Diva Millapan de la Red de Mujeres Mapuche: “Mientras pido autonomía, no puedo dejar que una lamngen esté siendo violentada”

Diva Millapan de la Red de Mujeres Mapuche: “Mientras pido autonomía, no puedo dejar que una lamngen esté siendo violentada”

Por Macarena Segovia Quinteros

Diva Millapan afronta con pasión y entrega cada momento que le ha tocado vivir. Mujer mapuche y feminista, resistió durante la dictadura siendo parte de Ad Mapu y a través del teatro, contando historias de su pueblo en comunidades mapuche rurales. En la ciudad, hizo talleres a trabajadoras de casa particular y se organizó, dando origen a la Red de Mujeres Mapuche. Ha pasado su vida peleando, por su pueblo y por las mujeres, en una lucha que reconoce la ha fatigado. “Yo me canso, pero por unos minutos, no más”, dice.

La Red de Mujeres Mapuche nació en 2012 como un espacio de encuentro, reflexión y formación para mujeres mapuche. El 8 de marzo de 2013 visibilizaron las múltiples violencias y discriminación que viven por su género, por ser indígenas y pobres; denunciaron la violencia física y psicológica de las que son víctimas en los allanamientos a las comunidades, y calificaron de “genocidio sociocultural” la persecución y encarcelamiento de las Machi. Años después, la situación no ha cambiado. A pesar de que la organización ha crecido, la violencia y discriminación contra el pueblo mapuche no han disminuido, y ante los actos de racismo el “pueblo chileno no ha estado a la altura”, según Millapan.

El 2 de agosto pasado un grupo de civiles llegó dispuesto a desalojar la toma de la Municipalidad de Curacautín realizada por comuneros mapuche como forma de apoyo a los presos políticos que llevaban casi 100 días en huelga de hambre. “El que no salta es mapuche”, comenzaron a gritar, mientras le pedían a Carabineros que los dejaran actuar. Horas después, la toma fue violentamente desalojada por las Fuerzas Especiales de Carabineros junto a los civiles.

“El Gobierno de este país no condenó tajantemente los actos racistas de Curacautín y no se vio a los partidos políticos”, destaca Diva Millapan, quien agrega que ante el llamado a salir a las calles que hizo el pueblo Mapuche, quienes respondieron fueron principalmente las feministas autoconvocadas. “Encuentro que el no haber condenado esto tan fuertemente, te dice cómo estás tú, es el termómetro con el que yo puedo medir, cuánto es lo que pesamos para el pueblo chileno, porque molestó mucho lo que pasó en Estados Unidos, pero acá no pasó nada”.

La mujer mapuche sigue siendo violentada y objeto de estigmatización. En medio de las manifestaciones por los presos políticos, en una comunidad de Ercilla, dos mujeres mapuche aparecieron muertas, según el Ministerio Público. Iris Quiñilen y su hija se habían suicidado. De inmediato, en las redes sociales se sembró la duda respecto a sus muertes, la experiencia en otros casos, como el de la activista medioambiental y mapuche Macarena Valdés, cuya familia lleva años tratando de probar que fue asesinada y no se suicidó. Pero el caso de Iris Quiñilen y su hija parece ser diferente, a pesar de que la familia respaldó la versión del suicidio, se inició una campaña y hasta se hizo circular imágenes de otras mujeres mapuche con el objeto de visibilizar el caso. Una de estas fotos era Diva Millapan y su hija, Yanka Millapan.

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Yanka Millapan, integrante de nuestra organización aclara la confusión y error que existe en la foto que ha circulado donde aparece con su madre Diva Millapan, en la cual se les asocia a las lamgen que fallecieron Iris Rosales Quiñilen y su hija.POR FAVOR COMPARTIR!Muchas gracias 🙏🏾🍃

Publicado por Red de Mujeres Mapuche en Lunes, 10 de agosto de 2020

 

“Toman una foto, como un objeto cualquiera y soy una persona, y alteraron una foto, eso te demuestra cómo se utilizan. Yo llegué a decirle a uno, que baje la fotografía y me decía: ‘por qué la voy a bajar, por qué te tengo que creer a ti’. Son gente que supuestamente apoya, gente que está contigo, con el pueblo. Entonces no hay cómo darle en el gusto y la manipulación y utilización de tu imagen, como mujer de un pueblo, la usan y la usan y la vuelven a usar, y eso no lo harían con alguien que fuera a poner una demanda. Eso es menosprecio hacia una, me molesta que te utilicen y demos explicaciones y ni siquiera las tomen”.

“No hacen el análisis de por qué no se podrían haber suicidado ¿Por qué las mujeres mapuches no nos suicidamos? Si el pueblo mapuche es igual a otro pueblo, tenemos sentimientos. Una persona tiene un problema mínimo de depresión, con balacera, con asesinatos de jóvenes, con allanamientos, bombas lacrimógenas, están en un lugar que no es acogedor. Nadie se ha puesto a pensar que las personas que están ahí, están estigmatizadas, viven con una depresión enorme, que hay niños que no quieren ser mapuche, que no quieren ser de Ercilla. Me está golpeando mi marido, soy mujer mapuche, ¿voy a ir donde el paco que está atacando la comunidad? (…) Tanto les cuesta entender que una persona que vive ahí en la pobreza, violencia estatal e institucional instaurada, y que nadie cuestiona si se pueden suicidar, que ya no dan más”, dice Millapan.

Ser mapuche feminista

Hija de padre mapuche y madre chilena, Diva Millapan se crió en una comunidad mapuche rural en Panguipulli. Su madre dejó el hogar tras separarse, por lo que pasó largo tiempo bajo el cuidado de su abuela. “Mi abuelita tenía ese cuidado de decirnos: estudie, la plata es suya y es para usted, sea independiente, no va a andar ahí pidiéndole plata al marido para comprarse ropa interior, eso no corresponde”, recuerda Diva, quien, a pesar de los intentos, tardó años en estudiar Trabajo Social. Recuerda que al salir del colegio quería ingresar a la Universidad de la Frontera, “pero no me daba”, al igual que otros jóvenes mapuche, “había un problema que no se hablaba, el del idioma, muchos no hablaban bien el español y la prueba no estaba en Mapudungun”, recuerda.

En los ‘80, se dedicó al activismo, se organizó en los Centros Culturales Mapuche, que luego se transformaron en Ad Mapu. A sus 23 años fue secretaria provincial de la organización, junto a su tío recorrió distintos territorios en La Araucanía y Alto BioBío. Ya entonces se cuestionaba “por qué las mujeres no eran lonkos”. En la organización compartió con otras mujeres como María Lucy Traipe Avendaño y Ana Llao. En Santiago, siguió haciendo teatro, “me gustaba hacer teatro, pero en la ciudad era distinto”. Trabajó en las poblaciones, con mujeres y niños, hasta que llegó la transición a la democracia.

“Me acuerdo que teníamos la idea que íbamos a ganar, a levantar la oposición, a purgar a todos, pero cuando me di cuenta de que empezaron las negociaciones yo me empecé a frustrar y a deprimir, para mí la alegría no llegó. Me sentí pésimo, sentí que nos habían traicionado, que los que estaban negociando no tenían nada que negociar, que los mapuche estábamos fuera y fue tremendo. Cuando ‘ganamos’, yo lloré un día entero de pura rabia e indignación, lloré por los muertos y estaba tan triste, me da mucha pena. Los mapuche salimos a quemar la Constitución, pero éramos pocos en las calles de Santiago quemando la Constitución del 80 y nadie más, éramos como locos, los mapuche nos quedamos ahí peleando, cuando la gente dice que Chile se durmió, los mapuche no nos dormimos porque no fuimos incluidos, no estábamos ahí y eso es claro”.

Entró a militar en el Partido Socialista, que tenía una secretaría indígena, no quiso ser parte de la CONADI y comenzó a trabajar con mujeres. Se dio cuenta que el movimiento social poco a poco “se fue durmiendo, muchos se fueron para la casa“. Pero, le entusiasmaba el trabajo de las feministas, veía que la organización y trabajo de mujeres no se daba en el pueblo Mapuche. “La mujer indígena es pobre, es discriminada por ser mujer. Les decía que tenemos una cultura distinta y eso, pero ellos -partido- decían, eso lo tiene que ver la CONADI. No entendía nada, no tenía un discurso, no sabía mucho de mujeres indígenas y feminismo. Pero el 2011 y 2012 me funcionó, conseguí algunos fondos y empezamos”.

“Armé un grupo y empezamos a reflexionar, a ver cómo íbamos a reunirnos como mujeres. Algunas se salieron de inmediato, dijeron: ‘yo quiero trabajar con la demanda pueblo, no quiero trabajar con la mujer, porque eso sería separar nuestra lucha y el pueblo mapuche no puede andar con cosas de sólo mujeres, que son de winka’. Se vino el tema del ministerio, que era incentivar el trabajo e inclusión de la mujer en la política pública, porque todo el mundo dice que ‘tan institucionalista que se volvieron’, pero es que en ese minuto nadie quería hacer otra cosa, no vengan a decir que las mujeres querían cambiar el mundo en el 2012. Escribí un artículo donde me declaré mujer mapuche feminista, y lo hice no tomándole el peso, lo hice para los lamngen, para los hombres mapuche, porque me molestaban. Yo estaba en hacer una escuela de formación para lideresas, hacía cursos de mi carrera técnica universitaria y todos se burlaban. Les causaba risa que quisiéramos trabajar con mujeres. La ‘institucional’, era la única forma de llegar, a las mujeres le interesaban los proyectos, ahí nació la Red de Mujeres Mapuches”, relata Diva Millapan.

En el trabajo vieron como la CONADI no lograba dar respuesta a problemas básicos de la vida de las mujeres mapuche de comunidades rurales. Millapan trabajaba en el programa Orígenes, y en una visita al sector de Alto BioBío un grupo de mujeres le pedía lana para hacer calcetines, venderlos y proveerse de azúcar. Diva recuerda que “era horroroso, la cantidad de plata que se gasta en este programa y ni siquiera se les daba lana (…) eran mujeres solas porque los maridos se habían ido a trabajar y no volvieron, ya tenían otras familias y ellas se quedaron solas con sus hijos, se mantenían allí arriba. Eso me hizo tomar conciencia que puedo hablar de revolución, pero cuando una va a la comunidad, las necesidades son de pequeñas cosas y son de política pública, porque no tenemos empresas, no tenemos esa posibilidad de tener un Estado propio. Mientras pido autonomía y todo lo demás, no puedo dejar a una lamngen que esté siendo violentada o necesitando una caja de mercadería”.

Marginadas

El trabajo que hace la Red de Mujeres Mapuche produce algunos resquemores al interior del mundo mapuche, tener una perspectiva feminista “se ha vuelto un tema”, reconoce Millapan, ya que, para algunos, trabajar con mujeres es trabajar con ideología externa, que puede “hacer un gran daño, dividir al pueblo, pero no lo dicen públicamente, porque los hombres mapuche son muy reservados con sus opiniones sobre lo que piensan y creen de las mujeres. Son inteligentes también, no son tontos de andar exponiéndose, son más las actitudes, tu tienes que darte cuenta de cómo te tratan y excluyen”. Lo mismo pasa con la incursión en política, “algunos dicen que el mapuche no es político, pero tenemos parlamentarios y hay participación política”, agrega Millapan.

Pero en la Red de Mujeres Mapuche están convencidas de que hay mucho qué hacer por delante. Durante la creación del Ministerio de la Mujer, abogaron por la inclusión de la mujer indígena y durante el proceso de cambio constitucional insistieron en hacer paritarios los escaños reservados para pueblos originarios, pero no fueron tomadas en cuenta en la redacción de la ley.  “La participación para nosotras no es fácil, para los pueblos originarios ni las organizaciones sociales. Tenía ganas de incursionar en la Asamblea Constituyente (Convención Constitucional), me ofrecieron ir de candidata, pero tenía que renunciar a ser dirigente sindical y eso significa que debo renunciar al fuero y si renunció el fuero se acaba de inmediato, eso significa que al otro día estoy despedida”.

También tienen la experiencia de Emilia Nuyado, como diputada socialista. Según Millapan el proceso para lograr el escaño no fue fácil. “No lo pasó bien, fue muy rechazada por el pacto que iba con ella, porque querían que fuera otra persona, no una mapuche, eso fue muy peleado por la militancia mapuche al interior del partido. Militar en un partido para una mujer indígena es fuerte sobre todo si se hace del discurso indígena, porque si una mujer indígena se queda callada y es como cualquier militante, eso va a ser irrelevante, pero si esta mujer levanta el discurso indígena, va a ser cuestionada y no se van a dar los espacios”.

En la misma línea, ser una mujer mapuche en el feminismo también es un tema. “Nosotras tenemos reparos como red de mujeres”. Han trabajado con distintas organizaciones y actualmente mantienen conversaciones con la Coordinadora Feminista 8 de Marzo. “Estamos viendo, cuando pase todo esto, si vamos a formar parte de la estructura que ellas tienen, pero con nuestra autonomía, igual que todas las organizaciones que participan ahí. Ellas han sido serias, han tenido un trabajo serio, pero de repente entre muchos grupos no se entiende a la mujer indígena; a las mujeres no indígenas les falta todavía entender la relación que tenemos con los pueblos, como el trato, por ejemplo, no mirarte como un voto con patas, sino el verte como persona, el sentir el valor de los pueblos originarios”, recalca Millapan.

Con todo, asegura que se han sentido valoradas por las organizaciones, les hace sentido la lucha feminista. “No podemos negar que los feminismos actuales que vienen de grupos de mujeres anteriores y que las mujeres mapuche ya hemos estado organizadas, hay datos de que eso paso, que no era visible pero que si se estuvo en esas luchas. Le tengo mucha fe al feminismo. Creo que las mujeres somos las llamadas a producir un cambio importante, se asemeja mucho la lucha de las mujeres a la lucha de nuestro pueblo, porque las mujeres están siempre y eso yo creo que nos hace sentirnos bien y acogidas, y por eso valoramos”.

Según Diva Millapan las organizaciones de mujeres han logrado entender la lucha del pueblo Mapuche, más allá de la estigmatización. “Cuando se nos ve por violentos, yo creo que nadie entiende lo que vive la gente, porque eso no es violencia, eso es desesperación, nuestro pueblo no está actuando de forma violenta, está actuando de forma desesperada. Si la gente viera y escuchara a la Machi, la tierra se está muriendo, con la pandemia se le ha dado un poco más de vida, pero la gente no se da cuenta que la tierra se estaba muriendo, imagínate el plástico, lo que es la contaminación, que la gente no tenga agua, que no haya llovido. ¿Cómo no se dan cuenta? Y eso creo que las mujeres lo han visto, porque las mujeres están más vinculadas a lo cotidiano. Creo que hay esperanza, pero no tengo grandes expectativas con los cambios que vayan a venir, esto no va a ser gigante, pero de qué va a ser un cambio, va a ser un cambio y uno no se puede negar a los cambios que nos van a favorecer”.

Crédito foto destacada www.uchileindigena.cl 

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