Yiniba Castillo, feminista y migrante venezolana: “El dolor de la frontera se lleva en el cuerpo todo el tiempo”

Yiniba Castillo, feminista y migrante venezolana: “El dolor de la frontera se lleva en el cuerpo todo el tiempo”

Por Macarena Segovia Quinteros

Llegó a Chile en 2016, con la primera ola de venezolanas y venezolanos que empezaban a migrar masivamente. Si bien no se reconocía como parte de ese flujo, ya que venía con el objetivo de estudiar, con los años se fue dando cuenta de que sí tuvo que salir de Venezuela para proyectar su vida académica y en familia. Yiniba Castillo, es investigadora especializada en diáspora venezolana, mujeres y migración. Co-fundadora de Fundación Proyecto Mujeres en Venezuela y Fundación Mujeres Migrantes en Santiago de Chile.

Es cientista política y desde esa vereda, mientras estudiaba en Venezuela se adentró en el feminismo: “Hicimos una organización feminista y empezamos a trabajar con mujeres jóvenes, adolescentes y adultas jóvenes. Trabajamos temas de educación y salud sexual y reproductiva porque en Venezuela había una escasez de anticonceptivos muy importante que no se estaba hablando en los medios de comunicación”, dice.

Al llegar a Chile también comenzó a tener redes en ese mundo, encontrando un vacío. Dice que a pesar de que el feminismo está organizado y hasta “años luz de lo que estaba en Venezuela, este parece no estar incluyendo, visibilizando, las situaciones de las mujeres migrantes”.

Recuerda que en ese momento las organizaciones de migrantes de Venezuela estaban enfocadas en temas comerciales o de influencia en las políticas públicas, pero no encontró organizaciones de mujeres migrantes, aunque sí fue conociendo otras con el tiempo. Tampoco había una conversación fluida con migrantes de otras nacionalidades como bolivianos y peruanos.

“Chile está muy lejos de Venezuela, la migración inicial en Chile es la migración económicamente acomodada entonces no estaba tan interesada en este tipo de activismo, y en segundo lugar nosotros, las desplazadas políticamente (entre comillas) estábamos huyendo de un gobierno de izquierda que, al llegar, a Chile nos encontrábamos con un gobierno de otra izquierda”, dice.

Habla con ellas

“Estaba con un poco de curiosidad con lo que estaba pasando con las mujeres migrantes acá”, recuerda. Su principal objetivo era hablar, conocer sus distintas realidades.

Pamela Astudillo también de la Fundación Mujeres Migrantes, le sugirió expandir esa conversación a más mujeres migrantes, de otras edades. Empezaron haciendo convocatorias vía redes sociales y poniendo carteles en las calles. La fórmula de convocatoria y la posibilidad de tener tiempo para dedicar a las actividades fueron un filtro para enfocar las entrevistas en mujeres que tenían una realidad similar a la de Yiniba.

«Nadie quiere trabajar con las mujeres que en efecto tienen algunos privilegios, porque tienen educación universitaria, porque tienen familiares que las pueden ayudar en una situación de crisis económica, pero que, por otro lado, están pasando por una pobreza transitoria y que su salud mental se está viendo muy afectada por la situación de migración. Es un cambio muy importante en su autopercepción como individuos, que también las ponen en una situación de riesgo en cuanto a violencia de género

Generaron una red de mujeres y un cúmulo de antecedentes que les ha servido para visibilizar y sostener distintas problemáticas que han sufrido como mujeres migrantes. “El año pasado levantamos el problema que significaba la tardanza que estaba teniendo el gobierno con la aprobación de visas de turismo”, dice.

A esto se suma el apoyo que brinda la red para la «asistencia de personas que están enfermas dentro del país y que no tienen a nadie”, dice. “Cada vez que alguien necesita un medicamento o un coche nuevo o algo, siempre podemos volver a la red para pedir esa ayuda y eso cuando llegas a un nuevo país es invaluable», agregó.

Migrar es más duro

“Ser mujer migrante es llevar la frontera encima, el dolor de la frontera se lleva en el cuerpo todo el tiempo”, dice Yiniba Castillo.

«Cuando eres migrante muchos son los detalles que te están revelando todo el tiempo frente a los chilenos. En mi caso, soy de piel morena y mi modo de andar, mi modo de vestir, de conversar con las personas es de repente cercano, es caribeño, ¿me entiende? Yo no sabía que era caribeña hasta que llegue a Chile, pero ahora me entero que ser caribeña tiene una forma de verse y que eso en la calle me revela como otro. Es muy doloroso saber que todo el tiempo te estás revelando como otro y que eso hace que surjan todos estos prejuicios

– ¿Como por ejemplo la asociación a la delincuencia?

«A las mujeres no nos afecta tanto como a los hombres, esto de ser delincuentes, pero nosotras tenemos que cargar con el ‘es prostituta’, o más bien los hombres creen que eres una cazafortunas, que estás aquí puro buscando con quién casarte. O, por ejemplo, que estoy más dada a las relaciones sexuales, que soy más caliente, y a todas las violencias a las que eso podría exponerme: sexual, acoso callejero, en el trabajo.»

«Esto lo hemos escuchado repetidamente en las conversaciones con mujeres, quienes relata que hombres en posición de jefatura se aprovechan de las mujeres que tienen a su cargo, usando las herramientas de trabajo, usando también la precarización económica para someter. Hombres que empiezan a seducirlas y si no cedo a esto podría quedarme sin trabajo, y me quedo sin trabajo, me quedo sin casa y demás”, explica la cientista política.

A las anteriores revelaciones, se suma la precarización que sufren las mujeres que intentan migrar en la actualidad. Una realidad que no está lejos de los círculos de mujeres migrantes entrevistadas por la iniciativa de Yiniba: “Termina sucediendo que las personas que pasaron por esos pasos inhabilitados de repente son la madre o el hermano de las mujeres que acudieron a nuestros círculos de conversación. De esa manera hemos llegado a esas personas, porque estas mujeres cuando necesitan la ayuda, es de repente y no es para ellas mismas, sino que para estas otras personas”, dice.

La diferencia entre estas personas y su experiencia como mujer migrante es sólo una: el tiempo. “Yo tengo familia que ha pasado por pasos inhabilitados y la diferencia entre mi familiar, mi prima, mi primo, es que ellos cruzaron más tarde y lo hicieron entonces de forma más precarizada”, agrega.

Migración: la manzana de la discordia

La migración venezolana se ha convertido en un tema político”, acusa la cientista política:

«Incluso decisivo a la hora de una elección, se nos ha usado para inducir el voto por uno o por otro lado, terminamos siendo como la manzana de la discordia. En las últimas elecciones el candidato de la derecha amenazaba a las organizaciones que ayudaban a las personas migrantes con declararlas ilegales, imagínate lo grave de esto en democracia. Era un espanto. Pero por otro lado tenemos al gobierno actual, al que parece que fuera muy conveniente no hablar sobre la migración venezolana, y que si va a decir algo, ojalá sea en contra, porque si no se te puede venir encima el electorado

Para el nuevo gobierno – dice Yiniba – “lo más importante ha sido los derechos de la ciudadanía y se entiende, pero allí no entran las personas migrantes”. Según su visión, en Chile se permite que entren las personas migrantes, que accedan a derechos, “pero no quiero que sean iguales a mí”.

Asegura que “si en Chile se agrava la situación de inflación, la precariedad laboral… nosotros vamos a hacer los primeros afectados, los primeros a los que se va a mirar y se va a decir que los culpables son ellos y seremos los primeros en salir corriendo, ya hay mucha gente saliendo de Chile precisamente por esta situación que ya se está dando”.

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