Camila Rojas, diputada electa: “Es falso cuando dicen que el Frente Amplio es feminista porque los espacios de poder están en disputa”

Camila Rojas, diputada electa: “Es falso cuando dicen que el Frente Amplio es feminista porque los espacios de poder están en disputa”

Por Catalina Ellies

La violencia política contra las mujeres tiene como sustrato la discriminación que se manifiesta en relaciones de poder desiguales entre mujeres y hombres, acceso limitado a cargos de mayor responsabilidad; asimetrías que las sitúan en posición de subordinación respecto a los varones y una cultura hegemónica marcada por la desigualdad. Algunos ejemplos son la restricción de recursos materiales, económicos y humanos en periodos de campañas, exclusiones de listas electorales o en el trabajo político partidario y acceso limitado a herramientas comunicacionales y medios. En general, estas acciones  terminan menoscabando o limitando los derechos de las mujeres para participar en política, ser electas y designadas en funciones públicas.

Según datos de Lupa Electoral sobre financiamiento, del total de aportes, los hombres reciben en promedio el doble de dinero que las mujeres. En el caso de candidatos a diputados, la mayor diferencia se aprecia en el acceso al crédito, donde reciben tres veces más recursos que las candidatas. Desde los partidos el escenario es similar; a los varones aspirantes a la Cámara se les entrega aproximadamente un 40% más de recursos, mientras que en el Senado se les otorga un 66% más que a las candidatas.

Camila Rojas Valderrama (26) recién electa diputada de Izquierda Autónoma (IA) por la Región de Valparaíso comenta en esta entrevista su experiencia en las pasadas elecciones y episodios de discriminación y exclusión que ha presenciado durante su carrera política.

El camino político: de la pastoral al Congreso

Camila creció en San Antonio y desde su etapa escolar fue muy activa socialmente: participaba en la pastoral y el coro, y durante la revolución pingüina derrocó al centro de estudiantes de su colegio, transformándose en la representante de su generación. Estudió administración pública y tiene un Magíster en Gestión y Políticas Públicas de la Universidad de Chile. En 2011 comenzó a asistir a los plenos de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech) y a mitad de ese año ingresó formalmente como militante a Izquierda Autónoma. Fue consejera de la Fech en 2012 y delegada del Centro de Estudiantes de su carrera en 2013. Al año siguiente fue electa representante del Senado Universitario y en 2016 se convirtió en la quinta presidenta de la Federación, espacio desde donde además fue vocera de la Confederación de Estudiantes de Chile (CONFECH).

Transitando por ese periplo de cargos universitarios notó la resistencia que se instala cuando una mujer hace política y optó por el feminismo como estilo de vida. “Hay un momento en que abres los ojos y lo empiezas a notar en otros ámbitos de tu vida y ese fue el primer lugar donde me sentí discriminada. Hasta el 2011 en el movimiento estudiantil no había ninguna discusión al respecto y eso acarreaba hartas invisibilizaciones y naturalización de ciertos papeles de las mujeres. Y menciono ese año porque a partir de esa fecha se crearon las secretarías de género en la universidad y se pudieron problematizar ciertas prácticas. La verdad es que antes de eso tampoco habría sido capaz de darme cuenta de que las mujeres hablábamos menos o asumíamos el rol de tomar actas en asambleas. A mí me tocó un contexto donde el Pleno de Federación tenía la mitad de presencia femenina, en teoría era un espacio paritario, pero me acuerdo de plenos álgidos en que yo llamaba la atención para que la gente se callara y era menos tomada en cuenta que mis compañeros hombres cuando lo hacían. A ellos no les costaba lograr que se hiciera silencio o les hicieran caso. Cuando pasaba eso yo lo decía y recién ahí la gente tomaba conciencia. Pero tienes que hacerlo notar, no es automático”, explica.

Camila comenta que lo más difícil de ser presidenta de la Fech fue cuando tenía que plantear temas ante las autoridades de la universidad en el Consejo Universitario, conformado por decanos y las principales autoridades de la Chile. “Son espacios bien hostiles, donde estás siendo constantemente evaluada por lo que dices y el desafío es plantear ciertos temas de una forma adecuada y darles énfasis. Ahí todo era mucho más palpable, por el lenguaje, por cómo te trataban, hay cierta infantilización hacia los estudiantes que se acrecentaba en el caso femenino”.

Recuerda que cuando estaba a la cabeza de la Fech una de las situaciones más difíciles que le tocó enfrentar fue la explosión de denuncias por acoso sexual al interior de la universidad y desde la Federación levantaron una mesa transversal con autoridades y de trabajo en conjunto con la Oficina de Igualdad de Oportunidades de Género. “Desde la Oficina nos señalaron que faltaba que los estudiantes nos metiéramos en estos temas y eso hicimos. Fue un año intenso de trabajo con la secretaría, con abogados y autoridades. Hubo mucha disposición inicial pero en el camino tuvimos que formar a los fiscales y a quienes tomaban las actas porque no tenían perspectiva de género. Al principio hubo resistencia de los profesores, no querían tratar el tema porque decían que iban a creer que todos son acosadores y también porque le restaban importancia. Si ellos no colaboraban era difícil avanzar teniendo los hechos sobre la mesa y un protocolo. Las secretarías de género hicieron inducciones para que los mechones (estudiantes de primer año) supieran qué es el acoso sexual. Creo que eso es muy bueno para los cabros cuando entran y se podría replicar para los funcionarios porque es un contexto donde es muy simple replicar la violencia de género”.

Más mujeres al poder

Camila Rojas resultó electa con un 4,6% de los votos de su distrito, el equivalente a 12.337 votos, es la integrante más joven de la Cámara y una de los 20 representantes del Frente Amplio que romperán la hegemonía que mantuvo por años Chile Vamos y la Nueva Mayoría. Sus principales objetivos políticos son la recuperación de derechos sociales, la descentralización y la equidad de género. Tres son sus prioridades en su agenda de género: violencia contra las mujeres, educación no sexista y aborto libre. La política es un contexto muy duro y hay que tener cuero de chancho para lidiar con las discriminaciones que existen por ser mujer porque estás en juicio constante”, dice.

Durante su campaña en Valparaíso y San Antonio reafirmó su percepción sobre la discriminación de género en los espacios políticos. “La gente no está acostumbrada a que las mujeres tengamos posturas y defendamos temas, te encuentran agresiva por plantear tus convicciones y me pasó en los debates en que participé, y a veces entras en este juego y te lo cuestionas. En campaña estaba con un compañero en Valparaíso y otro en San Antonio y la gente creía que eran mis pololos (novios). Esas cosas dicen mucho de que tenemos nociones muy machistas”.

En 2015 se promulgó la Ley de Cuotas que establece que las candidaturas, tanto de hombres como de mujeres no pueden superar el 60% del total. Según datos de Unión Interparlamentaria, Latinoamérica es la región con mayor presencia femenina parlamentaria, con un 28% y está sobre el promedio mundial que es de 23%. Bolivia tiene un 53% de mujeres en la Cámara Baja y 47% en la Cámara Alta, seguido de Cuba con un 49% (unicameral) y Nicaragua con 46% (unicameral). En contraste, en Chile hubo un 16% de mujeres en la Cámara de Diputados en el periodo comprendido entre 2014- 2018, mientras que para los próximos cuatro años será de un 22%. Se redujo la brecha, pero la diputada electa por IA Camila Rojas es crítica.

La Ley de Cuotas da cuenta de la situación de discriminación y naturalización de excluir a las mujeres de ciertos espacios y eso es violencia, porque estamos menos presentes en la militancia y en la organización, porque son lugares hostiles y se replican ciertas prácticas que te encasillan en determinados roles y eso significa no poder a acceder a cargos. Nos hacen batallar desde las trincheras y se genera una bola de nieve que determina una baja representación femenina en el Congreso y las alcaldías y si no se ponen medidas paliativas pasará mucho tiempo para tener un porcentaje representativo de mujeres en el poder. Al final cumples con la cuota pero las barreras continúan”, advierte.

La diputada electa cree que el ingreso de las mujeres a la política democratiza y aporta otra mirada en las discusiones. “Me interesa que no nos encasillen para hablar de ciertos temas como lactancia materna y aborto, porque nos puede negar otros espacios para poder posicionarnos. El feminismo no se puede asumir como una lista de temas si no que como algo estructural para dejar de reproducir roles. Es importante hablar de todo, los temas de las mujeres no los ven solo las mujeres. La violencia contra las mujeres y la discriminación, son deudas importantes a saldar”.

Camila Rojas apuesta por el trabajo colectivo en la lucha por los derechos de las mujeres. “Me cuesta entender que hayan mujeres que no luchan por ellos, sé que hay un trasfondo político y que luchar o no, es decisión de ellas en su plenitud, pero no hacerlo es seguir aportando a que se perpetúe el machismo y el patriarcado. Que asumamos cargos es un aporte, pero también tiene que tener un techo y sumar”.

Las falencias del Frente Amplio

En Izquierda Autónoma hay iniciativas que han permitido avanzar en equidad como la creación de las secretarías de género y un mecanismo de inclusión de mujeres para la composición de la dirección ejecutiva. En el Frente Amplio las vocerías son paritarias y también se realizan periódicamente encuentros feministas en distintas regiones.

“En campaña fui súper critica de situaciones que se replicaban. Por ejemplo, al revisar en detalle las listas del conglomerado a nivel nacional se cumple con la cuota pero no hay mujeres a la cabeza. Hay un intento de, pero también un resabio que hay que disputar constantemente. Tenemos un programa feminista, tuvimos una candidata presidencial en la misma línea, pero se siguen replicando otras prácticas que dan cuenta de que hay poca confianza en la capacidad de las compañeras como lo que pasó con el notorio apadrinamiento que hizo Giogio Jackson y Gabriel Boric a la campaña de Beatriz Sánchez. Ellos se proyectaron como impulsores de su candidatura y eso potencia e instala en el imaginario colectivo que las mujeres necesitan estar acompañadas y respaldadas por un hombre que les dé soporte y valide socialmente y, en este caso en específico, tuvo que ver también con que ellos son los “líderes” del movimiento y eso es machismo. Es violencia política creer que los espacios de poder te pertenecen y no dejar entrar en plenitud a las mujeres”.

Otro episodio polémico del Frente Amplio fue la divulgación de un audio enviado por Alberto Mayol a Natalia Castillo –ambos candidatos por el Distrito 10-, que sepultó la candidatura del sociólogo y alzó a Castillo como diputada luego de que fuese apoyada por su colectividad. Para Camila Rojas se trató de un episodio frenteamplista que le gustaría borrar de su historial político. “Fue una polémica súper pobre y mala. Creo que Mayol le hace mucho daño al Frente Amplio y me cuesta separar esa mirada que tengo de él con lo que pasó. Si me toca evaluarlo creo que es terrible porque estás en una organización y somos compañeros que respetan ciertos acuerdos y principios que asumes cuando estás en la militancia y la situación en sí misma fue conflictiva, pero efectivamente hubo una magnificación del problema y se usó porque no había necesidad de filtrarlo y llevarlo a la prensa”.

Para ella estas situaciones evidencian que al Frente Amplio le falta plasmar el discurso en la práctica, porque teniendo un programa feminista no lo replica. “Es falso cuando dicen que el Frente Amplio es feminista, porque los espacios de poder están en disputa. En el fondo se hacen esfuerzos pero es difícil que sea un espacio feminista en una realidad tan machista. La militancia como tal es un espacio donde las mujeres estamos menos convocadas que los hombres, por lo tanto, propiciar la participación, la formación y compartir experiencia es clave. Ya no eres tú sola haciendo notar ciertas situaciones, sino que somos varias, no es una necesidad personal e individualizada, sino que es de empuje colectivo. En el movimiento queremos hacernos notar y potenciar que hay mujeres; podemos y somos capaces. Estoy de acuerdo en que pusimos una agenda e instalamos temas pero en la reflexión interna se puede hacer harto más y tener espacios feministas es una de las formas más genuinas de seguir avanzando”.

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