Cristián Cuevas: «La mujer es dueña y propietaria de su cuerpo»

Cristián Cuevas: «La mujer es dueña y propietaria de su cuerpo»

Por Camila Muñoz

Cristián Cuevas (49) es una de las figuras más reconocidas del mundo sindical. Hoy invierte buena parte de su energía en un emergente proyecto político, Nueva Democracia, que se constituyó en septiembre del año pasado y con el que pretende devolverle confianza a la política.

Nacido en Coronel (Región del Bío Bío) e “hijo del carbón” como él mismo se denomina, el dirigente sindical apuesta por un Chile con una erradicación de la violencia de género y una re significación de la política con las distintas identidades que cruzan las luchas sociales en Chile.

Sus inicios en el movimiento sindical datan de 1997, en Codelco Andina. Tras vivir en condiciones deplorables de habitabilidad como contratista, decide escribir en un baño “abuso laboral”; consigna que al día siguiente apareció atestado de otros rayados en su apoyo. Esa fue la antesala del sindicato Sodexo Chile División Andina y el inicio de 17 años de sindicalismo.

Los derechos laborales se convirtieron en tema de primera importancia política, cuando el 2007, Cuevas como presidente de la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC) lideró una huelga no autorizada de unos 20.000 trabajadores subcontratistas de Codelco. Tras seis años presidiendo la CTC, decide relevar su cargo e ir en búsqueda de la candidatura parlamentaria por el Distrito 3, de la Región de Antofagasta. Un punto de quiebre; perdió la elección y no hubo manera de volver atrás. Según cuenta, uno de los procesos más dolorosos que le ha tocado vivir.

Hoy 2017, Cristián Cuevas ya no milita en el Partido Comunista y junto a Nueva Democracia forma parte de las fuerzas que conforman el Frente Amplio. “No basta con la lucha social, no basta con un descontento si eso no va generando cambios, una nueva institucionalidad, y desde este marco, nosotros nos comprometemos a impulsar una Nueva Constitución”.

Sindicalismo machista

En el sector de las organizaciones obreras en América Latina continúa prevaleciendo el sindicalismo machista, donde las mujeres han tenido que redoblar su esfuerzos para combatir por más derechos labores y de género.

Cristián Cuevas ha trabajado constantemente en ir creando cuadros sindicales que vayan incorporando políticas de género y así erradicar el machismo que ha afectado por décadas a la industria minera. Rememora su vida vinculada al activo social de la zona obrera del país. “Nací en Coronel y nuestra vida cruzaba todo el quehacer social donde los trabajadores jugábamos un papel esencial; la familia y nuestras propias madres vivían la violencia también machista”.

Se formó políticamente desde una perspectiva social, entre la resistencia contra la dictadura y el movimiento sindical. “Si tú me preguntas si yo nací para ser dirigente sindical la respuesta es no. Los rechazaba, yo miraba a los dirigentes sindicales de la zona y los encontraba machistas, bebedores; no era el líder que a mí me generara ganas de seguir”, recuerda.

Aun así, el sindicalista entendía la importancia del rol de los trabajadores y la necesidad organizarse. Su trabajo con la comunidad era constante: a través de la dirigencia en la junta de vecinos, en el impulso a la formación de la agrupación de mujeres del carbón y en el proceso de incorporación de la mujer a la industria minera. Eso, a fines de los noventa.

“El mundo sindical es muy machista, requiere de cambios y de una revolución cultural alrededor del propio movimiento y del país. En ese marco nosotros debemos formar a los cuadros sindicales para que vayan incorporando estas políticas”.

Para avanzar en este objetivo ha incorporado a las acciones sociosindicales, conversatorios, talleres y exposiciones, enfrentándose a su propia posición como referente sindical; haciendo visible esta temática a través de testimonios de mujeres insertas en ese mundo.

“No sacamos nada con declararnos feministas si un trabajador de una faena no entiende lo que es el feminismo o si una pobladora vive la violencia y es compañera nuestra y no logra comprender lo que significa para una mujer empoderarse de sus propios derechos”.

En su juventud, Cristian Cuevas fue colaborador de Pachamama, organización feminista que le dio el impulso que necesitaba para su liberación sexual e ideológica. Su temprana conciencia por el respeto hacia las mujeres y la sensibilización al maltrato y subvaloración social de género, gatilló en él una fuerte cercanía con feministas de distintas generaciones. “Lo que iba observando lo iba incorporando a mi aprendizaje, a mi quehacer social y eso lo trasladé a mi experiencia en el movimiento sindical”, cuenta.

Ese trabajo fue signo de solidaridad hacia las mujeres, una reivindicación al liderazgo que ellas ocupan en la política y en la historia del país. “Veía a estos hombres mineros, luchadores, aguerridos pero maltratadores de sus compañeras, de las mujeres; nuestros vecinos, nuestros padres, con una brutalidad y un trato inhumano hacia nuestras compañeras”, denuncia.

Paso por España

En 2014, Cristián Cuevas fue designado como agregado laboral en España por el segundo gobierno de Michelle Bachelet. Asegura que hubo un nexo especial con compatriotas. Una relación más horizontal y cercana entre el quehacer diplomático y quienes decidieron vivir en el continente europeo. “Por primera vez nuestros compatriotas sentían que un diplomático les colaboraba en años, había un nexo entre la embajada y este agregado laboral que iba donde estaba lo compatriotas”, declara.

Dice que la sociedad española en materia de género y sensibilidad hacia la violencia contra las mujeres está dos décadas más avanzada que la chilena. “Es una sociedad mucho más sensibilizada. Más que la sociedad, las políticas públicas tienen mayor gravitación en función de las políticas de erradicación de la violencia y también en función de la igualdad de género”.

En España estableció se vinculó con feministas, que trabajan en la erradicación de la violencia contra las mujeres, y la comunidad LGTB. “Ahí fuimos aplicando esas políticas y esas experiencias, en diálogos que tuvimos en función a la equidad; de mesas paritarias, de incorporar en nuestro debate esos elementos con compatriotas en el exterior y también con españoles”, menciona Cuevas.

“Lo que hicimos en ese año y medio, me enorgullece. Las experiencias de la lucha nuestras compañeras españolas y europeas por erradicar la violencia, para así efectivamente avanzar hacia una sociedad más igualitaria, fueron parte de lo que incorporamos a nuestro aprendizaje y ese aprendizaje lo hemos traído para acá”.

Cifras violentas

Según la información expuesta en la Comisión de Salud del Senado por la Ministra de Salud, Carmen Castillo a principios de 2017, la zona norte del país concentra la mayor tasa de embarazo adolescente del país. Las hipótesis de esta realidad giran en torno a la migración, pobreza y baja presencia de matronas en el territorio.

Cristián Cuevas señala, “lo de la migración es un prejuicio. Una de las cosas que más afecta es la poca información en los sectores más empobrecidos, hay una cultura de control por parte de la religión a partir de que nuestras niñas y niños tengan ese derecho a liberarse, emanciparse y poder tener toda la información oportuna”, explica.

Salud también dio cuenta de las niñas entre 10 y 14 años que «fueron madres» (sic): 852 nacimientos, que representan el 12% del total nacional. “Se debiese hacer una profunda reflexión de cómo se genera una estadística como esta, porque hay un abuso de niñas y mujeres menores de edad que no se debe naturalizar. Eso es un acto violencia, un acto de violencia contra las niñas y lo muestran como estadística”, sentencia.

Aborto, sí.

“Siempre he hecho una reflexión sobre el aborto. He pensado que es tan estigmatizado; es una violencia de parte de la propia sociedad hacia las mujeres. Es una situación dolorosa, por una cuestión cultural, pero quien decide es la mujer, ella es dueña y propietaria de su cuerpo”.

Para Cristián Cuevas, el debate sobre aborto actualmente está subyugado a una cuestión moral y no se presenta como una discusión democrática. “Si nosotros como sociedad no asumimos nuestro deber de generar normativas y leyes que protejan los derechos de las mujeres, estamos perdidos; no podemos construir una sociedad sana, igualitaria, justa ni democrática”.

Para el sindicalista, el aborto tiene que ver con el propio proceso de conciencia de las mujeres, pero señala que a su vez tiene que haber un Estado y una política pública que acompañe a la mujer en lo requiera. Critica la poca educación e información al respecto, “es una sociedad doble estándar, que no discute sobre la sexualidad, no discute sobre los derechos reproductivos, no discute, es todo entre cuatro paredes”

Enfatiza que así, los derechos de las mujeres quedan entrapados en la burocracia del poder legislativo, en ausencia de un debate sobre sus derechos sexuales y reproductivos. “Tiene que ver con una sociedad secuestrada a partir del control social de sectores neoconservadores y social cristiano que tiene el dominio del poder económico, de los medios y que, a pesar de que hoy en el ejercicio ciudadano una mayoría de la sociedad se expresa, esta no tiene poder político”.

Nueva Democracia y violencia hacia la mujer

Nueva Democracia se declara un proyecto político feminista y desde su conformación ha estado trabajando bajo la premisa de la defensa hacia la mujer y sus derechos. Estamos trabajando, tenemos un equipo que está desarrollando una política con distintas compañeras. Hay un equipo que constituyó políticas de género y antidiscriminación en Nueva Democracia”.

Actualmente se encuentran en la formación de responsables en el área de género en todo el país.  Creen fielmente en la paridad en las elecciones en los partidos políticos. “La idea es poder incorporar a todas nuestras escuelas de formación política, un capítulo sobre discriminación de género, de violencia hacia la mujer para ir formando e informando a nuestros militantes sobre esta temática”.

 

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