Violencia de género: ¿Fallan los Estados?

fotoreportajejunioEn el mes de junio se desarrolló el segundo juicio a Karina Sepúlveda, la mujer que asesinó a su conviviente tras sufrir durante 18 años violencia física y sicológica. En los dos juicios realizados -el primero lo anuló la Corte de Apelaciones de San Miguel-, se aplicó la «eximente por estado de necesidad exculpante de la ley de femicidio».

El 38% de los asesinatos de mujeres en el mundo no se debe a robos callejeros, o situaciones de guerra, no: son perpetrados por sus parejas o ex parejas. Una cifra alarmante y un drama que demanda atención urgente de acuerdo al reciente informe entregado por la Organización Mundial de la Salud, OMS.

En Chile, según cifras de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, a la fecha se han cometido 29 femicidios. El último informe del Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y El Caribe, perteneciente a la CEPAL, ubica a nuestro país en el cuarto lugar con más casos de femicidio. En este contexto las cifras son reveladoras. Somos, además, uno de los países en que las denuncias por violencia intrafamiliar superan los delitos de mayor connotación social.

Chile, pese a que ha suscrito la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación (CEDAW) y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, más conocida como Convención Belém do Pará, no ha logrado tener progresos transformadores que eviten la vulneración de los derechos de las mujeres.

El Observatorio de Genero y Equidad, junto a organizaciones de mujeres, feministas y de derechos humanos, acompañó uno de los juicios más emblemáticos de los últimos años, el de Karina Sepúlveda. La mujer que en octubre de 2011 mató a su conviviente tras sufrir 18 años de violencia física, sicológica, económica y sexual. La misma que hoy tiene más de 64 cicatrices en su cuerpo y que, en los dos juicios realizados en el Tribunal Oral Penal de Puente Alto, fue absuelta bajo la aplicación de la «eximente por estado de necesidad exculpante» que contempla la ley de femicidio.

La violencia sistemática sufrida por Karina nos recuerda lo vivido por Juana Candía, abusada y humillada por su conviviente, que lo mató en defensa propia. Y aunque la justicia la condenó por el homicidio, el ex Presidente Eduardo Frei , la indultó en 1998. Desde entonces su caso se transformó en un símbolo de la violencia intrafamiliar.

El Observatorio de Género y Equidad, como plaza pública y espacio de visibilización de la promoción de los derechos de la mujer, conversó con distintas actoras sociales y políticas y activistas feministas para conocer cuánto hemos avanzado o no, en la violencia contra las mujeres.

Karina Sepúlveda, Primera mujer absuelta por Ley de Femicidio en Chile: «Muchas veces pedí ayuda, porque temía y presentía que la violencia que estaba viviendo cada día sería peor». Leer más

Ana Carcedo, Experta en fermicidio del Centro Feminista de Información y Acción de Costa Rica: «Los contextos y escenarios más propicios para asesinar a mujeres son todos aquellos en los que el tejido social se destruye». Leer más

María Antonieta Saa, Diputada del Partido por la Democracia, PPD: «Los poderes ejecutivo y legislativo deberían impulsar reformas y políticas públicas que permitan frenar la violencia contra las mujeres». Leer más

Loreto Seguel, Ministra del Servicio Nacional de la Mujer. SERNAM: «Desde 2009 el número de femicidios ha disminuido en un 38%, pero no descansaremos hasta que no haya ninguna mujer víctima de violencia intrafamiliar». Leer más

Patisili Toledo, Abogada feminista de la Universidad de Barcelona: «El ente obligado en términos generales a responder frente a la violencia y prevenirla son los Estados. Por lo tanto, ellos son los responsables de este fracaso». Leer más

Teresa Valdés, Coordinadora del Observatorio de Género y Equidad: «Está claro que son insuficientes las casas de acogida y los programas de información. Más bien se visibiliza un tema que antes se resolvía y quedaba escondido puertas adentro». Leer más

 

 

Por Fabiola Gutiérrez, periodista del Observatorio de Género y Equidad

 

 

karinasepulvedaentrevKarina Sepúlveda, Primera mujer absuelta por Estado de Necesidad Exculpante por Ley de Femicidio (20.480)

¿Cómo crees que te han tratado los medios de comunicación?

Se mostró mi caso y detrás de la televisión hay mucha gente. Hay quienes me apoyan y otros critican porque no entienden, pero lo principal ha sido el apoyo recibido. Se critica mucho a las mujeres por lo que hacen o no hacen y no es así con los hombres. Las madres, si no se preocupan de sus hijos son lo peor, en cambio a los hombres siempre se les justifica, porque no tienen tiempo o porque trabajan mucho. En cambio nosotras tenemos que estar al cien por ciento en todo.

¿Y el entono más cercano…?

Me acompañó mucha gente y nunca lo pensé así. Nunca me imaginé que estaría conmigo una red de mujeres, que harían carteles, que se iban a unir en las afueras del Tribunal y gritarían que tenía que haber justicia para mí. Me sorprendió mucho ese apoyo porque si no fuese así, no estaría con mis tres hijos.

¿Cómo crees que te trató la justicia chilena?

Me tuvieron mucho tiempo privada de libertad. Mucho tiempo esperando una investigación que la Defensoría hizo en dos meses. La Fiscalía no la cerraba, insistía en que tenía que seguir investigando porque le faltaban antecedentes o testigos. Pese a que Defensoría había entregado un listado con los testigos, la Fiscalía no tomaba contacto con ellos. Fue muy injusto el trato, me tuvieron mucho tiempo esperando para cerrar la investigación y luego proceder a un juicio.

Durante el año y tres meses que estuve presa perdí a mis hijos, luego no los volví a ver. Esto fue lo más difícil. Llegaban las visitas y miraba si en algún minuto entraban mis hijos. Incluso una vez entro un joven, estaba sentada y me asusté, me puse súper nerviosa (…) mi mamá me dijo «qué te pasa» y le dije, es el Claudio (mi hijo mayor)… mi mamá me dice «no hija, el Claudio no va a venir».

Y ¿qué te parece que el SERNAM llame a las mujeres a denunciar la violencia?

No creo que ayude el llamado de la Ministra que llame a denunciar cuando no hay ayuda real para las mujeres. Si la mujer va a denunciar, toman la constancia, pero no se hace nada más. Después pasan días o semanas y la mujer aparece muerta.

A mí me preguntaron si la Ministra me había ayudado, apoyado o había estado conmigo –la ex ministra Carolina Schmidt y la actual Loreto Seguel- pero nunca aparecieron. Nadie del SERNAM se acercó. Recuerdo una vez, cuando mataron a la gendarme de San Miguel, fue la Ministra Evelyn Matthei y andaba alguien del SERNAM. Yo me acerqué antes de que fuera el primer juicio oral, tomaron mis datos y me dijeron que me ayudarían, pero nunca se acercaron.

¿Cómo fue la cárcel?

Tuve buenas amigas. Me comunico con ellas por facebook, teléfono y nos juntamos. No sentí rechazo de nadie. Ninguna mujer me dijo «no deberías haberlo hecho», no me criticaron, al contrario, me apoyaron mucho.

Te relacionaste con los medios, fuiste acompañada por tu familia y cercanos, por mujeres que te apoyaron ¿qué mensaje y qué fuerzas te da lo vivido?

Me da fuerzas porque logré salir, porque estoy con mis hijos, porque voy a poder trabajar, porque esta historia se terminó y quiero seguir luchando. Agradezco a todas las personas que estuvieron conmigo, a los abogados y a mi familia porque nunca faltaron a una visita cuando estuve privada de libertad, porque yo sé que es plata y tiempo, es entrar a una cárcel que no es fácil. Yo sé que mi familia sufrió mucho.

#JusticiaparaKarina. ¿Pensante qué movilizarías a tantas mujeres y hombres?

Me sorprendí. Nunca pensé en ese apoyo. En el primer juicio salí y la gente me reconoció y apoyo. Mucha gente solidarizó conmigo y lo sigue haciendo.

¿Qué viene para Karina?

Seguir adelante con mis hijos, que terminen de estudiar. Trabajar y lograr tener nuestra casa, espero que sea rápido. Estar con mis hijos y la familia, disfrutar de todos ellos. Disfrutar de la libertad, que puedo salir a comprar tranquila, que voy a mall con las niñas y no estoy mirando el reloj o el teléfono, no estoy mirando si alguien viene detrás de mí, no estoy asustada. Estoy tranquila, súper tranquila.

Testimonio en primera persona: Karina Sepúlveda

Durante 18 años viví maltratos de diferentes tipos y cotidianamente por parte del padre de mis hijos y conviviente. Durante 18 años nunca me miré como una mujer víctima de violencia, que tenía el derecho a vivir una vida libre de violencia. El miedo que me inundaba y me condicionaba a seguir en esa relación violenta era más potente, que el mirarme como una mujer con derechos.

Muchas veces pedí ayuda, porque temía y presentía que la violencia que estaba viviendo cada día sería peor, así me lo indicaban los años que iban pasando. Sin embargo, nunca tuve la ayuda que pedí, nunca tuve la seguridad que había una salida donde mi ex conviviente no pudiera tocarme nunca más a mí, a mis hijos y a mis papás. El siempre me amenazó que si yo hablaba y lo denunciaba, el mataría a mis hijos, a mis padres y a mí… lo mínimo que me decía era que desde la cárcel mandaría a alguien a dejarme invalida. Conocía bien a Claudio y sabía que él cumpliría sus amenazas. Por eso resistí 18 años el drama que viví, hasta que sentí que mi hijo corría un riesgo mayor que el que vivíamos día a día.

Por primera vez en la cárcel sentí que era víctima de violencia por parte de mi pareja, me lo dijeron las otras detenidas, quienes con amor y cuidado intentaron limpiar las heridas profundas que tenía en mi cuerpo y en mi corazón. Increíblemente un lugar lleno de delincuentes, fue mi primer refugio, mis primeras conversaciones sin miedo, quienes me escucharon llorar sin preguntar un por qué. Me llamó mucho la atención cuando ellas hicieron la diferencia entre su prisión y la mía: tú no debes estar acá… tú no eres delincuente como nosotras… no tenías otra salida.

Por eso, cuando me senté a dar mi declaración en el primer juicio donde se me juzgaba por presunto delito de parricidio, no me senté como una acusada, me senté como una víctima y tomé ese juicio como parte del proceso de reparación y justicia que nos merecíamos mis hijas, mi hijo y yo.

Tal vez por eso me parecía inexplicable estar presa durante la investigación, las preguntas del primer fiscal, como también me pareció inexplicable que el Ministerio Público pidiera anular el fallo del primer juicio que me absolvía por estado de necesidad exculpante del crimen que cometí. De la misma forma, seguía sin explicación para mí la forma en que fui tratada por los dos fiscales que asumieron el segundo juicio. Todos ellos y todas sus prácticas me hicieron sentir como una delincuente común y no como lo que yo era: una mujer víctima de violencia por parte de su pareja, de la manera más brutal que un ser humano se puede imaginar.

Tuve la certeza que era una víctima, cuando mis defensores y las organizaciones de mujeres y feministas me defendían durante los juicios, por la prensa, con las campañas que organizaron por mí. Todas estas acciones hicieron que pudiera resistir la violencia que tuve que vivir de un Estado persecutor que nunca comprendió que yo era víctima de violencia doméstica y que fue el Estado el que falló, y por eso mi ex conviviente estaba muerto. Todos los días me arrepiento de lo que hice, pero quienes me defendieron y me acompañaron, saben bien que no tuve otra salida.

Hoy pienso en las mujeres que están viviendo violencia por parte de sus parejas y al igual que yo tienen miedo de denunciarlos porque saben que el Estado no está haciendo su trabajo como corresponde. Algunas personas me han dicho que la Ley es la mala, yo creo que también es la incapacidad de quienes tienen que garantizar nuestras vidas, de ponerse en nuestro lugar. Creo firmemente lo que dicen las organizaciones que me acompañaron: la capacitación de los agentes del Estado que deben reaccionar cuando una mujer denuncia ha sido insuficiente, se ha hecho mal o dejó de hacerse.

Hoy quiero que mis hijos vivan felices y nunca más tengan que experimentar el dolor que vivieron. Aquí también concuerdo con las organizaciones que me acompañaron: debe existir una campaña permanente que prevenga la violencia contra las mujeres, que ayude a las mujeres a identificar cuándo están en una relación violenta para que salgan a tiempo, que contribuya a que los otros que están alrededor de las víctimas se sientan involucrados incansablemente con estas mujeres y las ayuden a salir de la violencia.

Finalmente, una campaña que envíe un mensaje potente a los hombres, a vernos como iguales y no como objeto de sometimiento en sus vidas.

La campaña de las organizaciones de mujeres, desde el primer juicio decía #JusticiaparaKarina… en parte siento que se hizo justicia, estoy libre y fui absuelta porque el Tribunal Oral en lo Penal falló atendiendo a mi condición de mujer víctima de violencia. Sin embargo, por mis hijos y por mí seguiré en la batalla de que el Estado de Chile me repare el tiempo que me quitó con mis hijos, me repare por la forma cómo me trató en los juicios y en las audiencias de medidas cautelares. Mi lucha, como la de muchas otras mujeres sigue, porque no quiero que nunca más una mujer tenga que hacer justicia por sus manos, esté presa por la negligencia del Estado en su actuar frente a la violencia y la revictimicen como Fiscalía lo hizo conmigo.

Finalmente, quiero agradecer a todos y todas quienes me apoyaron, a los defensores de mi caso, a los periodistas y medios que respetaron mis silencios y muchos de ellos trataron mi caso como lo que era: una mujer víctima de violencia. A las organizaciones de mujeres y feministas, decirles que tienen a una aliada con ustedes, parte de mi sanación es ser una mujer más que está en la lucha por la libertad y como ustedes dicen: emancipación de todas las mujeres.

 

 

 

 

anacarcedoAna Carcedo, activista feminista. Cofundadora del Centro Feminista de Información y Acción. CEFEMINA de Costa Rica.

¿Por qué crees que se sigue matando a las mujeres?

El femicidio es la forma extrema de violencia contra las mujeres, basada en la posición de subordinación social que vivimos. Mientras no haya igualdad en la sociedad, seguirá existiendo la violencia contra las mujeres y habrá femicidios.

La erradicación del femicidio no es una tarea puntual, aunque se puede prevenir y hay que trabajar en eso. La erradicación total sólo puede producirse a raíz de una transformación muy profunda de la sociedad.

¿Quiénes están fallando en la lucha contra la violencia hacia las mujeres?

Si nos preguntamos por nuestro continente, podríamos decir que todo el mundo tiene responsabilidades en las fallas que ha habido en la lucha contra la violencia hacia las mujeres. Somos las organizaciones de mujeres las que luchamos, sobrevivimos y nos organizamos para tratar de erradicar la violencia. Estamos tratando de cambiar la cultura patriarcal que se instala en los distintos países.

Los Estados están fallando. Hacen muchos gestos para quedar bien, los que luego no tienen un asidero muy serio en una práctica institucional que apunte a la erradicación del femicidio. Por ejemplo, el hecho que ante la presión que realiza el movimiento feminista para que se penalice la violencia contra las mujeres, para dejar de hablar de violencia intrafamiliar o doméstica, porque no es de eso de lo que se trata, es la violencia contra la mujer en todos sus ámbitos, los Estados aceleran aprobar leyes que penalizan el femicidio, para no penalizar precisamente la violencia contra las mujeres.

Por eso tenemos tantos países, incluyendo Chile, donde nada cambia, sólo el nombre del delito. Y está bien que se reconozca que hay un delito particular, pero obviamente en la mayoría de los países, incluyendo Costa Rica, la ley de femicidio no abarca todo. Y en cuanto se quita la presión, los Estados retroceden.

En general, identifico de parte del Estado, que los fracasos más graves tienen que ver con la seguridad y la justicia. Hubo una época dorada en los años ´90, donde se aprobaron muchas leyes relacionadas con la violencia intrafamiliar y esto generó una institucionalidad en materia de violencia que avanzó poco en garantizar seguridad y justicia. Se avanzó en cosas que luego es muy fácil quitar, y eso ha sucedido en Centroamérica, en términos de acceso a los servicios de salud, asesorías, albergues y programas en policías, que con los cambios de Gobierno simplemente han desaparecido.

Lo que nos pasó al movimiento de mujeres, y esa es la responsabilidad de la cooperación, es que en los años 90 y al principio de este milenio había mucho más recursos para trabajar formando mujeres, promotoras legales e incidiendo en las políticas públicas, pero la verdad es que después, la cooperación nos dejó solas. Entonces, para que alguien reaccione más allá de nosotras, es necesario que haya muchas mujeres muertas. Una escalada de femicidios, que si no es por las organizaciones de mujeres, nadie se entera.

Hay muchas cuentas que pasar tanto a la cooperación, como a los Gobiernos. En Centroamérica hay retrocesos muy importantes.

¿Cuáles son los escenarios más propicios para los femicidios?

En realidad los contextos y escenarios más propicios para asesinar a mujeres son todos aquellos en los que el tejido social se destruye. Tiene que ver con dictaduras, autoritarismo, represión, con el achatamiento de la sociedad, sus imposiciones en el mercado laboral y las lógicas de relación de las personas.

Lo que pasa en Mesoamérica lo vinculamos con que hay una presión muy fuerte para imponer su modelo de desarrollo, que en realidad busca una renegociación, en general, del pacto social. En esa renegociación las mujeres salimos perdiendo más de lo que pierden los hombres. Las mujeres en el mercado laboral estamos, pero en peores condiciones y somos absolutamente descartables.

La corrupción es peligrosa para las mujeres, porque implica estructuras muy violentas que permean la sociedad, pero que además cuentan con impunidad para actuar y las mujeres en ese medio son terriblemente desechables y fuera del interés en proteger.

Hay contextos más que geográficos. Lo veo en términos más temporales. Hay un incremento de los femicidios, de la violencia sexual. Hace un par de años los datos que teníamos era que el 10% de los femicidios se cometían con violencia sexual, ahora es el 25%. Las mujeres volvemos a ser campo de depredación sexual. Y más que verlo comparativamente entre países, se debe mirar como una tendencia histórica.

¿Cómo entendemos el ensañamiento de los hombres con los cuerpos de las mujeres?

Los hombres usufructúan un sistema cada vez más misógino. Cuando hay bonanza las brechas de género aumentan. Sólo participamos de las crisis. Todo esto termina significando una forma de perseguir a las mujeres en la sociedad, siendo cada vez menos valiosas. Cada vez más entendidas como proyectos a usar.

Lo que más identificamos es el uso de los cuerpos de las mujeres y sus espacios como lugares de venganza. Antes, por ejemplo, entre las mafias había códigos de conducta y resulta que con la lógica mercantil las mujeres somos blanco de venganza. Hay un pacto sexual en desfavor de las mujeres y de todas las minorías.

El ensañamiento con los cuerpos de las mujeres es una respuesta de la misoginia que existe en la sociedad. Entonces, cuanto más abajo están las mujeres, más se manifiesta el poderío masculino con un control absoluto, que no solamente invade el cuerpo y la vida de las mujeres, sino que también su imagen. Se instala un permanente derecho a sentirse que pueden castigar a las mujeres y mostrarlas como sujetas de segunda categoría.

¿Qué medidas se deberían tomar?

Cuando en Costa Rica, el 2005, ocurrieron 5 femicidios en 5 días seguidos, el shock fue tan fuerte que hubo cierre de filas de todo el mundo. Hasta los medios de comunicación cerraron filas, porque es claro que tienen su cuota de responsabilidad. Nos llamaron para saber qué hacer. Se creó un frente donde participaba todo el mundo. Es decir, estaban los tres poderes del Estado, las organizaciones de mujeres, y los medios de comunicación, todos salimos a decir lo mismo. El rechazo absoluto a los femicidios. Los asesinatos de mujeres pararon y se aprobó una legislación. Si hay una voluntad de que no se permitirá la violencia contra las mujeres, se genera una reacción en la sociedad.

En Costa Rica están bajando los femicidios y con ello nos hemos dado cuenta que en Nicaragua a las mujeres ya no las matan. Antes había una tasa altísima de femicidios en ese país y este es un mérito de las mujeres, no del Estado. Creo que hay cosas que se pueden hacer. Las mujeres tenemos que protegernos y apoyarnos. El Estado debe generar una política de seguridad que funcione. No se deben permitir agresores en los Gobiernos, ni impunidad para quienes son responsables de la protección de las mujeres. Se debe contar con presupuesto y el envío de mensajes claros a la sociedad .

 

 

 

maria antonietaMaría Antonieta Saa, diputada del Partido por la Democracia. PPD.

¿Por qué cree que siguen matando a las mujeres?

Porque las relaciones hombres y mujeres no han cambiado lo suficiente. Los hombres se siguen sintiendo dueños de las mujeres. El femicidio es la máxima expresión de la violencia de género.

¿Cómo se logra avanzar de una ley de violencia intrafamiliar a una ley de femicidio?

La primera ley de violencia doméstica la presentó la diputada del PPD, Adriana Muñoz. El Parlamento no entendía nada y producto de ello la ley quedó con muchas deficiencias. A raíz de esto y por la práctica existente en las organizaciones que atendían a mujeres víctimas de violencia, formulamos la modificación a la primera ley de violencia intrafamiliar, que logró zanjar algunos problemas, en términos de no exigir ratificar la denuncia, cambio de judicatura que se dio en los tribunales de familia y logramos poner el maltrato habitual como delito y su respectiva agravante.

Hubo un importante avance. Posteriormente, se presentó la ley que modifica el Código Penal y sanciona el femicidio, cuyo origen fueron dos mociones ingresadas a tramitación el año 2007 a la Cámara de Diputados y fue despachado por el Congreso en octubre de 2010.

Al presentar la Ley de Femicidio, alcanzamos su tipificación. Había conciencia en la sociedad sobre la violencia de género, de la cual ha sido promotora el movimiento de mujeres, dando cuenta de las víctimas de asesinatos a manos de sus parejas.

¿Cómo fue la discusión de la eximente de responsabilidad penal?

Fue una discusión muy larga. Tardamos 15 años en que pudiese ser incluida en la ley de femicidio la eximente de responsabilidad penal. La primera vez que lo presentamos fue votado en contra y no obtuvimos el apoyo necesario.

Finalmente, se logró avanzar en la Cámara de Diputados, luego en el Senado y en esa instancia fue vital el papel del Profesor Enrique Cury, quien fue partidario de poner la eximente de responsabilidad penal y explicar que su objetivo era evitar un mal grave para las mujeres víctimas de violencia, es decir, diferenciarlo respecto de la legítima defensa, puesto que para ser aplicada la eximente concurren requisitos distintos.

En ese sentido, valoro mucho que se haya cumplido la ley con Karina Sepúlveda. Al anularse el primer juicio, hubo una mala interpretación y celebro que haya sido absuelta.

¿Quiénes están fallando en la lucha de la violencia contra las mujeres?

Faltan muchas cosas. Una visión de género desde la primera etapa escolar, porque la violencia contra las mujeres en la educación, no ha sido considerada. En el currículo escolar se debería dar cuenta de las diferencias entre mujeres y hombres, ir planteado los temas que dicen relación con la igualdad y cuestionar el tema de los roles de género. Necesitamos un cambio cultural profundo.

Existe un problema de Estado. Los poderes ejecutivo y legislativo deberían impulsar reformas y políticas públicas que permitan frenar la violencia contra las mujeres. Falta movimiento y que la sociedad obligue a tomar otras medidas. No hay una suficiente conciencia de género.

¿Qué otras medidas se pueden generar desde el Parlamento?

Junto a la diputada Adriana Muñoz (PPD), hicimos un llamado al Presidente Piñera a licitar el brazalete electrónico para evitar femicidios. El brazalete es una medida indispensable, hoy día una mujer denuncia y tiene la orden de no acercamiento del victimario, es ella la que tiene que llamar a Carabineros para protegerse, esto sería un sistema automático, por eso es tan importante.

Siempre es posible generar nuevas medidas. Por ejemplo, no hemos tenido el apoyo suficiente en tipificar el acoso sexual, y una vez más dejamos en la indefensión a las mujeres. Tenemos que seguir presionando para que el proyecto se ponga en tabla y sea discutido.

 

 

 

loretoseguelLoreto Seguel, Ministra del Servicio Nacional de la Mujer. SERNAM

¿Por qué creen que se sigue asesinando a mujeres?

Lamentablemente este es un problema mundial, ya que responde a que aún se mantienen en nuestra sociedad inequidades de género arraigadas fuertemente en nuestra cultura donde el machismo aún impera, por lo que persisten masculinidades mal entendidas, todavía la mujer es tratada como un objeto, etc. En este sentido, el femicidio es la expresión más brutal de la violencia contra la mujer y de las desigualdades de género existentes.

Basta leer y analizar el reciente informe dado a conocer por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que señala cómo se reproduce esta violencia en todos los países y la han catalogado como una pandemia que debemos combatir con fuerza.

¿Qué le parece que Chile sea el 4° país con más femicidios de América Latina?

Efectivamente, se publicó recientemente un artículo en la prensa en el que se señalaba que Chile ocupa el cuarto lugar con más femicidios en América Latina y el Caribe. El informe utiliza cifras de 2011 y busca indicar la posición relativa de cada país en relación con este delito.

Hay que tener cuidado con el análisis, ya que para poder comparar la situación respecto de otros países, no se puede considerar solamente el número absoluto (40, en el caso de Chile para 2011). Hacerlo presenta varias limitaciones, al no considerar los distintos escenarios y magnitudes poblacionales de cada país.

No podemos hablar del número de femicidios en Colombia, que tiene aproximadamente 47 millones de habitantes, y compararlo con Uruguay, que tiene una población cercana a los tres millones, sin hacer un ajuste pertinente. En este caso, como la población es muy variada entre los países que se analizan, es necesario hacer comparaciones a partir de la tasa por cada 100 mil habitantes. Con eso en mente, Chile se ubica dentro de los cinco países con tasas de femicidios más controladas en la región (0,23 por cada 100 mil habitantes), situándose después de España, El Salvador, Perú y Colombia.

Además, no todos los países tipifican de la misma forma el femicidio y culturalmente entienden la violencia de manera diferente. Estos factores tienen que ser integrados en el análisis.

Desde 2009 el número de femicidios ha disminuido en un 38%, pero no descansaremos hasta que no haya ninguna mujer víctima de violencia intrafamiliar.

¿Cree que Chile responde a los estándares internacionales en materia y defensa de los DDHH de las mujeres?

Absolutamente, de hecho lo reconoce el comité de la CEDAW. El año pasado fuimos como Estado de Chile a defender nuestras acciones en los últimos 6 años, y la verdad que Chile fue reconocido como un país serio y que está implementando estrategias exitosas en la materia. En todos los foros de Mercosur, etc., Chile se presenta siempre como un modelo a seguir, ya que tenemos programas de cobertura nacional, en todas las regiones, y se le brinda atención, protección a la víctimas y además ahora se va a iniciar un modelo de prevención que creemos va a ser muy exitoso, ya que se le habla a los distintos públicos objetivos desde niños preescolares hasta jóvenes y adultos, educación terciaria universitaria, en sus códigos, en su lenguaje, a fin de que puedan prevenir tempranamente el flagelo de la violencia.

¿Cuáles son los principales avances y retrocesos de las políticas implementadas en violencia intrafamiliar?

Los principales avances son primero la consolidación de los centros de atención a mujeres, la creación de los centros para hombres por una vida sin violencia para intervenir en la causa del problema. Antes Chile no tenía atención para hombres que quisieran cambiar su comportamiento violento a diferencia de otros países, hoy ya los tenemos en todas las regiones de Chile. Un logro importantísimo han sido las nuevas tecnologías al servicio de la protección de las víctimas, tenemos un Fono Ayuda Violencia que cumple muy diversos roles como atención y orientación remota 24 horas, los 7 días de la semana, para llamadas desde cualquier punto del país, incluso desde celulares y de celulares sin saldo. Tenemos un seguimiento a las denuncias ante Carabineros a las mujeres que aceptan ser contactadas para apoyarlas y evitar la retractación. También tenemos un dispositivo botón de pánico para mujeres que están en riesgo y quiero destacar que esta práctica ha sido muy bien evaluada por parte del mecanismo de seguimiento de la Convención Belem Do Pará, y nos están invitando en agosto a Argentina para exponer del tema y realmente es una práctica que se quiere replicar en toda América.

Otro gran paso es toda la estrategia en terreno que se realiza a partir del segundo semestre del presente año, de apoyo a las víctimas junto con su red de apoyo, porque entendemos que es muy difícil que una mujer sea protagonista de su proceso reparatorio y de recuperación si está sola. Para eso es fundamental el apoyo y acompañamiento de gente cercana y en la cual ella confía como su familia, amigos, vecinos, etc. Nosotros estamos provocando este compromiso de la red de apoyo. Otro avance también es la acción en terreno con dirigentes/as comunitarios/as que son agentes multiplicadores en su medio para detectar tempranamente la violencia y ser protectores en su territorio. La mejor y más eficiente herramienta de cuidado y de protección hacia una mujer, es una sociedad alerta que la defiende en un momento de crisis o de agresión.

¿Qué medidas se proponen desde el SERNAM?

Seguir avanzando, creemos que vamos por el camino correcto en todas las estrategias mencionadas y, en nuevas áreas, como la trata de personas, considerando que el 80% de las víctimas son mujeres y niñas y estamos liderando este proceso, en conjunto con el Ministerio del Interior, justamente para garantizar que el enfoque sea humano y no un enfoque de seguridad pública.

Asimismo, estamos ahora propiciando la instalación de los centros de agresiones sexuales para mujeres adultas, ya sean víctimas actuales o pasadas, esté o no prescrito el delito con el fin de apoyarlas y que puedan recuperar su vida. Se sabe que estos procesos son muy lentos, una mujer se puede demorar entre 10 y 20 años en poder reconocer el abuso y nosotros creemos que esto es un gran avance y lo que necesitamos son más recursos y eso es lo que estamos solicitando en el presupuesto.

Además, estamos con un proyecto muy innovador que busca la sensibilización en terreno en zonas de pueblos originarios con monitoras que hablan la lengua de estas etnias, por lo tanto con pertenencia cultural a fin de poder también intervenir allí en que el problema de violencia es muy agudo.

Por otra parte, el Ejecutivo envió un proyecto de ley al Parlamento que busca incorporar en la ley de violencia intrafamiliar la violencia en el pololeo, la violencia económica y sexual, mejora las medidas cautelares, entre otros.

 

 

 

 

pachitoledoPatsili Toledo, abogada e investigadora de la Universidad de Barcelona.

¿Por qué crees que se siguen matando a las mujeres?

Hay asesinatos de mujeres, pero no es que en términos globales se esté incrementando el número, aunque no disminuyen. El hecho de que no disminuyan significa que en términos relativos están aumentando. Esto se explica porque, a nivel planeta, los homicidios están descendiendo con el paso de los años, aunque sabemos que hay países en situación contraria, pero los asesinatos hacia mujeres en particular, en la esfera privada, se mantienen constantes. No ha cambiado.

Efectivamente, se mantienen situaciones que ponen en peligro la vida de las mujeres de una manera específica. Por ejemplo, los países que tienen situaciones de alta violencia, como es el caso de Centroamérica y algunas regiones de México, la violencia armada, maras (organizaciones transnacionales de pandillas criminales asociadas) crimen organizado, etc., está generando un impacto directo en incrementar asesinatos de mujeres en contextos bien específicos que tienen características mas crueles y simbólicas.

Hay un fenómeno global que todavía no se logra resolver, menos cambiar la tendencia a los asesinatos de mujeres en las relaciones de pareja, pero además se están generando otros contextos y escenarios, parecidos a los de guerra, en donde aumentan los asesinatos de mujeres cometidos por desconocidos también.

Hay teorías que señalan que el que se mantenga los asesinatos de mujeres o que incluso se incrementen, tiene que ver con la mayor autonomía de las mujeres en relación a la que tenían hace 100 años. Autonomía que desafía al orden patriarcal y que genera respuestas violentas para re-establecer «el orden» de alguna manera.

¿Cuáles son los escenarios más propicios para asesinar a mujeres?

Los asesinatos se producen en ciertos contextos, hay algunos que los favorecen aún más. En países donde los sistemas de justicia no están funcionando, la impunidad de los asesinatos favorece que haya más crímenes porque hay una suerte de no dar respuesta, de no considerar que los femicidios sean asuntos importantes. Es decir, la impunidad alimenta más crímenes.

En los países donde hay mucha impunidad, porque los sistemas de justicia o judiciales no funcionan, aumenta la posibilidad de matar mujeres. Se dice que por algo será que se mata a las mujeres, porque eran prostitutas, porque algo hicieron, que es la explicación más generalizada para no darles la importancia a los casos de femicidio.

¿Quiénes están fallando en la lucha contra la violencia hacia las mujeres?

Los que están obligados son los Estados y estos son los que fallan en todo nivel. No es sólo una falla de los sistemas de justicia, también es una falla de todos los servicios sociales, de salud y educativos que debieran ser claves en la detección y en la atención de la violencia antes de que llegue a convertirse en un femicidio. Estas son falencias graves porque los asesinatos de mujeres, al menos los que se producen en la esfera de las relaciones de pareja, sí pueden ser prevenidos efectivamente si se hacen las gestiones tendientes a detectar los casos, evaluar la gravedad de la violencia y poner medidas de protección cuando las mujeres así lo requieren.

El ente obligado en términos generales a responder frente a la violencia y prevenirla son los Estados. Por lo tanto, ellos son los responsables de este fracaso. Por cierto que también involucra a más actores de la sociedad, que debieran estar unidos en la lucha contra la violencia de género. Tal es el caso de los medios de comunicación que, en general, no contribuyen demasiado a cambiar los estereotipos o mostrar otras imágenes de las mujeres, o la misma manera en la que se informan los asesinatos de mujeres, no siempre es la más adecuada, sino que al contrario. Hay muchos otros factores que también se deben tener en cuenta.

¿Qué medidas se deberían tomar?

Hablar de medidas en términos globales es difícil. Las realidades de los países no son tan parecidas o comparables como quisiéramos. Las medidas que son necesarias en Honduras, no son las mismas que se necesitan en Chile o en España.

Hay un fenómeno que tiene características parecidas en todo el mundo, pero los factores específicos que están influyendo en cada país y que alimentan los femicidios no son iguales. El tema de planear recetas universales no es una buena idea, sin embargo, el enfocar en los diversos niveles la importancia de la atención, sobre todo previo a que se produzcan los asesinatos de mujeres, la detección oportuna, servicios sociales, de salud y educación es fundamental. El problema es que en la medida que se debilitan estos servicios en los distintos países, se pierde la herramienta que tiene el Estado, precisamente, para detectar y prevenir los asesinatos de mujeres.

Luego está el tema de cómo se pueden generar medidas en caso de que se haya detectado violencia y que se evalúa que hay riesgo de asesinato, se tiene que implementar medidas de protección adecuadas y que no revictimicen a las mujeres, es decir, medidas de alejamiento que sean efectivas y todo lo que haga falta para garantizar la vida de las mujeres que están siendo amenazadas o esté potencialmente en peligro. Esto sirve en países como Chile, Argentina o España, donde la mayor parte de los asesinatos de mujeres se produce en el ámbito de las relaciones de pareja o ex parejas, pero en los países donde la mayor parte de los asesinatos de mujeres son cometidos por desconocidos o están en situaciones de alta violencia, como por ejemplo en Centroamérica, las estrategias para responder a eso también tienen que ver con políticas mucho más generales o con fortalecer el control de armas.

También creo que la lucha contra el narcotráfico ha generado el contexto violento que ha permitido la violencia contra las mujeres en muchos países. Eso requiere pensar en estrategias tales como, si es necesario regular el comercio de drogas por el impacto que eso tendría en la reducción contra la violencia, en general, y en particular, con las mujeres. Hay muchos otros temas que son más macro, que no son precisamente de «género», sino que son sociales y que tienen un impacto desproporcionado en el caso de las mujeres y deben ser abordados como parte de la política para erradicar los asesinatos de mujeres y frenar los femicidios. Los contextos tienen efectos particulares sobre la violencia hacia las mujeres.

 

 

 

tvaldesTeresa Valdés, Socióloga y Coordinadora del Observatorio de Género y Equidad.

¿Por qué crees que se sigue matando a las mujeres?

La violencia contra las mujeres ha sido uno de los resortes para sustentar un orden de poder que privilegia a los hombres. En tiempos de crisis del orden, puesto que el siglo XX fue de gran avance para las mujeres y cambió su posición en la sociedad, existe una necesidad de volver y recuperar el orden que está casi en el inconsciente, uno de sus mecanismo es la violencia hacia las mujeres.

El femicidio es la expresión última, el final de una cadena de violencia que está en el conjunto de la sociedad, que ha llevado a hablar incluso, de microviolencia. Es el avance de las mujeres, es su salida a la calle, es la ocupación de los espacios públicos, la disputa por recursos simbólicos y de poder, lo que hace que se siga matando mujeres.

¿Qué balance hace de las campañas contra la violencia hacia las mujeres que ha impulsado el actual Gobierno?

Las campañas no han ido al núcleo del problema. La idea de que son las mujeres las que no denuncian, pone la carga sobre ellas y no en la sociedad. Hay una mala visión de cuál es el problema o cuáles son las causas.

La violencia en el «pololeo» (noviazgo) también ha sido tratada de manera muy parcial. Abordar el tema de la violencia tiene que ver con instalar la problemática en la sociedad, y si bien se ha avanzado mucho en situar su rechazo, también es tarea de todas y todos que esa violencia no se reproduzca. Violencia que parte en la más tierna infancia con el sexismo y la reducción de las niñas a cierto tipo de roles y conductas.

Estamos, además, frente a una sociedad que no ha desarrollado mecanismos de solución de conflictos en los espacios comunitarios y/o privados, en general en las relaciones de poder, como son las relaciones entre mujeres y hombres.

Una campaña tiene que asumir las dificultades que tiene una sociedad para resolver sus conflictos. Cuando la violencia se transforma en la única manera para resolver los conflictos, la frustración de lo que es un orden en crisis, donde los hombres no están pudiendo desarrollar sus proyectos como lo pensaban o que la sociedad no está dando las oportunidades que tienen como expectativa, esto también se extiende a los jóvenes en el pololeo.

Desde mi punto de vista, las campañas no apuntan a nudos estratégicos de cómo se puede prevenir la violencia. Y si bien los avances son considerables, si se compara el rechazo a la violencia de hoy a lo que había en el año ´90, se mantienen estas expresiones y no se ha logrado diseñar acciones estratégicas que desmonten el mecanismo de poder abusivo en su conjunto.

¿Cuáles son los principales avances y retrocesos?

El avance más impresionante es, al menos en el discurso, el castigo y la sanción a la violencia contra las mujeres. Cuando en el año´90, propusimos este problema como núcleo central para el programa del nuevo gobierno democrático, era un tema totalmente nuevo.

Tuvimos la primera ley contra la violencia en 1994, y quedó la violencia como «falta», pero la discusión en el Parlamento fue lamentable: no faltó el diputado que hizo bromas con la necesidad de mantener a las mujeres en su lugar. La ley de 2006 tiene una figura que penaliza el «maltrato habitual», es la manera que el país encontró para sancionar la violencia contra las mujeres, pero deja fuera numerosas expresiones de violencia que siguen en la justicia civil.

Por otra parte, son leyes que no están financiadas para que sean eficaces. El Gobierno de Sebastián Piñera hizo un «plan nacional» que no opera en la coordinación con los servicios y sus recursos para que efectivamente se dé la prevención, la detección precoz y el acompañamiento. Está claro que son insuficientes las casas de acogida y los programas de información. Más bien se visibiliza un tema que antes se resolvía y quedaba escondido puertas adentra, que la sociedad misma contenía por la vía de la represión. Al mismo tiempo, hay un crecimiento de las necesidades que va más rápido que lo previsto cuando se hizo la ley. No hay relación entre las necesidades y la oferta de servicios. Sólo algunas comunas tienen un centro de información y apoyo.

¿Quién está fallando en entregar mayores medidas de protección para las mujeres?

Falla la sociedad en su conjunto. Cuando un Gobierno no pide los recursos, cuando un Parlamento no entrega esos recursos, no hay una conciencia de cómo se encadenan los fenómenos. Lo que se está haciendo es insuficiente y cabe la pregunta ¿qué es lo que está pasando? Hay problemas relacionados con la información. También hay modelos que se han desarrollado para la detección precoz de la violencia a nivel de salud, pero que no sabemos si se siguen implementando. Hay un descuido con el tema de la violencia contra las mujeres.

No es tarea sólo del Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM). Es un tema integral que requiere intervención con políticas públicas integrales porque es un tema que parte desde la sala cuna.

¿Qué medidas propone desde el Observatorio de Género y Equidad?

Se han realizado sucesivamente propuestas. Se planteó en el Gobierno de la ex Presidenta Bachelet, en el Plan de Igualdad 2010-2020, la necesidad de avanzar desde la violencia doméstica hacia la «violencia de género», porque pareciera que ésta se da sólo en el contexto de la familia o de las relaciones de pareja. Hay otros espacios donde se produce la violencia de género, cuyo único fundamento es el hecho de ser mujer. Lo que está detrás es que sufres violencia por el hecho de ser mujer y eso se da en la política, en la economía, en el tráfico de personas y de drogas, es decir, en todos los planos. La violencia puede ser física, simbólica, que se asocie con maltrato en el trabajo o acoso sexual en el ámbito laboral, o como botín en los casos de conflictos armados. En las relaciones de poder que hay en la sociedad, el género está siempre presente. Hay un montón de experiencias que se relacionan con la violencia de género que no están visibilizadas.

Cuando una sociedad genera tantas frustraciones, es tan desigual, la violencia contra las mujeres pareciera ser un tema blando, secundario y, sin embargo, está engranado en la columna vertebral de todas las violencias y desigualdades. En una cultura de abusos como la que tenemos, se aspira es a tener relaciones igualitarias y de respeto para todos, no sólo para hombres y mujeres.

A nivel de políticas públicas se puede hacer mucho en términos de formación de recursos humanos, de capacitación, también en cómo el sector público se compromete activamente con estos temas. Las instituciones públicas mismas deberían ser un patrón o modelo de buenas prácticas en estas materias. Y, políticas específicas, como el aumento de la red de atención y de la prevención.

También hay que hacer una reflexión sobre qué otro tipo de sanción puede haber que signifique, además del acompañamiento y trabajo terapéutico, por ejemplo, penas de trabajo comunitario para los agresores. Muchas veces las mujeres no denuncian porque piensan que se van a quedar sin el proveedor. Esta es una realidad que pasa en toda América Latina. En otros lugares los programas son muchos más activos hacia la incorporación de los hombres golpeadores a programas de este tipo. Lo más importante es la sanción social y la penalización con trabajo comunitario y otros equivalentes, visibilizan la condición de agresores de esos hombres.

Para mí el núcleo duro pendiente es el de la justicia, porque no se garantiza la seguridad de las mujeres y estas siguen muriendo incluso existiendo medidas de protección.


 

  • Revisar los siguientes anexos:

Plan Nacional de Acción para la Prevensión de la Violencia Intrafamiliar en Chile (Septiembre 2011-Agosto 2012)

Plan Nacional de Violencia Intrafamiliar en Chile (Noviembre 2012-Diciembre 2013)

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