Los medios refuerzan los estereotipos de género en contextos de violencia

La periodista Claudia Lagos Lira observó que los relatos sobre los femicidios en la prensa de su país tienen características propias.

Su investigación "El feminicidio según la prensa chilena: otra forma de violencia contra las mujeres" y la experiencia de monitoreo de los medios argentinos que realiza este portal, arroja coincidencias: los medios refuerzan los estereotipos de género a través de las construcciones sobre qué es ser hombre y qué es ser mujer en contextos de violencia.

Por Gabriela Barcaglioni, Artemisa Noticias

Los medios son espacios simbólicos, producen y reproducen imágenes pero lo hacen en un entramado de otros discursos con lo cual su centralidad no es un excluyente.

En coincidencia con este pensamiento se encuadra el trabajo de la periodista chilena Claudia Lagos Lira quien se interesó e indagó cómo la prensa de su país realizaba la cobertura periodística de los femicidios.

"El feminicidio según la prensa chilena: otra forma de violencia contra las mujeres", es la tesis que Lagos elaboró para obtener el grado de Magíster en Estudios de Género de la Universidad de Chile. Allí puntualiza que "la prensa incluye el feminicidio, aunque de manera marginal", que "ha incorporado el concepto de femicidio a sus contenidos, pero de manera acrítica" y que las notas "refuerzan los estereotipos de género a través de las construcciones sobre qué es ser hombre y qué es ser mujer en contextos de violencia".

Las conclusiones siguieron a la observación de los cinco diarios matutinos de circulación nacional: El Mercurio, La Nación, La Tercera, Las Últimas Noticias y La Cuarta.

"Analizamos todos los artículos de los diarios considerados en el estudio, sobre los casos de feminicidio de la muestra, y que fueron publicados durante la semana siguiente al hecho. En total, revisamos 478 ediciones, de los cinco diarios, y 17 semanas de un total de 52, para el año 2007" cuenta la autora. A la "marginalidad" en el tratamiento, se suma la falta de permanencia en la agenda.

Lagos concluye que al reparar "en el número de ediciones sucesivas en que un caso de feminicidio aparece, se trata de noticias de un día".

La periodista, académica del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, observó que los casos que cobran notoriedad en la prensa son aquellos en los cuales la variable clase social los define. "Los casos con mayor cobertura, en tiempo y en espacio, son aquellos que rompen aparentemente situaciones consideradas normales y que tienen que ver con protagonistas con estudios superiores y asociados a la clase media. Por oposición, los relatos periodísticos sobre la violencia contra la mujer asumen que los feminicidios –y, por lo tanto, la violencia de género- es propia de sectores sociales más desfavorecidos".

Una característica que se reitera en Argentina, quien lee esta nota seguramente recordará femicidios con trascendencia mediática por este componente: Nora Dalmaso, Rosana Galeano, y María Marta García Belsunce.

No es el único rasgo compartido con la prensa argentina el hecho de que el sensacionalismo prime en los relatos. Un recurso que los vacía de contenido, los reduce y oculta la verdadera matriz cultural de los femicidios.

"La construcción sobre el feminicidio predominante nos remite a la idea de que estamos frente a una tragedia, sangrienta y motivada por una locura de amor. El hombre se sale de sus casillas. Era un hombre "normal" pero, de pronto, en un arrebato, fuera de sí mismo y de los marcos que lo contienen, asesina a su mujer", dice Lagos. Este tratamiento, según venimos sosteniendo en este espacio, excluye los aspectos ideológicos y estructurales de la violencia contra las mujeres; no se considera sus implicaciones sociales en el ámbito político o económico.

En cuanto a lo que se dice del varón y la mujer en estas noticias la colega chilena señala que "el hombre está asociado al espacio público y la mujer, al doméstico. Y algunos de los ‘motivos’ de los feminicidios esgrimidos por los relatos periodísticos refuerzan esta construcción: cuando la mujer intenta salir/se de su sitio (el hogar) para trabajar, construir lazos afectivos ajenos a la relación de pareja (amigas), el hombre, que ve amenazada su preeminencia en el espacio público (simbólicamente hablando) reacciona violentamente intentando devolver todo a su lugar lo que, al mismo tiempo, reproduce el binomio activo/pasiva".

Los femicidios como un dispositivo disciplinador y sancionador que los medios bajo un relato de crónica policial reiteran permanentemente.

Lo esperable sería que comenzaran a multiplicarse los análisis, las reflexiones, como una acción de correr el velo de la naturalidad que por el momento los cubre.

Sobre cuándo los femicidios se incluyen en la agenda mediática chilena la autora señala el papel que en Chile han jugado las organizaciones de mujeres y los movimientos de base. "Gracias a un trabajo sostenido de organizaciones feministas y de base durante la dictadura, la violencia contra las mujeres se transformó en un problema público: la Concertación lo incorporó en su programa y en la agenda del Servicio Nacional de la Mujer con distintas políticas en la materia, que incluyeron la promulgación de la primera ley sobre Violencia Intrafamiliar (VIF) en 1994", dice Lagos.

Del movimiento de mujeres a la agenda política y seguidamente a los medios. Êse es el recorrido que tuvo el tema, similar al que se produjo en la Argentina en 1983, cuando una coalición de organizaciones feministas organizó el Tribunal contra la violencia, que por primera vez lanzó la consigna "La violencia contra las mujeres es una cuestión política".

Recorrido comprobado cuando se recuerda que los 8 de marzo de los primeros años de democracia en Argentina, en Plaza Congreso, reunían entre 3000 y 4000 mujeres levantando consignas tales como "violación es tortura" y otras reivindicaciones como la ley de divorcio, la patria potestad indistinta y la despenalización del aborto.

Esta impronta puede ser el punto de partida de un nuevo desafío para los feminismos, para las organizaciones de mujeres, dado que si bien el tema se ha visibilizado, el tratamiento que hacen los medios dista mucho de ser el deseable.

Esa distancia puede acortarse si finalmente los medios diversifican las fuentes a las cuales recurren para construir sus relatos sobre la violencia de género, especialmente los femicidios.

De esta forma se quebrará el discurso único que constituyen las fuentes-especialmente funcionarios de la Justicia y la policía- a las cuales se remiten los y las periodistas al preparar sus artículos, sus crónicas.

"A partir de la homologación de los relatos judiciales y policiales sobre qué es el feminicidio, la prensa consagra ciertos discursos y miradas hegemónicas hacia el fenómeno de la violencia contra las mujeres por razones de género y, nuevamente, restringe las complejidades propias del problema", subraya Lagos.

El trabajo al que alude este artículo, que contribuye al debate y la reflexión de cómo abordan los medios (y quienes en ellos trabajamos) la violencia de género, cierra con las palabras de Laura Segato sobre la importancia de producir cambios que permitan una sociedad mas justa, mas equitativa: "el trabajo de la conciencia es lento pero indispensable. Es necesario promoverlo, instigarlo, trabajar por una reforma de los afectos y de las sensibilidades (…). Los medios masivos de comunicación, la propaganda –incluyendo la propaganda de la propia ley- deben ser en esto aliados indispensables", dice Segato, un objetivo y un deseo no tan lejano, si las miradas sobre la realidad son menos sesgadas, mas inclusivas.

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