El impuesto de la crisis se paga con la vida de las mujeres

El impuesto de la crisis se paga con la vida de las mujeres

El coronavirus Covid 19 ha alterado dramáticamente la vida de toda la población del país. Con más de 15 mil casos confirmados y más de 200 personas fallecidas, las medidas de prevención de distanciamiento social y uso obligatorio de mascarillas, suspensión de clases de jardines, colegios y universidades, cierre del comercio no esencial y cuarentenas obligatorias en diversas comunas, la vida se ha vuelto un desafío objetivo y subjetivo para todas las personas.

En el caso de las mujeres, la pandemia está cobrando un elevado “impuesto”, sea que estén con empleo –presencial o a distancia- o sea que estén desempleadas. “Impuesto” que se paga en trabajo no remunerado, asociado a la carga de las tareas de cuidado, variables según la edad y condición familiar y socio-económica de cada mujer.

Al miedo de contraer una infección para la que aún no existe tratamiento, ellas o alguien en su familia y entorno, y caer al hospital, se suman otros miedos, el miedo a perder el trabajo en aquellas que tenían contrato, incluso cuando teletrabajan, el miedo al hambre en las trabajadoras informales o que carecían de contrato y fueron despedidas, pero también el miedo a la violencia de pareja, el miedo al fracaso escolar de hijas, hijos e hijes si no tienen los medios para que sigan clases en forma virtual o si ellas no cumplen adecuadamente su rol de supervisoras pedagógicas.

El ambiente general es de desconfianza e inseguridad, desconfianza en las autoridades, en la información “oficial” y en las medidas implementadas, como lo revelan diversos estudios. Recientemente, la encuesta de Data Influye reveló que el 40% de las y los encuestados tiene poca confianza en la información entregada por el gobierno y el 31%, ninguna confianza. De las mujeres encuestadas, 12% siente miedo, 21% siente angustia, 33% intranquilidad y 30% ansiedad, todos sentimientos que dan cuenta de cómo está pesando la vida cotidiana. Su percepción de la gravedad es superior a la de los hombres, 44% considera que es más grave que lo que esperaban y 38% en mucho más grave, superando en 8% a los hombres. Al mismo tiempo, su pesimismo es mayor: para el 38% de las mujeres, la economía tardará en recuperarse en más de 2 años, con 10 puntos de diferencia con el porcentaje de hombres que piensa igual.

En un país en que el 42,4% de los hogares está encabezado por una mujer (CASEN 2017), que representan casi el 50% de los hogares del quintil más pobre y el 9,2% bajo la línea de pobreza, en que un tercio de las mujeres carece de ingresos autónomos, cuando su ingreso promedio no alcanza a los $ 300.000, y sólo $ 120.00 en el quintil más pobre, con una brecha reconocida de 22% promedio con los ingresos de los hombres, a pesar del incremento de la participación en la fuerza de trabajo que llega a su punto más alto, con el 48,9%, tienen razón las mujeres de sentir miedo, inseguridad, angustia.

Además, asistimos a una superposición de roles con las y los niños sin colegio, el trabajo doméstico y de cuidados, sumado al teletrabajo, cuando puede hacerlo. Si en condiciones normales, en un día tipo, de acuerdo con la encuesta de uso del tiempo (2018), una mujer utiliza 5,8 horas en trabajo no remunerado, frente a 2,59 horas utilizadas por un hombre, esta ecuación se ha desbalanceado aún más. Ha desaparecido el tiempo libre, para la vida social, para actividades de esparcimiento y el autocuidado.

El confinamiento y la inseguridad han traído una agudización de las tensiones, de las dinámicas de agresión y violencia en muchos hogares y, si bien, las autoridades no han entregado información sistemática al respecto, las mujeres están pagando una dura cuenta en violencia de pareja.

Frente a esta situación, que se extiende por más de 6 semanas, como Observatorio de Género y Equidad, hemos querido profundizar en los ámbitos más sensibles o de mayor vulnerabilidad de las mujeres, vulnerabilidad en el sentido de vulneración de sus derechos económicos y sociales, al trabajo, a la salud, su derecho a una vida libre de violencia. Convencidas de que enfrentar esta crisis requiere de un trabajo mancomunado del Estado –en el nivel nacional y en el nivel comunal- que acerque a las mujeres las respuestas a sus necesidades, preguntamos qué ha sucedido a nivel territorial.

En este Boletín incluimos cuatro reportajes sobre esos temas más urgentes, con entrevistas, columnas de opinión, información de prensa y sobre iniciativas y recomendaciones del ámbito internacional, pero también de las organizaciones feministas que no han dejado de movilizarse para dar a conocer las urgencias que están viviendo distintos sectores de mujeres.

 

Silvana del Valle de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres y COVID-19: “Todas vamos a vivir violencia, no sólo aquellas que puedan ser agredidas físicamente”

Por Valentina Silva

De acuerdo al recuento de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, a la fecha se registran 12 femicidios. En este escenario, el Ministerio de la Mujer pide a las mujeres que están viviendo violencia, contactarse al 1455 para que puedan ser orientadas y recibir ayuda. La atención telefónica será reforzada incluyendo la de los Centros de la Mujer y casas de acogida, que estarían cien por ciento operativas. También se intensificará la coordinación con Carabineros y la Policía de Investigaciones.

Pero para la abogada de la Red, Silvana del Valle, estas medidas con insuficientes puesto que “el Ministerio de la Mujer ha reaccionado y no accionado, incrementando la tensión en el número 1455, sin  considerar las advertencias y reclamos que vienen desde mucho antes. Hemos sido las organizaciones feministas las que han salido nuevamente a la palestra, dando otras estrategias y sugerencias para las mujeres y las niñas que estén sufriendo este tipo de agresiones tanto físicas como psicológicas”.

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Mujeres en cuarentena, los embates de la crisis sanitaria en Chile

Por Catalina Arenas Ahumada

Durante las últimas semanas, algunas han cuestionado las medidas que el gobierno de Sebastián Piñera ha decretado ante el arribo a Chile del COVID-19. Desde la vocería en La Moneda, se ha dicho que este nuevo estado de excepción constitucional de catástrofe es transitorio y cambiante, que cada día se evalúan las medidas y que progresivamente se anunciarán otras. Hasta ahora, todo en evaluación por el bien superior del país para enfrentar la mayor crisis sanitaria de los últimos 100 años.

Siéntese, lea y entérese cómo esta emergencia incide  gravemente en la vida de las mujeres. Vecinas de distintas comunas de la Región Metropolitana y otras localidades, hablan conmovidas por los daños colaterales que traen las acciones impuestas por el Ejecutivo y acatadas por los municipios.

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COVID-19: Alerta por la salud y derechos sexuales y reproductivos de mujeres y niñas

Por Valentina Silva Zambrano

La crisis sanitaria puso en la primera línea a médicas, médicos, enfermeras y enfermeros como el grupo humano que enfrenta la expansión del COVID-19. En Chile, un 74% de la población técnica y profesional de la salud son mujeres. Y recién en mayo de 2017, y luego de siete décadas, por primera vez el Colegio Médico de Chile cuenta con una mujer en la presidencia, Izkia Siches. Entre 1949 y 2017 “siempre los presidentes fueron hombres, blancos y en su mayoría conservadores. Y yo soy mujer, joven, de izquierda, morena, de Arica, medio Aymara, con los ojos achinados, crecida en Maipú, educada en un colegio picante que nadie conoce”, se auto reseñó Siches en una entrevista al diario La Segunda.

Cuando una pandemia como el COVID-19 paraliza al mundo y las rutinas que parecían costumbre se detienen, este grupo de personas trabaja exhaustivamente para ojalá detener la emergencia sanitaria: el personal de salud cuida a las personas contagiadas por la enfermedad, y día a día lucha por mitigar su impacto con la finalidad de evitar que los hospitales y otros centros de salud, colapsen.

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Los derechos laborales en la pandemia COVID-19: Cuerpos de mujeres para sostener la crisis

Por Daniel Meza Riquelme

Las voces de las mujeres trabajadoras, sindicalistas y académicas convergen en un mismo diagnóstico: la actual crisis laboral de las mujeres no es un problema generado por la pandemia del COVID-19. Este vino a acelerar la precarización y el abuso laboral. Es un problema estructural, en que miles de mujeres viven discriminación de género e informalidad laboral.

Porque en la actualidad las mujeres representan el 48,5 % de la fuerza de trabajo formal. Pero “si una observa los empleos de los últimos diez años ocupados por mujeres, el 60% de ellas desarrollan funciones en puestos con altas probabilidades de precarización. Un 30% son asalariadas externas. Es decir, no tienen un contrato directo con la empresa a la que prestan servicios. El otro 30% son de cuenta propia, de baja calificación y a tiempo parcial«. Analiza Francisca Barriga, investigadora de Fundación Sol.

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