Opinión: «Trabajo, empoderamiento económico y autonomía de las mujeres»

Por Ximena Díaz y Rosalba Todaro, Investigadoras Centro de Estudios de la Mujer (CEM)


Como sabemos, la tasa de participación de las mujeres en el mercado de trabajo en Chile –es decir, la proporción de mujeres en edad de trabajar que efectivamente realiza labores remuneradas – es la más baja de los países de la OCDE(1) . Esto nos produce cierta incomodidad en este distinguido grupo de países.

¿Por qué importa la participación laboral de las mujeres en nuestras sociedades? ¿Cuáles son las restricciones que enfrentan las mujeres para su incorporación al trabajo remunerado y de calidad? ¿Cuál es el papel que juegan las políticas públicas en la reproducción o el cambio de estos procesos?

Estas son, en términos muy amplios, las preguntas iniciales que plantea el Proyecto:Promoviendo el empoderamiento económico de las mujeres a través de mejores políticas que se desarrolla en 8 países de América Latina: Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador, El Salvador, México, Nicaragua, Uruguay.(2)

Se entiende por empoderamiento la capacidad o “poder” que tienen las mujeres de elegir en función de sus propios intereses. Se refiere tanto a un fenómeno económico como social: un aspecto del empoderamiento no puede existir sin el otro.

En lo económico, empoderamiento implica “autonomía económica”, es decir, la capacidad de generar ingresos y recursos propios y de tomar decisiones respecto a su uso o destino. En lo social, el empoderamiento involucra diversos aspectos de la vida de las mujeres: más sentimientos de auto estima e identidad social; voluntad y capacidad para cuestionar su identidad y estatus subordinado; capacidad para controlar su propia vida y para renegociar sus relaciones con otros; y capacidad para participar en igualdad de condiciones que los hombres en remodelar las sociedades en las que viven de modo de contribuir a una distribución más democrática del poder y de las oportunidades.

Visto de esta manera, autonomía y poder son dos conceptos estrechamente vinculados entre sí. El concepto de empoderamiento implica no sólo una mejora de las condiciones de las mujeres a través de la satisfacción de sus necesidades más inmediatas sino también una mejora de su posición en las relaciones de género. A partir de ahí se plantea la urgente necesidad de potenciar la participación de las mujeres en igualdad de condiciones con los hombres en la vida económica y política así como en la toma de decisiones en todos los niveles. Es decir, que existe la intención explícita de promover cambios en el “orden de género” vigente.

Por orden de género entendemos el conjunto de los discursos y normas que cada sociedad construye para definir la interacción entre los sexos y las esferas principales de integración social de hombres y mujeres. Es considerado como una dimensión básica de la identidad sexuada de las personas, de las relaciones sociales y como una forma en que la sociedad otorga sentido a las relaciones de poder.

Dado que la participación laboral de las mujeres es uno de los factores básicos en la sociedad actual para lograr su autonomía económica, se requiere indagar en cuáles son las restricciones que enfrentan las mujeres para su incorporación al trabajo remunerado y de calidad.

Las restricciones intrínsecas, se relacionan con diferentes roles y responsabilidades asignadas a hombres y mujeres, niños y niñas, generalmente atribuyendo menor valor a aquellas aptitudes, habilidades y actividades definidas como femeninas; y restricciones impuestas por las rutinas, normas, procedimientos y prácticas del mercado laboral y de las instituciones supuestamente neutrales al género como los Estados, así como las actitudes y comportamiento de los diferentes actores institucionales.

La participación de las mujeres en el trabajo remunerado les da la posibilidad de obtener mayor autonomía económica con más herramientas y menor dependencia en la toma de decisiones y en sus vidas cotidianas. También les permite tener voz propia en la construcción de nuevas normas y producir cambios institucionales, a través de la participación en las organizaciones e instituciones laborales, sociales y políticas.


 

  1. Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico es uno de los foros mundiales más influyentes, en el que se analizan y establecen orientaciones sobre temas de relevancia internacional como economía, educación y medio ambiente. La componen 34 estados de los cuales sólo dos son latinoamericanos, Chile y México.
  2. El proyecto: «Promoviendo el empoderamiento económico de las mujeres a través de mejores políticas», cuenta con el apoyo del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC) de Canadá y la Coordinación de CIEDUR-Uruguay y CEDLAS-Argentina. En Chile está a cargo del Centro de Estudios de la Mujer-CEM.

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