Salud mental sin cuarentena

Salud mental sin cuarentena

Y la curva de contagios del Covid 19 no sólo no se aplanó, sino que se encumbra día a día como un volantín arrastrado por los vientos otoñales. Un otoño de encierro para una gran mayoría de la población que se prolonga, en algunos casos, más allá de los 100 días. Una condición social jamás imaginada y que día a día revela consecuencias que tardará meses en superar.

Una de esas consecuencias que ha encendido las alarmas, es la salud mental, en un país cuyos indicadores en ese ámbito de la salud han sido históricamente problemáticos, muy especialmente para las mujeres. De hecho, según la última Encuesta Nacional de Salud (2016-2017) las mujeres presentan una prevalencia de sospecha de depresión de 21,7%, frente a 10% de los hombres, y una prevalencia de depresión en los últimos 12 meses de 10,1% frente a sólo 2,1% de los hombres. En el caso de la ideación suicida, las prevalencia de planificación suicida entre las mujeres fue de 2,5% frente a 0,4% de los hombres, también en el intento de suicidio, las mujeres presentan un 1,3% frente a 0,2% de los hombres (Minsal, 2018). Esto en condiciones “normales”. Es decir, en condiciones tan anormales como las de la cuarentena, sólo es posible esperar un incremento significativo de sufrimiento psicológico en la población y muy especialmente en las mujeres, como ya ha sido alertado por la Organización Mundial de la Salud.

El miedo, la inseguridad, el cansancio, el estrés, se han instalado en los hogares y con mayor intensidad entre las mujeres, ante la presión por la subsistencia cuando no es posible generar ingresos o se debe hacer mediante teletrabajo, cuando se debe atender las demandas de hijas e hijos escolares, cuando se han multiplicado las tareas de cuidado, cuando el futuro es totalmente incierto. El aumento significativo de llamados al teléfono 1455 del Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género y al Fono Familia de Carabineros da cuenta de la agudización de los conflictos y dinámicas de violencia que se está viviendo en numerosos hogares. El tratamiento que han dado los medios de comunicación, junto a un inadecuado manejo de parte de las autoridades, ha contribuido a agudizar esos sentimientos en la población.

Esta situación se suma a la que se instaló a contar el 18 de octubre pasado, en que explotó el malestar de cientos de miles de chilenas y chilenos, frente a la acumulación de abusos de poder, de vulneración de derechos económicos y sociales, la desconfianza en la capacidad del sistema democrático de responder a las demandas acumuladas por muchos años. La violación de derechos humanos en las protestas masivas a lo largo y ancho del país por parte de los órganos represivos del Estado aún no encuentran justicia ni reparación. Es decir, al descontento que estalló en octubre, se han agregado el temor, la inseguridad y la desconfianza en las autoridades y el manejo de la crisis sanitaria y económica.

Hay sectores de la población, que por años vienen sufriendo el abandono o la violencia estatal, como son las llamadas “zonas de sacrificio”, por la grave contaminación ambiental que deben sufrir, y las comunidades mapuche, y hoy día ven agravada su condición.

Desde el gobierno, la prioridad de respuesta a la pandemia ha estado en la prevención y el diagnóstico de contagios, en la atención de los casos que han requerido hospitalización y el fortalecimiento de las capacidades de la red de salud, y más recientemente, en el aislamiento de personas contagiadas. Sin embargo, las voces que llaman la atención sobre la urgencia de abordar el impacto de la pandemia en la salud mental se han incrementado y así también las propuestas de acción y la respuesta, desde distintas organizaciones de mujeres, para los casos de violencia que están enfrentando cientos de mujeres.

Ante la gravedad que reviste el impacto esta suma de situaciones en la salud mental de las mujeres, como Observatorio de Género y Equidad, hemos querido sumarnos a las voces que demandan un pronto abordaje de las necesidades en este ámbito de la salud, con la certeza de que es posible, aún en condiciones de cuarentena y de altos niveles de contagio, implementar acciones y respuestas que permitan atenuar el sufrimiento de tantas.

En este Boletín escuchamos a las mujeres de Quintero y Puchuncaví, que relatan la gravedad y el riesgo que supone la llegada del Covid 19 a su zona, donde la contaminación mantiene a parte importante de niñas y niños, y a adultos mayores con graves afecciones respiratorias. Escuchamos también a expertas en salud mental, que han elaborado propuestas para que el gobierno las implemente, mujeres que están brindando apoyo y acompañando, con metodologías especiales, a mujeres y comunidades. Queremos así amplificar sus voces y convocar a más mujeres a la tarea de buscar respuestas y de responder a la necesidad de apoyo y sanación de tantas otras.

 

 

Salud mental, la pandemia que se debe evitar

Por Valentina Silva Zambrano

La desigualdad y vulnerabilidad social, la alta desconfianza en las instituciones, las experiencias previas con desastres naturales y la propia revuelta social de octubre 2019, en Chile colaboraron para propiciar un escenario muy diferente al de cualquier otro país que esté aún en la curva ascendente del virus. Por ello, las consecuencias que se alojarán producto de la pandemia, deberán ser abordadas de una manera distinta.

Para Sonia Pérez, psicóloga, académica de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile y una de las redactoras de las propuestas de Estrategia Nacional de Salud Mental que se presentó ante la Mesa Social COVID-19, el panorama en Chile es distinto y más delicado que en otros países. “Tenemos indicadores también de malestar social muy centrados en la desconfianza y la ruptura del tejido y cohesión social, es mucha incertidumbre y aislamiento”. Por ello apuesta a que el problema de la salud mental en Chile se aborde desde una mirada integral. “Si queremos trabajar por la salud mental tenemos que hacerlo desde un mirada psicosocial y participativamente, intersectorialmente y con inclusión territorial, mirando a las poblaciones que deben ser nuestra principal atención”.

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Paula Sáez, psicoanalista: “(Las mujeres) estamos llevando un peso que si no lo dosificamos, nos podría quebrar”

Por Catalina Arenas Ahumada

La psicóloga y académica de la Universidad Andrés Bello, Paula Sáez analizó las conductas y percepciones de las mujeres en medio de la pandemia. “La salud mental no sólo se trata de manera reactiva al acompañar, contener y aliviar a una mujer que está sobrecargada, sino que también debe ser preventiva y así evitar que las mujeres lleguen a un colapso psicológico importante”, adelanta.

Ya inmersos en este contexto, es que Paula Sáez da algunas luces de cómo sobrellevar de mejor manera el confinamiento domiciliario obligatorio. “Primero, debemos hacer una revisión profunda de cuáles son las causas de por qué enfermo, las causas de mi angustia, ansiedad, intranquilidad, las crisis de pánico y los terrores nocturnos que vuelven a parecer”, detalla para el momento de la introspección.

“Es entender que el cansancio vital es consecuencia de la pérdida de cotidianidad en el ejercicio de la salud y de los hábitos, por lo que debemos partir desde la reestructuración de la propia rutina diaria, una reestructuración de la rutina que debe ser mirada con criterio de nuestra realidad”.

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Mujeres en Zona de Sacrificio, resistiendo al COVID-19

Por Valentina Silva Zambrano 

Para Marta Aravena esta situación podría traer grandes complicaciones en la zona. Puchuncaví y Quintero no cuenta con una red asistencial de salud que soporte este estrés. Según el protocolo, una persona contagiada debe primero asistir al Hospital de Quintero para evaluación y dependiendo de su gravedad, es dejado en el recinto o trasladada a Viña del Mar.

“A pesar de lo que nosotras padecemos aquí, que hay personas con grandes afecciones que tienen que ver con la respiración y con las vías aéreas, el Hospital de Quintero no cuenta con una red de oxígeno, por lo menos hace dos meses atrás no había. También hemos pedido ventiladores mecánicos porque debemos tenerlos como precaución. Nos sentimos defraudadas de las autoridades porque la verdad es que se esbozan discursos solamente para el tema mediático, pero finalmente no se piensa en las personas ni el daño que se ha producido en este lugar”.

Desde las organizaciones, ya han advertido que los síntomas del COVID-19 y la intoxicación por la contaminación, son muy similares. La situación es muy compleja. Las demandas aumentan por la precarización de la vida y la salud en esta localidad.

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Paulina de Pablo, de Casa Mundanas: “Hay una necesidad de continuar con los procesos de sanación”

Por Daniel Meza Riquelme 

“Al ser un espacio de solo mujeres, vamos hablando de lo importante de tener redes entre nosotras. De tener espacios tranquilos y seguros para conversar sobre nuestras experiencias. Sobre lo que queremos y no queremos. Para motivar a las niñas y a las chiquillas adolescentes a que se organicen”, expresa Paulina, describiendo la experiencia de los círculos en Casa Mundanas.

Desde marzo y producto del confinamiento, han tenido que adaptarse y realizar estos acompañamientos de manera virtual. Tanto en sesiones individuales como colectivas. Ya que las propias mujeres han manifestado la necesidad de continuar los procesos. La virtualidad impuso límites al trabajo corporal, no se puede hacer de manera óptima. Pero lo han reemplazado con sesiones de arte terapia. “Con disposición nos podemos ir adaptando. Claro que no es igual hacer la terapia de forma presencial, pero es mejor tenerla a que no”.

Al ser consultada de la manera en que llegan a las mujeres en situaciones más precarias y las que tienen brecha digital, aclara que sólo han alcanzado a las que cuentan con acceso a internet.

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