién soy yo. Me parece que mi cuerpo solamente, mi andar por el mundo, es una performance que rompe la heteronorma, andando en la calle ya estoy rompiendo las normas de género, la gente no entiende si soy mujer u hombre, y si soy mujer por qué me visto así. Cuando yo elijo aparecer en lo público, es porque también siento que hay muchas otras lesbianas como yo. Cuando era chica (años 90’) no conocía ninguna otra lesbiana en el mundo, porque no había internet, pensaba que era la única y estoy segura que hoy día también hay personas, niños o niñas, que piensan que son los únicos en el mundo y no son los únicos en el mundo”.

Opazo dice no tener ningún aprecio por su vida privada. “Me importa un bledo mi vida privada, no soy alguien peligroso para esta sociedad para que me estén espiando centros comunicacionales de Facebook y vendan mi información a Trump, no creo que pase eso y creo que sí, siendo pública, puedo cambiarle la vida a un niño gay, una niña lesbiana que ven mi imagen y saben que hay gente que no es como le dicen todo el día que tienen que ser. Si hay una lesbiana que sale en el diario o  que tiene un show, esa persona que se siente un bicho raro sabe que hay ene más bichos raros y vamos normalizando un poco, que somos diferentes y que hay más que lo que nos dijeron que había”.

Sin embargo, ha vivido episodios que la han hecho tomar más resguardos. En abril de este año realizó el show “12 días de atraso” junto a otras comediantes; Jani Dueñas, Josefina Nast, Paloma Elgueta y Cynthia Gallardo en un bar. “El show estaba lleno, 120 personas en el bar, atiborrado de gente y una persona le paga a la productora con un billete de cinco lucas y en la cara de Gabriela Mistral le pone ‘no más dictadura gay’ escrito con un lápiz. Tengo un chiste de la dictadura gay con el que termino mi monólogo, o sea pienso que estos fachos igual vienen a vernos, igual nos tienen en la mira”. Y sobre eso mismo reflexiona. “Si en algún momento a un loquito se le ocurre podría hacerme algo, algo real, como pegarme, violarme, matarme, no sé. Podría pasar, sé que eso podría pasar. De hecho, pienso si soy muy famosa capaz que no me pase, pero si soy poco famosa como hasta ahora capaz que desaparezca, que alguien me haga algo, como matan a tantas lesbianas, travestis y trans en Chile. Me da un poco de miedo, claro”.

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