Tormenta financiera moja a todos. Mujeres secan y abrigan

Hace 10 años la crisis asiática se convirtió en una crisis financiera global, en menos de un año con la caída del rublo de Rusia y el real de Brasil. Esa crisis fue ampliamente analizada desde la perspectiva de género anotando especialmente el impacto negativo sobre el empleo de las mujeres

Por Sonia Montaño Virreira; Directora de la División Asuntos de Género, CEPAL

Columna publicada 06/01/2009
Diario El Mostrador


Nada es igual, aunque todo se parece. La crisis financiera actual cuyas consecuencias en la economía real y el empleo ya se sienten en todo el mundo no es la primera que enfrenta el mundo y la región. La crisis asiática a finales de los noventa que desaceleró a la economía y también dejó atónitos a los actores de las entidades financieras anticipa en parte lo que podemos esperar. Hace diez años la crisis asiática se convirtió en una crisis financiera global, en menos de un año con la caída del rublo de Rusia y el real de Brasil. Detrás de ésta ya se apuntó a la falta de transparencia –léase gobernabilidad- de los mercados financieros. Esa crisis fue ampliamente analizada desde la perspectiva de género anotando especialmente el impacto negativo sobre el empleo de las mujeres ligadas a los sectores exportadores, cuya inserción en el mercado laboral se caracterizaba por mayor vulnerabilidad que la de sus pares varones.

Una de las diferencias de crisis actual es que esta vez ha surgido en Estados Unidos, paradigma de la economía de mercado, cuya tormenta financiera afecta a todo el planeta mojando con más fuerza a los países mal preparados que son los más. La crisis ha puesto en evidencia que la globalización económica está asentada sobre un desigual campo de juego, una gobernabilidad ineficaz y una creciente pérdida de credibilidad de las instituciones financieras llamadas a controlar la buena marcha de los mercados. Estados Unidos ha destinado 85.000 millones de dólares solamente para salvar AIG de la quiebra, el doble de toda la ayuda europea al desarrollo que en 2007 llegó a 46.000 millones de euros. Es decir, una entidad financiera recibe mas apoyo del Estado norteamericano que toda la ayuda europea al desarrollo de un año.

Lugar común es suponer que “desde una perspectiva de género” los efectos de la crisis no sólo serían diferenciados entre hombres y mujeres y por lo tanto – dada la desigualdad existente-, peor para las mujeres. Creo que es legítimo decir que una afirmación de ese tipo no se puede sustentar sin señalar algunos matices y rasgos imprescindibles. Hay algunos efectos compartidos, otros diferenciados y algunas hasta pequeñas ventajas: habrá que ver el grado de inserción de las mujeres en la economía global y el comercio, pero que aumentarán las demandas de cuidado no remunerado en los hogares, es una hipótesis plausible.

El casino global del sistema financiero, incluidos los paraísos fiscales, son espacios masculinos desde el punto de vista de quienes los dirigen, conducen y benefician, es el responsable principal de una sorpresa que deben pagar inclusive aquellos países que manejaron razonablemente sus economías. Por composición y estilo el mundo financiero es un mundo de espacios competitivos y aventureros, donde destacan las cualidades asociadas con la masculinidad de propensión al riesgo y la aventura. Pero justo es decir que víctimas de este machismo rocambolero de las élites financieras son también la mayoría de los hombres y mujeres trabajadores que no tuvieron vela en el festín. Mas aún en America Latina el sector mas afectado será el exportador donde han ingresado las mujeres, pero que sigue siendo esencialmente dominado por hombres sometidos a nuevas incertidumbres, sin sindicatos y por lo tanto escasa capacidad de negociación para detener la flexibilización laboral que se presenta como cuota de los trabajadores a la superación de la crisis.

Debido a la segmentación laboral existente, a las mujeres les ha costado ingresar masivamente a los sectores más dinámicos del empleo. Lo han conseguido en los servicios financieros, el turismo y en las empresas agroexportadoras, maquiladoras de algunos países. Es posible esperar que de acuerdo con tendencias verificables ellas estén expuestas al desempleo que ya duplica al de los hombres. También las que trabajan en el retail afectado por la pérdida del poder adquisitivo de los consumidores. Es cierto, pero esto no debe llevar a omitir el impacto de la crisis sobre el conjunto de los trabajadores y diferenciar la situación sectorialmente y por su grado de inserción en la economía mundial. Algunos sectores de mujeres ligados al sector público estatal donde sí son mayoría podrían podrán capear el temporal ya que no se prevén despidos en este sector. Pero hay lugares donde el reino de las mujeres será afectado claramente. El trabajo doméstico del hogar es llevado a cabo principalmente por mujeres, la necesidad de ahorrar y optimizar los ingresos podrá producir una mayor pobreza de tiempo, a la que se sumará la protección y acogida que brindar a los desocupados.

En una mirada optimista se podría decir que la crisis financiera y económica es una oportunidad para visibilizar el aporte de las mujeres en la economía, es decir en la producción de bienes y servicios en los hogares y las zonas productoras de alimentos. ¿Podrán ellas beneficiarse de la inversión, el acceso a activos o seguirán siendo intermediarias eficientes de ayuda social? Para que la crisis no refuerce la división sexual del trabajo habría que pensar que la nueva arquitectura financiera internacional no debe excluir a los representantes de los países pobres, que los países ricos deben mantener e incrementar la ayuda oficial al desarrollo, y los gobiernos adoptar medidas de protección las mujeres ligadas al sector exportador así como promover cuotas para que las que busca empleo accedan a trabajo remunerado.

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