«No hay coherencia entre los ‘bla bla’ del Gobierno en materia de género y lo que se está haciendo»

«No hay coherencia entre los ‘bla bla’ del Gobierno en materia de género y lo que se está haciendo»

 

El concepto de «Hacienda» y la militarización, producto de una guerra de casi 500 años en La Araucanía, son, a juicio de Teresa Valdés -socióloga de la PUC y coordinadora del Observatorio de Género y Equidad- los gérmenes de lo que podría llamarse «patriarcado chilensis», que transformaron al país en uno de los más machistas de la región. Eso explica, también, agrega la exjefa de la Unidad de Género del Minsal, la fuerte respuesta que han dado las mujeres en la calle, dejando claro que «el feminismo o los feminismos conforman un movimiento político y social».

– El año 2018 el tema se instaló en la agenda. ¿Qué viene ahora? ¿Cuáles son los desafíos?

– No tengo una varita mágica, pero hay una amplia mayoría que respalda cambios sociales importantes y que va a estar vigilante respecto de esas transformaciones. Hay una voluntad de exigencia de cambios que van en un abanico más o menos amplio, pero todos tienen que ver con la calidad de vida de las mujeres. Ahora, este es un trabajo que se viene articulando desde hace años y que involucra a muchos movimientos y cada una de esas áreas están expresadas en las 10 grandes demandas que planteó la coordinadora. Hay que esperar que en los temas de violencia, de trabajo, de vivienda, de migración, derechos reproductivos, la memoria, educación y cultura. También los temas que están viviendo los sectores campesinos e indígenas respecto del tipo de desarrollo que tenemos, la diversidad sexual y la educación no sexista. Cada una de esas áreas tienen núcleos y grupos que han estado trabajando y uno debería esperar que hayan acciones desde cada uno de esos temas hacia autoridades, parlamentarios, partidos políticos.

– Antes de la marcha se produjo una fuerte polémica entre el Gobierno y las organizadoras de la movilización.

– Es que a ningún gobierno le gustan las movilizaciones porque siempre tienen una cuota de crítica significativa; es obvio que la marcha mostró una gran molestia social hacia el Gobierno, aunque éste diga que lo está haciendo muy bien.

– La crítica desde La Moneda apuntaba a la politización del movimiento. ¿Puede haber feminismo apolítico acaso?

– Es que el Gobierno tiene que entender que este es un movimiento político en el más profundo sentido de la palabra. Hay una intención de cómo cambiamos el modelo, esta manera de funcionar la sociedad en todas las áreas: cultural, política, económica, social, porque eso produce discriminación, produce maltrato, produce una situación de profundo sufrimiento.

– Desde el movimiento se criticaron los anuncios de La Moneda calificando la agenda anunciada como una lista de supermercado.

-Es que las demandas, las transformaciones no son una lista de supermercado. Si se examinan las áreas donde hay propuestas se articulan hacia un cambio mucho más de fondo. Sobre un modelo que produce desigualdades y esas desigualdades, por ejemplo, cuando ves los datos de pobreza, ¿quiénes son las más pobres? Son mujeres. ¿Quiénes son las peor empleadas? Son mujeres.

– En este contexto, ¿qué le parece la agenda de mujeres que anunció el Gobierno?

– El Gobierno ha gobernado a punta de titulares comunicacionales y tiene una prensa mucho menos crítica que en otros tiempos y todo lo que se le dice que van hacer se considera que ya está hecho. El tema de violencia por un lado se dice que se va a hacer esto o que se va a apoyar tal o cual cosa, y finalmente se retomó la ley que había presentado la Presidenta Bachelet, pero paralelamente se descabezó a la gente que más sabía del tema de violencia en el Sernam, se desmontó lo que se había avanzado en materia de respuesta concreta a la violencia. Entonces, dicen eso y por otro lado señalan que van a poner pulseras electrónicas. No hay ninguna coherencia en torno al discurso que se hace y las acciones que se toman. Resolver el tema de la violencia supone una acción mancomunada. Del gobierno pasado quedó un plan nacional de trabajo intersectorial del cual no hemos tenido ninguna noticia. En el tema de violencia, si no partes en la sala cuna o en el jardín infantil, vamos a seguir llegando tarde y vamos a seguir teniendo femicidios. El femicidio es la expresión de que todo falló. Uno se pregunta dónde está la respuesta articulada; qué pasa con los medios de comunicación; el sexismo en la escuela. Entonces, te dan un titular de sí, estamos comprometidos, pero la verdad es que no. Incluso la gente que participó en la comisión del Ministerio de Educación dice que apenas tomaron en cuenta algunas de las propuestas. También sabemos que se desarticuló lo que se venía haciendo en materia de género dentro del ministerio. El Gobierno dice cosas que después o no son efectivas o, paralelamente, en el caso de Salud, donde quedó funcionando una comisión ministerial sobre violencia de género, con medidas específicas, con un piloto para el abordaje de la violencia sexual. Y de esto no se sabe nada. Son titulares y esta indignación va a seguir creciendo porque sin esas medidas vamos a seguir teniendo casos de violencia.

-Se critica que La Moneda insista en la necesidad de la denuncia, pero sin resguardos. Al final la mayoría de los femicidios son mujeres que habían hecho la denuncia y cuyos agresores estaban con medidas cautelares.

– Es que la denuncia sin un contexto y sin los recursos de la propia mujer y del entorno social y psicológico para sostener la denuncia termina siendo contraproducente. Por eso en el Minsal se estuvo trabajando cómo se pesquisa a las mujeres que sufren violencia para hacer un acompañamiento, lo que se llama la prevención secundaria para que no se repita la violencia. Pero esto requiere recursos, requiere voluntad política y eso que tendría que estar en la agenda del Ministerio de Salud, no está. En ese sentido, digo que no hay ninguna coherencia entre los bla bla y lo que efectivamente se está haciendo.

– Señala que en el tema de la violencia se requiere un cambio cultural que se trabaje a nivel intersectorial.

– Tenemos un Código Civil de 1855 y hasta el año 1989 las mujeres le debíamos obediencia al marido. Eso habla de un orden social, de una cultura que consideraba que las mujeres debían obedecer al marido. A los niños cuando desobedecen se les castiga. Entonces, la instalación cultural de que la mujer debe obedecer al marido, aunque cambien las leyes, requiere de un proceso mucho más largo y continuo desde la escuela y la familia. Pero esta naturalización de que ella se independizó, decidió trabajar, tiene amigas y, por lo tanto, está violentando la autoridad del marido, pareja o pololo, es un tema cultural que está en el inconsciente mucho más profundo de lo que nos imaginamos. Y la violencia que existe es porque hay un entorno que habilita. Todos los mecanismos que están en lo microsocial, en la vida cotidiana, en la experiencia permanente de cada uno de nosotros es lo que tiene que ir cambiando. Es una tarea de todos. Es muy complejo. Se debe recurrir a un trabajo comunitario de prevención. El gobierno anterior formó monitoras comunitarias y no tenemos idea si eso se suspendió o no. Bueno, eso es trabajar en serio en violencia.

«Son 120 mil denuncias anuales de violencia y 115 mil casos en la Fiscalía, donde 95 mil son mujeres que han denunciado. ¿Le van a poner a 95 mil mujeres una pulsera electrónica y se va a tener a miles de funcionarios viendo si suena la alarma? El tema es muy complejo»

«En el tema de violencia, si no partes en la sala cuna o en el jardín infantil, vamos a seguir llegando tarde y vamos a seguir teniendo femicidios. El femicidio es la expresión de que todo falló» «La denuncia sin un contexto y sin los recursos de la propia mujer y del entorno social y psicológico para sostener la denuncia, termina siendo contraproducente»

Publicado por Mercurio Valparaíso 

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