Anastasia Benavente: “Que la sociedad entienda que somos un grupo de vulneración, que no somos hombres vestidos de mujer»

Anastasia Benavente: “Que la sociedad entienda que somos un grupo de vulneración, que no somos hombres vestidos de mujer»

Por Daniel Meza Riquelme

La académica, representada por Corporación Humanas, presentó un recurso judicial de no discriminación contra la decana de la Facultad de Educación de la Universidad del Desarrollo. Anastasia Benavente urge a la sociedad civil y a las organizaciones a trabajar por una ley integral trans en Chile. En conjunto con el Sindicato de Trabajadoras Sexuales Amanda Jofré, consideran urgente la existencia de un cuerpo legal que otorgue acceso laboral trans para incluir de forma efectiva a las mujeres transgénero además de medidas reparatorias para aquellas que han vivido una violencia estructural y la exclusión del sistema.

Hace 20 años, cuando Anastasia Benavente egresó de Licenciatura en Literatura y Lingüística en la Universidad de Chile, carrera que luego complementó con un programa de formación pedagógica, se encontró con un sistema que la excluyó. “En algunas entrevistas para postular como profesora de lenguaje rompieron el currículo en mi cara, en otros casos lo tiraron al piso”, rememora. En otros establecimientos quedaron en llamarla. Jamás recibió una respuesta de vuelta para confirmarle una plaza como docente. Ante la precarización económica que se instalaba en su vida se auto mutiló, dice: se cortó el pelo y compró un terno. Bajo la expresión de género de hombre gay consiguió una oportunidad para desarrollarse profesionalmente.

En 2009, le dieron un puesto como docente universitaria en la Facultad de Educación de la Universidad del Desarrollo. Logró resultados destacados y buenas evaluaciones académicas. Siempre ocultando su identidad de género. Así, a mediados de 2015 es promovida a la Coordinación Académica del Área de Lenguaje. Pero a inicios de 2017 su carrera profesional presenta un giro cuando Josefina Santa Cruz asume el decanato. En ese momento, según las declaraciones de la decana, un par de alumnas y una docente se acercaron para enseñarle las redes sociales de Anastasia. Un espacio personal, donde la académica sube sus performance que considera una forma de “generar y transmitir conocimiento”. Sin embargo, «me exigieron mantener ocultas mi redes sociales y seguir yendo a la universidad vestido lo más varón posible para que esta gente no hablara”.

Por miedo a perder su sustento económico, aceptó las condiciones de la decana pero Santa Cruz decidió igualmente quitarle cuatro de los cinco ramos que impartía en la Facultad. Asimismo, el primer día de clases del nuevo año académico y durante tres semanas, una funcionaria administrativa asistió a su clase como observadora. La primera vez, ella intentó presentarla con su nombre legal. Anastasia Benavente, que para ese entonces había decidido expresar públicamente su identidad de género, le hizo ver que aquello constituía un acto discriminatorio. Ahora, reconoce, que en algunas ocasiones esa “transfobia también son actos que la gente hace por desconocimiento”.

Con todo, la funcionaria siguió asistiendo a su clase. Siendo común que la interrumpiera para indicarle que “no debía irse por las ramas” cada vez que se incluía una perspectiva feminista a su ramo; un enfoque que para ella es fundamental. Convencida, Benavente asegura que el feminismo tiene la capacidad de develar que el conocimiento no es objetivo, un imprescindible de enseñar en una materia que trata sobre la epistemología del conocimiento.

Entre las observaciones de la administrativa, Anastasia terminó pidiéndole explicaciones. Ella le contestó que quería aprender. Le advirtió entonces que como cualquier persona que va de oyente debía hacer las mismas entregas que las alumnas y alumnos del curso. Incluso, bajo esa lógica, le adeudaba tres evaluaciones. La funcionaria UDD no volvió a asistir a sus clases.

Anastasia Benavente acusa que la universidad no se ha hecho cargo ni de ese acto de vulneración de la libertad de cátedra ni de la discriminación que recibiría de parte de la decana de Educación. Es más, cree que la “mediación finalmente quedó en nada” y que la casa de estudios no ha realizado ninguna reflexión ni un mayor acercamiento hacia su situación, es más “ellos asumen la versión de la decana; que me están quitando los cursos por no tener doctorado y por no ser educadora de Párvulos. Que son los argumentos que encontró, Josefina Santa Cruz, para poder sacarme”.

Revolución de la mano de las mujeres trans

Anastasia Benavente es crítica con el sistema educativo actual. Tanto a nivel escolar como superior. Del primero, declara que “les estudiantes sienten que van a una cárcel, no sienten que van a aprender. Lo único que quieren es salir, liberarse de yugo (…) y el sistema educativo es un sistema que está en crisis. Y si vamos a los temas de género, es aún peor. Entonces, hay que hacer un cambio radical”.

Esta optimista porque cree que al momento que entre a regir la Ley de Identidad de Género en el país (todo indica que sucederá a mediados del 2020) el reconocimiento legal del nombre social será una garantía para las mujeres y la comunidad trans. Asegura, habrá “una cierta explosión de muchas compañeras que se han estado ocultado y que bajo esa ley van a tener ciertas garantías para no ser discriminadas”.

Para ella el riesgo está en que la inclusión le quite la subversión que lo trans busca respecto al sistema binario, aunque reconoce la “lucha histórica de las mujeres trans influenciadas por el binarismo” y que producto del contexto histórico, ella misma se ha debido construir dentro de aquellos márgenes. “Creo que en algún momento tiene que haber una gran revolución. Pero eso va a suceder cuando las mujeres trans nos empoderemos y tengamos preparación, podamos tener acceso a estudios”.

Para ella esa revolución, y la subversión permanente hacia el sistema patriarcal, debe estar guiada por el interseccionalidad. Porque a pesar de la discriminación que ha vivido, cree que en parte ha sido una privilegiada. Son muy pocas las mujeres trans que han podido acceder a estudios. Por lo mismo llama a “no olvidar que las compañeras trans, que son migrantes, que son negras, que son pobres, van a sufrir, y sufren, mayor discriminación que otras compañeras que pueden tener otros privilegios, inclusive yo misma. Siempre hay que analizar los fenómenos de manera interseccional”.

Anastasia Benavente va más allá y plantea la necesidad que América Latina repiense su historia. Dice que la llegada de los españoles produjo que la palabra impresa desplazara y excluyera otras formas de conocimiento. Que la religión introducida por el imperio español impuso un marco de pensamiento patriarcal a los pueblos conquistados. Por eso está convencida del valor político e histórico que tiene la performance para la generación de un nuevo conocimiento que rompa con la herencia colonial y machista de las sociedades latinoamericanas. “En el día de hoy, la performance tiene un rol fundamental. Porque quienes hacen la performance tienen un carácter subversivo en relación a la escritura a la hegemonía epistémica que ha tenido la escritura”.

De genocidio y “líquidos” contra las mujeres trans

Benavente se indigna por la calidad y expectativas de vida que tienen las mujeres trans en Chile como en América Latina y el Caribe. “Porque se ha producido un daño sistémico y un genocidio hacia un grupo de la población… No es posible que un grupo de la población tenga una expectativa de vida de sólo 35 años. No es posible”. Para acabar con aquella situación y siguiendo el ejemplo de la ley integral trans aprobada por el Parlamento de Uruguay en 2018, busca que se le de urgencia a un cuerpo legal que en el país llevaría el mismo nombre.

En conjunto con el Sindicato de Trabajadoras Sexuales Amanda Jofré han esbozado sus lineamientos básicos. En primer lugar, un cupo laboral trans. Es decir, que las empresas deban por ley contar en su planilla con al menos una persona de la comunidad. Asimismo, que los servicios de salud cuenten con programas destinados a las patologías que hoy en día afectan a las mujeres trans principalmente producto de la exclusión y de ser “arrojadas hacia el trabajo sexual (…) han tenido que ponerse litros y litros de silicona líquida que las está matando en estos momentos porque los médicos no son capaces de dar respuesta a esos líquidos que se han inyectado a sus cuerpos”.

Una ley integral trans en el país también debiese velar por el acceso a la educación. “Que existan becas, que existan estímulos para que las mujeres trans podamos estudiar y desarrollarnos al igual que el resto de la población”. Anastasia Benavente remarca esto como un punto fundamental. Por eso le parece importante la demanda de Arlén Aliaga, quién a punta de insistir consiguió un cupo en el Liceo 1, pero es necesario que existan más Arlén que puedan tener ese acceso a la educación.

“Las compañeras que son adultas y adultas mayores ya no pueden tener acceso a la educación O ¿tú le vas a pedir a una mujer de 40 años que fue violentada desde su infancia, que está enferma, llena de silicona, que vaya a estudiar para que después trabaje de peluquera?” Por eso el acuerdo al que han llegado en Amanda Jofré y otras organizaciones, que es fundamental que el Estado mediante una ley integral trans también incluya medidas de reparación.

Anastasia Benavente agrega que una ley integral trans debe asegurar acceso a la vivienda, acabar con la precarización económica de este grupo que ha sido relegado del ámbito laboral. “Que se cambie la ficha de protección social. Porque nosotras no somos hombres en edad productiva. Yo y mis  compañeras somos mujeres sobre los 35 años que ya están violentadas (…) Al Estado tampoco le va a costar mucho porque somos muy poquitas. Son muy poquitas las mujeres trans que hay”.

Como seguramente una propuesta así será de largo aliento, junto a sus compañeras de Amanda Jofré ya partieron con diversas capacitaciones. Comenzaron con algunos sindicatos para insertar laboralmente a las mujeres trans. Tuvieron buena acogida en el sector de los call center aunque la inclusión, en otros sectores, aún es baja. Quieren acercarse a los medios de comunicación ya que estos “cometen muchos errores” a la hora de hablar de ellas y reconocen que su trabajo más potente ha sido la capacitación que hicieron en abril a un grupo de carabineros y gendarmes: “Estuvimos capacitando, se agruparon comisarías y eran bastante asistidas. Bastante bien aceptadas por la policía”

En parte, el objetivo de acercarse a diferentes grupos de la sociedad civil e instituciones es adelantarse a la implementación de la Ley de Identidad de Género. Porque “viene un efecto dominó que va a requerir que las personas se capaciten”.

Un llamado trans: resistir y organizarse

Anastasia Benavente se considera una sobreviviente del “genocidio trans” que se vive en América Latina. Y aunque le preocupa el ascenso de las fuerzas conservadoras fundamentalistas en el Cono Sur, la convencen sobre todo la necesidad de la resistencia. Por eso llama a diferentes organizaciones de la sociedad civil a “resistir y organizarse” ante la arremetida de aquellos grupos, integrados – dice – “por ciertos sectores de las iglesia tanto católica como protestante, y de sectores económicos que no quieren perder sus privilegios”.

Ya en Uruguay estos grupos reunieron 70 mil firmas con el objetivo de derogar la Ley Integral Trans asegurando una pre consulta ciudadana para anularla. En Brasil, con la llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia, la violencia hacia la población LGTBI+ ha ido en aumento. Y en Chile, lideraron los esfuerzos para que el Tribunal Constitucional declarara como inconstitucional la Ley de Identidad de Género, lo que finalmente no lograron.

Pero al panorama en Centroamérica y el Caribe, Anastasia lo considera “más terrible”. “Estuve este verano en Guatemala, Honduras y El Salvador. La realidad en esos países es muy tremenda, se mata a las compañeras diariamente. No solamente a una, sino a varias. Los autos las atropellan, amanecen muerta en la carretera. Las pandillas las matan, las descuartizan”.

Por eso, y como parte de la resistencia, pone énfasis en la importancia de compartir los avances que las diferentes organizaciones trans de 23 países, agrupadas en la Red Latinoamericana y del Caribe de Personas Trans (RedLacTrans). Con dos objetivos. El primero, para irnos “inspirando unas con otras. Cada año lanzamos un informe de violencias donde se expresan las violencias sufridas por la población durante el año y se hace una publicación”. También, “nos capacitamos internamente en cómo poder tener reuniones con autoridades, cómo plantear nuestros argumentos. La verdad es que trabajamos bastante cohesionadas al respecto y nos vamos retroalimentado entre todas”.

Por último, con la finalidad de que se deje de vulnerar los derechos humanos de las personas trans, interpela a  las sociedades latinoamericanas: “Somos una población vulnerada en los derechos de forma estructural, sistemática e histórica. Que la sociedad entienda que somos un grupo de vulneración, que no somos hombres vestidos de mujer. Que comprendan que tenemos una identidad de género y que en nuestra sociedad existen muchas otras identidades de género”.

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